Robert F. Kennedy Jr., las vacunas y la salud pública

Robert F. Kennedy Jr. ha difundido información falsa sobre las vacunas y contradicho públicamente la recomendación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de que las comunidades añadan flúor al agua. Foto Adriana Zehbrauskas para The New York Times

Por Sheryl Gay Stolberg

Sheryl Gay Stolberg reporta sobre la intersección entre las políticas de salud y la política. Reportó desde Washington.

El presidente electo, Donald Trump, dijo que propondría a Robert F. Kennedy Jr. para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, abriendo así un debate sobre si Kennedy, cuyo escepticismo sobre las vacunas y opiniones poco ortodoxas en cuanto a la medicina inquietan profundamente a los funcionarios de salud pública, puede ser confirmado.

Trump está llenando su gobierno de personas que incluso algunos republicanos consideran alarmantes, como el exrepresentante de Florida Matt Gaetz como fiscal general y Pete Hegseth, presentador de Fox News, como secretario de Defensa. Al elegir a Kennedy, Trump está nombrando a alguien que está en guerra con los mismos organismos de salud pública que supervisaría.

En una declaración en Truth Social, su plataforma en las redes sociales, Trump dijo que Kennedy devolvería a las agencias sanitarias del país “a las tradiciones de la investigación científica de referencia y a los modelos de transparencia, para poner fin a la epidemia de enfermedades crónicas y ¡hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande y saludable!”

Kennedy, que ha arremetido contra la puerta giratoria entre la industria y el gobierno, prometió en las redes sociales “liberar a las agencias de la asfixiante nube de la captura corporativa para que puedan seguir su misión de hacer que los estadounidenses vuelvan a ser las personas más saludables de la Tierra”.

De ser confirmado, Kennedy tendría el control absoluto de un departamento con 80.000 empleados repartidos en 13 divisiones operativas que gestionan más de 100 programas. Sus agencias regulan los alimentos y los medicamentos que los estadounidenses encuentran en su vida diaria, deciden si Medicare y Medicaid pagarán los medicamentos y los tratamientos hospitalarios, protegen contra las enfermedades infecciosas y llevan a cabo investigaciones médicas de miles de millones de dólares sobre enfermedades como el cáncer y la enfermedad de Alzheimer.

Muchos demócratas y expertos en salud pública se mostraron consternados por la selección de Trump. Richard E. Besser, director ejecutivo de la Fundación Robert Wood Johnson y ex director interino de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), dijo que tener a Kennedy en el puesto de secretario de Salud “supondría riesgos increíbles para la salud de la nación”, porque el ataque de Kennedy al aparato de salud pública del país empeoraba la desconfianza que persistía tras la pandemia de coronavirus.

“Robert F. Kennedy es parte del problema y no puede ser parte de la solución”, dijo Besser.

Patty Murray, senadora demócrata por Washington y expresidenta del Comité de Salud del Senado, dijo que la selección era “catastrófica” y “no podría ser más peligrosa”. Calificó a Kennedy de “notorio antivacunas” y “teórico de la conspiración”, quien podría dañar la salud pública de múltiples maneras.

Pero durante la campaña electoral, mientras se postulaba para presidente y también después de que su campaña se fusionara con la de Trump, Kennedy encontró apoyo de personas de todo el espectro político que compartían su desconfianza hacia las industrias farmacéutica y alimentaria, y aplaudieron su énfasis en la nutrición y la eliminación de aditivos de los alimentos.

Pero Kennedy ha difundido información falsa sobre las vacunas, incluida la de que causan autismo, teoría que hace tiempo que ha sido desmentida. Ha contradicho públicamente la recomendación de los CDC de que las comunidades añadan flúor al agua para proteger contra la caries dental.

Ha defendido la leche cruda, a pesar de la advertencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de que beberla es arriesgado, sobre todo en medio de una epidemia de gripe aviar entre las vacas lecheras. Y ha promovido la hidroxicloroquina, un fármaco cuya autorización de emergencia como tratamiento de la COVID-19 fue revocada por la Administración de Alimentos y Medicamentos después de que un estudio de 821 personas descubriera que carecía de eficacia.

Si el Senado, por mucho que esté controlado por los republicanos, ratificará a Kennedy es una incógnita. Además de sus opiniones poco convencionales sobre la medicina y la salud, se le ha relacionado con una serie de actividades peculiares, como arrojar un oso muerto en Central Park y supuestamente decapitar una ballena. En entrevistas anteriores al anuncio de Trump, algunos senadores republicanos dijeron que Kennedy les había dado qué pensar, pero ninguno descartó votar por él.

