FLORANTONIA SINGER JUAN ESTEBAN LEWIN
“La amistad de los dos pueblos debe mantenerse, pase lo que pase”, dijo Gustavo Petro en Caracas, cuando aún no cumplía 100 días como el primer presidente de izquierda de la Colombia contemporánea. “Es una reconciliación”, dijo esa misma tarde del 1 de noviembre de 2022 su anfitrión, Nicolás Maduro, en referencia al que era el primer encuentro entre presidentes de dos países con profundas conexiones de todo tipo, y que venían de una ruptura de relaciones diplomáticas. Menos de año y medio después, los dos presidentes se reúnen por sexta vez, ahora como cierre de unas semanas de distanciamiento marcadas por Petro, quien calificó de “golpe antidemocrático” la inhabilitación de la opositora María Corina Machado para las presidenciales venezolanas, previstas para julio. Ocurre un simbólico 9 de abril, la fecha del magnicidio del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, a quien Maduro llamó, hace un año, “símbolo de las luchas por la dignidad de los pueblos humildes”.
El acercamiento entre Colombia y Venezuela, una bitácora que ya tiene dos viajes previos de Petro a Caracas y varios encuentros presidenciales en cumbres, se congeló hace unas semanas por los llamados que se hicieron desde Bogotá, inicialmente en voz del canciller encargado Luis Gilberto Murillo, para promover unas elecciones libres, justas y competitivas. La de Colombia no ha sido la única voz de alerta en la comunidad internacional, ni la única de los países con los que Venezuela mantiene buenas relaciones; también lo hizo Brasil, frente a la reversa que ha puesto el Gobierno de Nicolás Maduro a los compromisos firmados el año pasado en Barbados. El Gobierno de Nicolás Maduro no solo ha inhabilitado a la candidata Machado, sino que impidió la inscripción de quien designó como sustituta, la académica Corina Yoris, y ha encarcelado dirigentes de su partido Vente Venezuela. Aunque Petro no reaccionó inicialmente a la inhabilitación, las últimas maniobras motivaron su crítica, respondida de forma airada por Maduro al señalar sin nombres a una “izquierda cobarde”.
Con la llegada de Petro al Palacio de Nariño no solo se volvieron a nombrar embajadores en ambos países, o a reabrir formalmente una frontera que vio pasar a varios millones de venezolanos migrantes en la última década. Maduro también recuperó interlocución con el mundo, luego de varios años de aislamiento diplomático y económico por la deriva autoritaria a la que llevó al país. Los dos presidentes se necesitan. De un lado, entre 2022 y 2023 Petro intentó liderar la solución al conflicto venezolano con gestiones para retomar las conversaciones estancadas entre el Gobierno venezolano y la Plataforma Unitaria que reúne a la oposición, que finalmente desembocaron en el acuerdo de Barbados. Hace un año, organizó una conferencia entre países para discutir los problemas derivados de la prolongada crisis venezolana que llegó a nada y no lo dejó muy bien parado.
Del otro lado, para Colombia ha sido fundamental el impulso de Venezuela a las negociaciones con la guerrilla del ELN, la última que subsiste en un país que ha sufrido décadas de conflicto armado interno. Los diálogos, que han tenido sedes rotativas fuera del país y se iniciaron en Caracas, han tenido resultados concretos como ceses al fuego temporales. Sin embargo, avanzan con lentitud y sin producir mayor entusiasmo en una sociedad que ve que su conflicto se recrudece en medio de una proliferación de grupos armados y una ambiciosa y difícil política de Petro para negociar con todos ellos en paralelo. Justamente, este mes, del 12 al 22 de abril, se retomarán las conversaciones en la capital venezolana.
Los últimos roces entre los presidentes por las elecciones en Venezuela han dejado soterrada en la agenda bilateral el asunto económico. Una de las grandes apuestas y promesas de la reactivación de las relaciones era un comercio que llegó a ser el más importante para los dos países en los años noventa. Aunque tras la apertura de la frontera desde septiembre de 2022 hubo un avance que se concretó en un intercambio por unos 143 millones de dólares en el primer año, sigue estando lejos de los récords de décadas atrás. Pese a los desencuentros, Colombia ha avanzado en la reapertura de cinco de sus consulados en Venezuela, que este año han comenzado a prestar servicios a sus connacionales.
La superación del choque diplomático queda patente no solo por la visita de este martes, sino por la reunión de los cancilleres Murillo e Yván Gil este lunes en Cúcuta, la ciudad colombiana que es la más grande y poblada de la frontera entre los dos países. En el encuentro, el ministro colombiano anunció que el Gobierno de Maduro propuso que Colombia sea “observadora electoral” en las presidenciales de julio. Hasta el momento no ha habido respuesta definitiva del Gobierno de Petro.