Por Óscar Domínguez Giraldo
Apenas 52 años después le agradezco a Yamid Amat la invitación que me hizo a comentar una partida del mundial de ajedrez que disputaban en Reykjavik, Islandia, Boris Spassky y Bobby Fischer. Como jefe de redacción de TV Sucesos de Alberto Acosta, me dio dos minutos para mi faena. Me tomé ocho. (Pido disculpas a las elegantes damas invitadas por Amparito Pérez que llegaron a Inravisión de la calle 24 elegantes, olorosas a Chanel. Se quedaron vestidas y alborotadas).
Recordé estos hechos cuando Yamid entró en un forzoso sabático por el cierre del noticiero CM&. Que desaparezca un medio es tan lamentable como la extinción de una estrella, o del colibrí más lento de la creación. Difícil imaginar al temperamental periodista, “chivólatra” y as de las entrevistas, levantando los pies para que barran por debajo o haciéndole siesta a un tinto.
Si Alzheimer no me hace quedar mal, la noche de marras comenté la sexta partida del match que finalmente ganó el retador gringo. Yo veía que los asistentes al estudio me hacían señas, incluido el célebre productor Ciro A. Linares. Como soy cegatón y optimista incurable, asumí que me animaban. Negativo al cien.
Amat hacía parte del equipo de ensueño que había integrado el maestro Acosta, de arisca dicción, para sus dos noticieros y un sabatino programa de variedades. Cuando le quitaron sus espacios, le adjudicaron un programa musical. “Me confundieron con Alci Acosta”, comentaba el hombre nacido en Itagüí, Antioquia, que fundó periódicos y noticieros de radio y televisión.
Su breve pero contundente hoja de vida, termina con esta confesión: “Es un abuelo solitario”. Lo decía alguien que se tuteaba con el poder desde los tiempos de la dictadura de Rojas Pinilla.
Otros integrantes de su equipo eran Gloria Valencia de Castaño y Jaime Sanín Echeverri. Darío Silva, excelso contador de chistes, no había sido tentado por el turbayismo ni por la teología. La diva Virginia Vallejo, arma secreta de Acosta para mantener despiertos a los televidentes de medianoche, no había empezado a juntarse con malas compañías. Se me pone la carne de armadillo pensar que mientras la recogíamos en el carro del noticiero para ir a camellar, de pronto dejaba a Pablo Escobar barriendo, trapeando y cuidando su apartamento de la avenida Caracas. Verla y oírla no daba sueño.
En reciprocidad por la contrariedad que le causé al jefe Amat, le garantizo que de anonimato nadie ha muerto. Y que es rico pasar de todas las formas de lucha a todas las forma de locha. En eso consiste la jubilación. Que disfrute el descanso del guerrero que se ganó después trabajar durante décadas 24 horas todos los días de la semana.
Y mis felicitaciones en su cumpleaños numero 83, hoy 2 de diciembre.
Hace apenas 25 años le envié esta líneas a Yamid:
Yamid Amat está al fondo de gorra blanca. Las periodistas son Daissy Cañón y Carolina Turbay; otros periodistas son Dario Arizmendi, Daniel Coronell y Mauricio Vargas. Los «guerrillos» que atendieron la visita de directores de medios son Raúl Reyes y alias El Guajiro. En primer plano, Víctor G. Ricardo, consejero de paz del gobierno de Andrés Pastrana. (odg)
Santafé de Bogotá, 3 de mayo de 1999
Señor
YAMID AMAT
Mandamás Caracol Noticias Televisión
Ciudad
Apreciado Yamid:
Suerte, salud, longevidad y altos niveles de sintonía.
Como sospecho que tienes tu presuntoteca, te envío esos retratos en los que te tuteas con el blancaje de las Farc en la Machaca, donde nos hicimos picar del virus de la paz.
Comparto tu erótica devoción por la chiva que podemos equiparar a correr 100 metros por debajo de los 10 segundos, hacer hoyo en uno en el elitista juego de golf, meter goles olímpicos a lo Marcos Coll, hacer un juego no hit – no run, en el béisbol, ganar en póquer cañando con par doses frente a una orgía de ases, enamorarse a primera vista de una mujer o de un libro…
En fin, nada más orgásmico que la chiva como dijiste ante un tendido de damas, acostumbradas a orgasmos en sitios menos incómodos que la poco afrodisíaca Machaca.
Mis amnesias a las pechichonas Viena y la casta Susana a quienes no tengo el placer de conocer personalmente en persona.
Saludos mil de Ignacio Ramírez a quien no le chocaría volver a trabajar a tu lado, como en los tiempos del maestro Alberto Acosta. Mantiene intactas su capacidad y creatividad.
Buen viento y buen a-mar
Adiosito, odg