Presidente y alcaldesa: ¿el que peca y reza empata?

La alcaldesa Claudia y el presidente Duque

Por: Gustavo Castro Caycedo

El título de esta columna es una pregunta legítima al presidente y a la alcaldesa de Bogotá. Al final, anexo una serie de titulares de prensa que avalan lo escrito. 

El presidente de la República con la compra de vacunas para 35 millones de colombianos, generó la noticia más positiva en la peor tragedia de nuestra historia, dándole esperanzas a Colombia, cuando se registra ya la muerte de más de 45.000 personas y el contagio de 1´800.000, por coronavirus. Entre 209 países somos uno de los 11 peores en el mundo, en muertos e infectados, por la irresponsable, suicida y hasta criminal indisciplina social de miles de ciudadanos.

Pero también, por los imperdonables errores cometidos por el presidente y varios de sus ministros, quienes, habiendo pecado en materia grave, con arrogancia pretenden eludir la culpa de sus muy graves errores, y “desmontarse por las orejas” señalando “chivos expiatorios”. Es decir, defender ladinamente los días sin IVA, y culpar del caos y el contagio del 21 de noviembre, al “día de las velitas”, en un clásico “Ponciopilatismo”, comportamiento político negacionista de lo científico, que le achaca el pecado a la indisciplina ciudadana y no a sus fallas.

Es justo reconocer la eficiente gestión del presidente Duque en su anunciada consecución de vacunas para 35 millones de colombianos; pero no por eso podemos olvidar la cadena de errores que desbordaron la pandemia. En mi columna del 9 de julio pasado, escribí: «Nos habría gustado que el presidente lo hubiera hecho todo bien, porque hubiera evitado muchos de los más de 42.000 muertos que se acumularán en diciembre. El, ha tenido voluntad para buscar soluciones, luego de haber ignorado negligentemente la gravedad de la pandemia, y cuando por fin, ante una tutela, escuchó las voces de alarma de médicos, científicos, académicos, alcaldes, periodistas, congresistas y gentes que lo obligaron a reaccionar y afrontar la pandemia; pero el mal ya estaba hecho. El coronavirus y la muerte habían entrado al país impunemente por el aeropuerto Eldorado, lo cual pudo evitarse de haber actuado oportuna y decididamente.

Los médicos sin huir y la alcaldesa de vacaciones 

Como el presidente, la alcaldesa López, quien fue la primera en dar ejemplo de liderazgo para combatirlo cuando llegó el COVID, (y que hasta hizo reaccionar al Presidente Duque), también pecó en grande, creyendo como él que: “el que peca y reza empata”. Se fue de vacaciones y “abandonando el barco”, en el peor momento de la pandemia en Bogotá, ciudad por donde entró el virus a Colombia, y la más afectada por este, precisamente cuando los médicos y los trabajadores de la salud, extenuados por sus agotadoras jornadas poniéndole el pecho a la muerte para salvar vidas, habían pedido reiteradamente que se declarara la “alerta roja”. 

¿Qué ella había trabajado mucho? Sí, claro, pero no tanto como esos exhaustos salvadores de vidas que se están enfermando sin “huir” en pleno colapso hospitalario, y que ya contabilizan 125 muertos y 212 aislados hoy. Es incoherente que quien que “se opuso a los vuelos, voló” …Se fue, no obstante, el drama de los 70 bogotanos muertos a diario; del tope de las camas UCI; y de la escasez de medicamentos y de personal de salud, denunciada por el Médico Fabián Reyes, presidente de la Asociación de Especialistas en Urgencias y Emergencias, y por la Personería de Bogotá. La alcaldesa debió esperar a que se atenuara esa crisis y disminuye el contagio, pero se fue como diciendo: “sálvese quien pueda”. Y cuando un movimiento revocatorio buscaba “sacarla” de su cargo, regresó. Llegó cuando decenas de enfermos críticos hacen cola en los hospitales, siendo probable que no los puedan atender, porque muchos alcanzaron el 100 por ciento de ocupación UCI. Y entonces, ante la escalada de la pandemia ahora sí ella y el presidente se afanan y pactan la alerta roja y oyen a las asociaciones médicas que piden una cuarentena general. Vuelve y juega: “El que reza y peca empata”.

Por otra parte, la Doctora López pecó al permitir el partido finalista América Santafé, con público; ella, o su Secretario de Deporte sabían, (como en todo el mundo), que en Italia un encuentro de fútbol causó un altísimo contagio. Eso, los días sin IVA, las compras y rumbas de Navidad, desbordaron el COVID capitalino.

