Punta de lanza. Reflexiones sobre el poder militar y policial en Colombia

Las Fuerzas Armadas de Colombia. CNN

Por Senén González Vélez

Toronto, Canadá.

Salvar a Colombia es no detenerse, porque cada segundo que transcurre en el reloj, cuesta mucho, y si te distraes buscando agujas en el pajar, sobresaliendo una que brilla a la vista y a la mano, estás haciendo las veces de osado y torpe, y la historia, te ha de condenar inexorablemente por egoísta e irresponsable.

Los soldados de COLOMBIA, SON LOS CRISTOS TERRENALES, esos que con valor dan su vida por nosotros; nunca los abandonemos.

Y al Dios del mundo, roguemos para que el JEFE SUPREMO de la FFAA, no se convierta en el centurión de ustedes.

A estas horas de la vida nacional, no podríamos decir que estamos solamente en crisis, sino en un profundo caos, que, por lo impredecible, es el más peligroso de los episodios que pueda desafiar la Nación.

Si la zozobra ciudadana se hace más ostensible cada día por todas las salidas descabelladas del gobierno, el temor a morir pasivamente, es más palpable, porque perturba la mente del ciudadano común que transita en su diario vivir a trabajar, que sale vivo de casa, pero que no es seguro que regrese.

Lo mismo o peor, le ocurre al soldado, con el triste ingrediente, que después de asesinado por las balas del enemigo a mansalva y sobre seguro, el Jefe Supremo, no se da por aludido, y solo sus deudos y superiores, son los que cargan el dolor de un glorioso hermano en Dios, que dio su vida por nosotros. ¿Acaso eso es justo? 

Y… como contraste, populísticamente, se mete en defensa en la complicada situación geopolítica de Gaza, comprando conflictos ajenos.

Los soldados, para mí, son réplicas de Cristos vivientes inferiores, son terrenales, pero que hay que admirarlos, pero… por culpa de ustedes mismos señores comandantes, que han permitido que los excesos de la subordinación, sobrepasen el mandato constitucional, los puso en un plano de inferioridad y de humillación.

El equilibrio militar es la capacidad de saber cumplir con la ley, con carácter, equidad y valentía, o como dice el rugiente tigre: con ardentía.

Quienes tienen la obligación de defendernos, pueden hacerlo con la herramienta que les da la Constitución, las leyes, y con la templanza de un carácter que no se rinda, ni menos, que se humille. Las armas se aplican a quienes se resistan, para eso existen.

Pero es una vergüenza que un delincuente a garrote limpio, desafié y apaleé, a quien tiene en sus manos un arma. ¿Dónde quedó la legítima defensa?

Estamos viviendo en un ambiente hostil, con muchas angustias, para adentrarnos en la fase del totalitarismo, que desea controlar todos los poderes, con lo cual se asoma al perfil de un régimen dictatorial, que pretende desconocer la independencia de estos. ¡Ah, terrible la historia de los cobardes que se escribirá, si dejamos perder la democracia, o que el tirano se atornille!

Las amenazas, los atentados, los acciones sicariales, el secuestro, la extorsión, las manifestaciones contra la propiedad privada, la toma vulgar e irrespetuosa de los campus de la Universidad Nacional, en Bogotá, por parte de los indígenas, entre comillas, MINGAS tira flechas y bengalas, y el incremento desbordado de la inseguridad, como los atentados a los candidatos de oposición, en todo el país, nos demuestra que estamos en un desgobierno y con desprotección total.

Cuando quien debe dar ejemplo de grandeza, de respeto a las Fuerzas Armadas y Policiales del país, no lo da, se tipifica un total abandono estatal que está a la vista, por el abandono y el desordenando incumplimiento de las funciones públicas, en que ni siquiera las necesidades básicas se han cumplido, como son, por ejemplo, la salud, la educación, la vivienda, los servicios públicos, ni el estímulo de la creación de la dinámica para generar empleo, porque se atacan a las empresas y sus empresarios y se espantan a los inversionistas.

Y para remate, ahora tienen en la mira las pensiones de los jubilados del país, sin excepción, lo cual, es un crimen que por tratarse de la vida de ancianos, sería de un delito de ‘lesa humanidad’. ¿Qué esperan hacer los jubilados, los que están en turno y los que vienen en cola, si esto les llega a ocurrir?

Les recomiendo recurrir al tigre, que tiene todo un equipo de juristas, para que demande esta infamia en ciernes. Se atenta contra los derechos humanos de los pensionados que viven de sus mesadas.

Volviendo al tema de la posición de las Fuerzas Armadas y Policiales, y del incumplimiento de la doctrina militar y policial, la aplicación de esta, si se debilita, implica constituirse en elementos de fácil manejo para un mandatario arbitrario, un tirano, y de aceptar esa situación, se convierten ustedes en cómplice y es ahí cuando la confianza ciudadana se aleja de ustedes, por decepción.

Es cierto que la política es el arte de la permanente controversia, y el de los militares la milimétrica disciplina. Pero el actual gobierno, los ha mezclado con la primera, y por eso se ha creado una sensación de participación soterrada con abandono de la doctrina militar. Por ello, a estas alturas el sistema actual, los está llevando al modo babel, porque nada parece entenderse.

Colombia está en aprietos, y ahora mucho más con el conflicto de Venezuela, que aprovechará Petro como justificación para no hacer elecciones. Eso está fríamente calculado. Por ello, es el momento en que las Fuerzas Armadas y Policiales del país deben actuar con carácter, al pie de las leyes y la Constitución, para evitar que nos convirtamos en un estado de violadores de las leyes naturales, y de las que rigen nuestra viva democrática colombiana.

Nadie sabe la sed del que otro bebe, sino hasta cuando se convierte en sediento. Bebe libertad, no bebas desesperanzas, y en ustedes señores militares, del pueblo, de los inconformes, y de la mano del doctor, Abelardo de la Espriella, está la salvación de la patria.Es hora de cerrar filas en torno a quien enfrenta las afrentas a la libertad, la justicia 

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