“Algunas de sus declaraciones me parecen alarmantes, pero ni siquiera me he reunido con él, ni me he sentado con él, ni le he oído hablar largo y tendido”, dijo la senadora Susan Collins, republicana por Maine, una centrista cuyo voto podría ser decisivo para las perspectivas de confirmación de Kennedy. “Así que no quiero prejuzgar basándome solo en los recortes de prensa que he leído”. Sin embargo, añadió: “Creo que sería una elección sorprendente”.

Los republicanos más afines a Trump se mostraron entusiastas. “Al cien por cien”, dijo el senador Tommy Tuberville, republicano de Alabama y miembro del Comité de Salud del Senado, cuando se le preguntó si votaría a favor de ratificar a Kennedy. Tuberville dijo que era un admirador de Kennedy por el trabajo que había realizado con los alimentos y las vacunas, y añadió: “Más que nadie que yo conozca, ha tenido una mentalidad abierta”.

El extraño matrimonio político entre Trump y Kennedy, quien apoyó a Trump tras suspender su campaña presidencial, ha sido beneficioso para ambos. La fusión proporcionó a Kennedy una plataforma de la que antes carecía: mítines producidos con habilidad y rugientes multitudes MAGA (siglas en inglés del eslogan político “Hagamos Estados Unidos grandioso de nuevo”).

Pero Kennedy también dio algo a Trump: un núcleo de nuevos partidarios, en particular, demócratas descontentos y “madres orgánicas” que, de otro modo, no habrían votado por un delincuente con tendencias de hombre fuerte. Trump quedó impresionado con Kennedy y se comprometió a dejarlo “descocarse en materia de salud”.

Últimamente, Kennedy ha dejado de lado el tema de las vacunas y se ha centrado en acabar con lo que él llama la “epidemia de enfermedades crónicas”, un objetivo que los expertos en salud pública consideran loable. Si coloca la nutrición en el primer lugar de su agenda, podría encontrar una causa común con los científicos y los funcionarios de salud pública.

“Creo que los legisladores están interesados en la alimentación”, dijo Anand Parekh, jefe médico del Centro de Política Bipartidista. Parekh dijo que le había “sorprendido gratamente” ver a Kennedy haciendo hincapié en la nutrición y “desviándose de sus habituales carriles sobre vacunas y salud medioambiental”.

Kennedy es un abogado ecologista sin educación formal en medicina o salud pública. No sería el primer abogado que dirige la agencia; el actual secretario de Salud, Xavier Becerra, es un antiguo congresista y fiscal general de California. Los anteriores secretarios han sido gobernadores; entre ellos, Tommy Thompson con el presidente George W. Bush y Kathleen Sebelius con el presidente Barack Obama.

Kennedy ha dicho poco sobre los programas de asistencia sanitaria, como Medicare y Medicaid, que son competencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos. En cambio, ha puesto en la mira a los reguladores y a las agencias de salud pública e investigación: la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), los CDC y los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).

Días antes de las elecciones, en una publicación en las redes sociales que recibió 6,5 millones de visitas, Kennedy amenazó con despedir a los empleados de la FDA que han emprendido una “guerra contra la salud pública”. Enumeró algunos de los productos que, según él, la agencia había sometido a una “supresión agresiva”, como la ivermectina, la leche cruda y las vitaminas. Su mensaje a los funcionarios de la agencia, dijo, era “1. Conserva tus archivos, y 2. Haz las maletas”.

Kennedy también ha prometido sacudir los NIH, la principal agencia de investigación biomédica del país, despidiendo a 600 trabajadores, aunque la inmensa mayoría de sus empleados gozan de protección funcionarial. Cuando se presentó a las elecciones presidenciales, prometió desviar la atención de los NIH de las enfermedades infecciosas.

“Voy a decirle a los científicos de los NIH: que Dios los bendiga a todos”, dijo Kennedy entonces, según NBC News. “Gracias por el servicio público. Vamos a dar un respiro a las enfermedades infecciosas durante unos ocho años”.

Los comentarios aterrorizaron a los expertos en salud pública, quienes saben que los brotes infecciosos pueden producirse en cualquier momento. “Desafortunadamente, los virus no prestan atención a los ciclos políticos”, dijo Mandy Cohen, directora de los CDC, en una entrevista esta semana.

Cohen expresó su preocupación por Kennedy, diciendo que temía que utilizara su plataforma para difundir información errónea y sembrar desconfianza.

“Incluso sin cambiar un solo reglamento o directriz”, dijo, “compartir información errónea desde un lugar de poder es preocupante”.

Sheryl Gay Stolberg cubre la política de salud para el Times desde Washington. Excorresponsal en el Congreso y en la Casa Blanca, se enfoca en la intersección entre las políticas de salud y la política. 

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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