Combate al virus con criterio político y no científico 

El miedo al ver lo que pasaba en Europa, generó la obediencia civil cuando el presidente, tardíamente, cedió e implantó la cuarentena; su reacción forzada, funcionó. El, los alcaldes y gobernadores, multiplicaron las camas UCI; fortalecieron la estructura hospitalaria. Pero superado el pico del contagio, la gente se indisciplina. Tras haberles insistido en su “show de TV» que se aislaran, por presiones de Fenalco y otros gremios, el gobierno los sacó a la calle a comprar sin IVA, arruinando mucho de lo conseguido con el confinamiento. Con criterio político les apostó a los comerciantes, y no como han hecho en Europa y Asia: ¡A la vida! 

Con la excusa política de que, “se le ha dicho a la gente que se cuide”, ha tratado de “lavarse las manos”; pero él estaba obligado a tener en cuenta el grado de desobediencia e indisciplina de sus gobernados. No tomó medidas enérgicas para imponer la obediencia, así fueran impopulares y optó por atender intereses limitados y no superiores. Hay políticos para los que la prioridad es la imagen y la popularidad, y no se atreven a tomar decisiones drásticas pero acertadas, así sean impopulares. Pierden credibilidad, generan desobediencia ciudadana, pérdida de respeto y los problemas se les salen de las manos.

En la gravísima crisis sanitaria y de muchos otros órdenes, que vive el país, el gobierno ha utilizado muy mal miles de millones de pesos de la paz y otros rubros, en: encuestas, “lavado de imagen”, camionetas y hasta un helicóptero para la presidencia; en compras inoportunas y suntuarias, mientras en una encuesta de la Contraloría, 12.320 profesionales de la salud señalaron el abandono a que los han sometido. Ellos vienen denunciando a diario el maltrato, clamando al gobierno que haga que les paguen oportunamente; y que los doten de elementos con que puedan combatir el COVID. Caracol informó el 30 de diciembre que dos médicos hermanos murieron por Covid-19, en Cúcuta: el radiólogo Gustavo Salgar Villamizar, quien días antes criticó al gobierno por el mal manejo de la pandemia, diciendo: “¡Por qué carajo nos llaman héroes! ¿De qué? Nos tratan como el trasero de este país, todo el mundo cae, y cae… ¿Y el gobierno?” ¡No hay gobierno! Ocho días después murió también por coronavirus, su hermano Édgar, cirujano. 

Sin embargo, la inmensa mayoría de los sacrificados trabajadores de la salud, sigue firme salvando vidas, aunque muchos están enfermos, con estrés, agotados. Unos pocos no han resistido que los abusan y maltratan hasta pagándoles muy a destiempo, y han renunciado inhabilitando camas UCI, y el gobierno no se inmuta.

Nunca en los 66 años nuestra televisión, (ni en ningún país del mundo), un presidente se apropió de la TV para hacerse publicidad, en lugar de preocuparse por las muertes de la violencia y del virus que tienen postrado al país, y por otros mil problemas que lo aquejan. A él no lo eligieron para que perdiera el tiempo como animador, sino para gobernar. Pero con arrogancia, no acepta que las encuestas de opinión sancionan su necia sobreexposición a las cámaras de TV. 

Responsables de que la pandemia se disparara

La exitosa “operación vacuna” liderada por el presidente, (a quien le tocó la peor crisis de los últimos 100 años), marca un alivio al drama de la creciente pandemia que enluta a Colombia, debido a factores como la suicida, irracional y hasta criminal indisciplina social de hordas de compradores sin guardar medidas de bioseguridad en los funestos días sin IVA; a unos desadaptados fanáticos del fútbol; al ejércitos de violadores de las normas antivirus; a viciosos del licor y a bárbaros protagonistas  de “tomatas” y bailes encubiertos en casas, bares, y hasta en prostíbulos. A gente que arma “rumba” para celebraciones públicas o familiares; y hasta a irresponsables congresistas que asisten a peleas de gallos clandestinas y a alcaldes mentirosos y difusores del virus, como el de Popayán.

Otro grupo humano de indisciplinados es el forzoso de mujeres, hombres jóvenes mayores, y hasta niños, que llevando el miedo en los ojos y en el alma están obligados a salir al “rebusque” para que sus familias no se mueran de hambre, y a quienes el coronavirus, la miseria y la violencia, amenazan su vida 24 horas al día. 

Pero el desbordamiento del COVID, también se debe a gravísimos errores del presidente, de algunos de sus asesores, y de los ministros de Salud, Transporte, Comercio, y Relaciones Exteriores; al Invima, que se volvió “aliado del demoníaco coronavirus, y a otros funcionarios autores y actores de negligencias, decisiones equivocadas o irresponsables, de populismo y otros costosos pecados. Sí, a todo eso se le debe que Colombia sea hoy uno de los 11 líderes de la macabra marcha de la muerte y del contagio, entre 209 países del mundo. 

