Por Óscar Domínguez G. (El Tiempo)
Toda época se da los lentejos que se merece. Este especimen del circo del sol político criollo, toma la forma del presidente o del gobierno que lo contiene.
Nuestro trepango hizo suya la receta de Groucho Marx: tengo principios, pero si no le gustan se los cambio por otros. Esos otros pueden ser un obeso contrato o un puesto, ojalá en euros. Todo ha subido.
Cuando sospecha que lo van a “mermeladear” (sobornaré) aparece con un fajo de hojas de vida de sus validos o sacamicas.
Tiene nexos de sangre con el manzanillo a quien define como el sujeto que te gana las elecciones. Prefiere que no le digan lagarto o avivato pero si necesita de sus marrullas, las adopta. “Un poco muy mucho” hay de sapo en él: es capaz de delatar a su sombra.
Tiene bien averiguado dónde hay vacantes suculentas para encantar a su rebaño político. Yo te voto, tú me nombras a una de mis fichas, es el cambalache que se da en estos casos. Siempre ha sido así.
De un momento a otro, en tiempos de Petro, el lentejo cobró vigencia. Como la cúpula palaciega está dispuesta a pasarse por la galleta las escurridizas directivas políticas que no le copian porque no recibieron lo suficiente para comer a dos carrillos, nuestro paracaidista está listo para entrar en acción.
La irrupción de los lentejos se hará a espaldas de liberales, conservadores, de “la U” , y de Vargas Lleras quien está renovando su repertorio de coscorrones. Está en campaña.
El lentejo rinde tributo a quienes implantaron esa modalidad que data de los tiempos de Esaú que vendió a Jacob sus derechos de primogenitura por un guisado de lentejas y pan. Don Quijote las comía los viernes. Entonces se llamaban “lantejas”. Ni con a ni con e he podido con ellas.
En Colombia, a los que colaboran a espaldas de sus jefes se les llama lentejos desde los tiempos de Laureano Gómez, aclaró desde su púlpito en La W el historiador Alberto Casas, alvarista purasangre, mano derecha de “Julitonomecuelge”.
El lentejo de la era Petro, tiene asegurado asiento privilegiado frente al balcón de Palacio el primero de mayo, sostiene que lo que Congreso no da, la calle lo autoriza o lo presiona, ve un helicóptero y saluda a la vicepresidenta Francia Márquez. Para parecerse al jefe llega tarde a todo. O no asiste.
El presidente Petro y sus alegres lentejos tienen la sartén por el mango. De malas, si no se salen con la suya.
Caricatura
El lentejo colombiano tiene mucho de sapo, avivato y lagarto. Así ve a estos especímenes mi sobrino A ndrés Acosta Domínguez.