Por Óscar Domínguez Giraldo
Tienen la edad de nuestros sueños eróticos. A cada una se le puede endosar el piropo de Jean Cocteau a María Félix: Es tan bella que hace daño. También sale con su leyenda el apodo de stradivarius del sexo que los japoneses le afrijolaran a Marylin Monroe.
Sofía Loren le lleva una eternidad de ocho días a su colega de leyenda, Brigitte Bardot. Nacieron el 20 y el 28 de septiembre. Sofía celebró con todos los juguetes. Su amigo Giorgio Armani creó un traje exclusivo para su coquetería.
La Bardot, retirada del “mundanal ruido” hace 50 años para dedicarse a la defensa de los animales, brindó con sus perros, gatos, cabras…, su cuarto marido, y pocos amigos en su villa francesa de Saint-Tropez, donde “epató” en sus años de protagonismo.
Cuando dominaban la escena sus fans vivíamos en un mundo ingenuo, elemental. Nos disparaba la bilirrubina sexual ver un prosaico jarrete. Si eran vanguardias y retaguardias como las de SF y BB, ni se diga. Sus películas estaban prohibidas.
Los bailes de la muchachada se realizaban en las casas, en presencia de las suegras que mantenían los ojos abiertos como un dos de oros. Los paseos de olla incluían la presencia de adultas responsables. Sonaba un bolero en la radio se lanzaba al ruedo. Era la única forma de estar cerca del “volcán de tu pecho, arriba de tu cintura”.
La Loren dijo en la celebración que “la ventaja de la edad es que no podemos perder el tiempo en cosas inútiles. Una velada como ésta es demasiado corta. Hemos reído, llorado y brindado juntos. Y si hay un regalo que puedan hacerme es celebrarme, no sólo a mí, sino a todos los que seguimos”.
En su íntima celebración, la Bardot lamentó que no le hayan dado el mejor regalo: prohibir el consumo de la carne de caballo en Francia.
Poco dada a las entrevistas declaró a la France Press que “afortunadamente, no cumplo 90 años todos los días. A veces me digo que preferiría tener 20 años. No me importa la vejez: Ni siquiera la vi llegar”.
Fue breve pero sustanciosa: “Huyo de la humanidad y tengo una soledad silenciosa que me sienta muy bien”.
SF y BB no nacieron para ser el olvido que seremos los demás mortales. Larga vida, y Japiberid para dos de nuestros amores platónicos de “jodentud”.