Es oportuno refrescar la memoria anestesiada de quienes olvidan las causas primarias que nos llevaron al drama del COVID que vive el país. Al presidente le faltó acción oportuna; no debió actuar con criterio político sino científico en los momentos vitales. Fue indeciso, perdió tiempo valioso que permitió el avance libre del coronavirus. Erró en lo que no se podía fallar: en el cierre de aeropuertos y fronteras, cuando por allí entraba impune el coronavirus, él dijo enfático: “El aeropuerto Eldorado no se cerrará”. El día anterior una tutela lo conmina a hacerlo. La presión de varios sectores de opinión lo obligó a actuar. 

También falló al negarse a decretar la cuarentena; y al impulsar los funestos días sin IVA del 19 de junio y el 21 de noviembre, que Colombia pagó muy caro. En “sabotear por decreto”, (debido a celos de liderazgo), a los alcaldes que oportunos ordenaron cuarentenas y toque de queda contra el COVID. Y ellos se lo revelaron.

En mi primera columna de marzo, titulada: “Señor presidente, reaccioné”, escribí: “Lo único efectivo para eliminar la causa primaria de la propagación del Coronovirus, es ordenar el aislamiento aéreo. ¿Cuál es la razón para eludir ese aislamiento? ¿Valen más los intereses económicos de algunos, que la vida de muchos? Ayer un grupo de importantes médicos, científicos, y representantes de otros sectores, enviaron al presidente un claro mensaje en este sentido”.

Los pecados de algunos ministros 

El 23 de enero 2019, el ministro de Salud, declaró: “No hay coronavirus en Colombia”. Pero sí lo había, el DANE estableció que la primera víctima murió el 16 de febrero, o sea que se infectó en enero. Pero el gobierno le dijo al país que, “el primer colombiano murió por COVID19, el 12 de marzo”, o sea 26 días después. 

El presidente ha repetido: “El gobierno no es culpable de una pandemia” …Claro que no, de lo que es culpable es de sus decisiones tardías y equivocadas, y de decir al país cosas que no son ciertas. El ministro de Salud, hasta marzo sostuvo: “No es necesario usar tapabocas”. Y le mintió al país el 13 de abril, asegurando: «La curva del coronavirus, ya se aplanó»; lo que solo sucedió casi cinco meses después. Y el 19 de junio, cuando aseguró: “No se preocupen que tenemos todo controlado”. ¿Todo controlado? Por Dios, somos uno de los 11 líderes del coronavirus entre 209 países del mundo. 

¿Con 45.000 muertos, todo controlado?

Un ejemplo de ese “control”, lo da “Epidemic Stats”: Colombia acumula 32.115 infectados por millón de habitantes; Nicaragua 907; Cuba, 1.965; Venezuela (con médicos cubanos) 3.999; Uruguay 5.494; El Salvador 7.768; México 11.003: Ecuador 11.552; Honduras 12.297; Bolivia, 13.625; Paraguay 15.040.

 El 1° de noviembre, el ministerio de Salud reportó 34.686 muertos por el COVID, pero con transparencia, el director del DANE informó a los medios que “6.602 fallecidos no contabilizados eran sospechosos de haber muerto por Coronavirus”, así la cifra en esa época ya estaba alterada pues había 41.288 víctimas del virus. La cuestionada ministra de Transporte, sorprendió al país afirmando, contrario a la opinión médica: “El Transporte público no es foco de Contagio”. En los noticieros repitió: “No hay riesgo de contagio en buses ni aviones”. Pero la realidad es otra: el periodista Alberto Pico, adquirió el virus en un vuelo Bogotá Cartagena, y murió

Otra gravísima falla, ya señalada, fue la desastrosa ejecución del Día sin IVA el 19 de junio que causó el caos “mercachiflero”, organizado por el falaz ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, quien trató de desmentir lo que mostraban los medios nacionales e internacionales, se atrevió a decir: “El día sin IVA fue un éxito y transcurrió tranquilo”, pero lo refutó la periodista Vanesa de La Torre el mismo día cuestionado por los medios nacionales e internacionales. Para el Doctor Hernán Flórez, del Colegio Médico de Bogotá y Cundinamarca: «El crecimiento imparable de muertos, fue consecuencia del primer día sin IVA».

Cinco meses después, algunos gremios médicos y profesionales de la salud advirtieron reiteradamente sobre el nuevo riesgo de incremento de contagios que presentaría el Día sin IVA del 21 de noviembre. Pero el gobierno, de nuevo liberó las compuertas para que la gente saliera a gastarse la plata, y a contagiarse. 

