Por Octavio Quintero
En paisaje se convirtió el escándalo del robo de $500 mil millones a través del OCAD, organismo encargado de financiar los proyectos de inclusión social y reconciliación (agricultura, ganadería e infraestructura rural, principalmente), previstos en el Acuerdo de Paz.
A través de coimas a altos funcionarios de Planeación Nacional y la Contraloría, y también congresistas, en el Gobierno Duque, se articuló el robo.
Los altos funcionarios implicados han hecho mutis: Juan Carlos Gualdrón (controlar delegado para el posconflicto); Álvaro Quiroz (contralor delegado para las regalías); Luis Alberto Rodríguez (director de Planeación Nacional); y, los congresistas de Córdoba y Risaralda, Wadith Manzur Samy Mertheg, respectivamente.
Si la investigación ha avanzado, dudable en la Fiscalía de Barbosa-Mancera, los medios de prensa la ignoran o la ocultan, porque la opinión popular, ni más ha vuelto a saber nada de nada.
Hasta hoy, que el Secretario de Transparencia de la Presidencia, Andrés Idárraga (
@Aidarragaf) frena 12 proyectos a punto de ser reajustados presupuestalmente, por tener alarmas tempranas de corrupción.
En carta dirigida al consejero comisionada de paz, Otty Patiño, le informa que su dependencia recibió alertas sobre posible irregularidades en el manejo de los recursos, y detalla los 12 proyectos sobre vías y desarrollos agropecuarios en Antioquia, la costa atlántica, Putumayo y Cesar.
“Por lo expuesto –dice- le solicito que se aplace la aprobación de los mencionados proyectos, hasta tanto no se haga una verificación…”.
Es de suponer que la Oficina de Transparencia de la Presidencia tiene fuentes confiables, y si como se cree, esto evidencia que al interior del OCAD quedan rémoras del pasado gobierno que tratan de seguir ordeñando la vaca.
Eso pasa cuando la impunidad reina… Los criminales coligen que la justicia no llega a ellos, y cuando llega, es tarde y leve: casa por cárcel, y el disfrute patrimonial de lo mal habido.
Si lo único constante es el cambio, en Colombia parece haber fuerzas tan poderosas, que han logrado detener el cambio: ¡Avísenle a Heráclito!