“Medidas muy peligrosa para la vida de los colombianos”

“Podrán ser medidas económicas, pero altamente peligrosa para la vida de los colombianos”, dijeron los médicos, y expresaron “temor de que se volvería a desatar una oleada de coronavirus 15 días después, como en efecto sucedió: La nueva desbordada marcha de ciudadanos “lanzados” a comprar por adelantado los regalos de Navidad, para dicha de Fenalco. El gobierno rompió de nuevo el confinamiento preventivo, y ordenó adelantar el pago de sueldos y primas. Nubes de compradores salieron a adquirir juguetes, ropa y regalos, violando las normas de bioseguridad.  Algunos compraron electrodomésticos por Internet, pero en almacenes, centros comerciales, y calles del rebusque, reinaron los tumultos, 

Naufragó el distanciamiento; miles de irresponsables compraron apretujados sin careta, transmitiendo la muerte. A infinidad de bárbaros que se dejaron seducir por los “mercachiflistas” cantos de sirena”, “lo barato les sale muy caro”; sí, se ganaron el IVA, pero 14 días después, el rebrote los contagió, o murieron.

Es que la gerencia de una pandemia corresponde al modelo de prevención de ese grave problema, no al mercado financiero. Otro craso error del presidente fue delegar el manejo de la pandemia a economistas, abogados y administradores expertos en comercio, en turismo, en industria aeronáutica, y en política, (autores ellos de los funestos días sin IVA), y no a epidemiólogos y científicos expertos.

El presidente quiso “sacudirse” de su equivocación, echándole la culpa: al “Día de las Velitas”. Pero no los médicos que habían advertido una “prima navideña con coronavirus incorporado”. Ya era tarde, él no escuchó su llamado a la reflexión. Había vuelto a instar a los colombianos a permanecer en sus casas, hasta cuando hubiera vacuna. Pero se contradijo al volver a cambiar el mensaje, invitándolos de nuevo a que salieran, al “rebajón” de precios.

Éxito en lo de las vacunas, pero mucha improvisación y contra órdenes en otras cosas. Y “pifias” como la de las grises ministras del enredo con las pruebas COVID a los viajeros. Tras ordenarlas, de un día a otro, el presidente y su Minsalud, resolvieron que ya no eran necesarias.  “Están invitando a contagiar libre, con fiebre, tos y ahogo, en primera y en clase turista”, dijo un médico en TV. 

Dos días después, en otro arrebato, decidieron vetar a los viajeros procedentes de Países Bajos, España, Francia, Argentina, Alemania, Canadá y Chile. Las ministras del oso, fueron: la de Relaciones Exteriores y la de Transporte, que al día siguiente cancelaron la prohibición. Horas después, llegó otra contraorden presidencial: “Que sí pueden entrar los viajeros sin pruebas de COVID. Parecía que lo importante es que se vendieran muchos tiquetes, para ello les bajaron el IVA del 19 al 5 por ciento. Cierre: dos jueces prohibieron al gobierno omitir las pruebas. El gobierno intentó hacer caso omiso, ¡pero la Ley se impuso!

Por el dañino afán político de quedar bien 

La falta de liderazgo y autoridad para haber tomado medidas rigurosas los días sin IVA, el día de las velitas, las jornadas mercantiles de Navidad y el Año Nuevo, (como lo hicieron los gobernantes de Europa, Asia y algunos de América), permitieron olvidar que lo primero era defender la vida de los colombianos. Las restricciones estrictas a tiempo, eran el mínimo sacrificio que habríamos tenido que pagar los colombianos por defender la vida de nuestras familiares, amigos, compañeros, vecinos, conocidos y desconocidos. La dañina cultura del proceder político de algunos gobernantes, para privilegiar a unos, en momentos tan graves como el de la pandemia que exigía un manejo científico, es un proceder permisivo injusto, egoísta e ilegítimo, generador de la indisciplina social que se volvió inatajable, y que a atentado contra la vida de las personas

El afán político por mostrar resultados para “quedar bien”, propicia mentiras, errores y fallas que llevan a una espiral de contagios que ejerce una dramática presión sobre médicos, enfermeras, bacteriólogos, y demás trabajadores de la salud. Hoy, luego de “sacarle el cuerpo a las medidas drásticas que debieron tomar a tiempo, y por ello haber perdido credibilidad y autoridad el presidente y la alcaldesa han tenido que decretar medidas de cuarentena, toque de queda, y alerta roja. Para bien de todos, ojalá les obedezcan.

¿Será que alguien se responsabiliza por las muertes de colombianos, debidas a las tardías decisiones y a los graves errores cometidos al enfrentar la pandemia?

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