Maura Yuliana Ramírez conoció a Andrés Hernández, actual cónsul de Colombia en México, en 2015. Era el novio de uno de sus mejores amigos. La pareja decidió irse a vivir juntos y los dos le pidieron a Maura que les sirviera como codeudora para arrendar un apartamento. Ella aceptó. Meses después se enteró de que, sin su autorización, la habían presentado como arrendataria ante la inmobiliaria. No lo supo por ellos. Hernández y su pareja llevaban varios meses sin pagar el arriendo y Maura recibió una llamada en la que le decían que, si no se ponía al día, la iban a reportar en las centrales de riesgo como deudora morosa.
Ante eso, les reclamó y exigió que pagaran las deudas. No fue así, y finalmente ella pagó esos meses de arriendo para evitar el reporte en las centrales de riesgo porque necesitaba un préstamo para estudiar. Pero no quería perder el dinero. Se reunió con Hernández para acordar un plan de pago y el ahora cónsul firmó una letra de cambio en la que se comprometía a devolverle todo, 2.124.000 pesos de entonces (unos 950 dólares de la época).
Hernández siguió viviendo en el apartamento por varios meses más, ya sin pareja, pero volvió a incumplir los pagos del arriendo. De nuevo, Maura asumió los costos para evitar problemas legales. “Al principio pensé que era un conchudo, pero con el tiempo me di cuenta de que abusó de mi confianza, me estafó y desapareció”, dice en diálogo con EL PAÍS, “en total me quedó debiendo casi cinco millones de pesos de ese momento”. Se trata de poco más de dos mil dólares.
En un cruce de correos de la época, Maura evidencia cómo le insistió a Hernández que pagara. “Muy buen día Andrés, te he estado llamado y escribiendo al WhatsApp y no me has contestado. Recuerda que teníamos un compromiso que el 15 de marzo comenzabas a pagar mensualmente 500.000, y finalizabas pagándome los $2.918.393, en octubre de 2017, requiero tu respuesta urgente”. Hernández nunca le respondió. Tampoco pagó las cuotas.
En otro correo, Maura expresa su desconcierto: “Te he llamado, escrito y he tratado de contactarte a través de los medios posibles para revisar por qué hasta la fecha no tengo ningún desembolso en mi cuenta. Me parece que no es justo conmigo que haya asumido la responsabilidad desde el año pasado de un tema del cual no consumí ni un peso, estoy dando tiempo para que me respondas, de lo contrario, no solo voy a hacer la radicación en el juzgado para cobrar la letra de cambio, sino también generaré una demanda por abuso de confianza”.
Ocho años después, Maura cuenta que Hernández nunca le ha pagado ni un peso, que la bloqueó de todas las redes y no le volvió a contestar los mensajes, los correos, ni las llamadas. “Ya no me interesa que me pague después de tanto tiempo. Pero sí que no siga teniendo ese comportamiento. Hago público esto para que nadie más caiga. Ese señor me robó”.
El señalamiento de Maura se suma a la denuncia penal por estafa que interpuso Sonia Cuesta, antigua subordinada de Hernández en el consulado. De acuerdo con el testimonio de Cuesta revelado por EL PAÍS, el cónsul se quedó con más de 80 millones de pesos (casi 20.000 dólares) de sus ahorros de toda la vida. Este diario también ha revelado múltiples cuestionamientos contra el cónsul por malos manejos de dinero público, deudas millonarias, negligencia, misoginia y acoso laboral.
El hecho de que el aparente robo a la señora Ramírez haya ocurrido en 2016 muestra que estos comportamientos vienen desde hace tiempo. “Lo que más me ha afectado de la situación es que soy administradora pública, me he formado en lo público, trabajo en lo público, y me da mucha indignación ver a una persona de este tipo ocupando un cargo tan importante”. Maura señala que ella es parte del proyecto político progresista, que cree en el Gobierno de Gustavo Petro, pero está muy decepcionada del silencio de la Cancillería ante las denuncias contra el funcionario. “Uno duda de la transformación real del país si los tomadores de decisiones son tramposos o ladrones, como Hernández”, dice. Y concluye: “Me parece una incoherencia del proyecto político que él siga siendo cónsul”. Hernández no respondió a las preguntas de este diario relacionadas con el caso de Ramírez. En una llamada privada con el periodista Daniel Coronell, conocida este miércoles, afirmó que su abogado y el presidente Petro le habían recomendado no dar entrevistas.
El cónsul tampoco contestó las preguntas sobre una deuda con el señor Jeisson Castro, un colombiano que vive en México y al parecer es cercano a Hernández. Hace pocos semanas, Castro denunció en su cuenta de X un comportamiento similar, en respuesta a un mensaje que denunciaba la presunta estafa a Sonia Cuesta: “Me hizo lo mismo con 3.000 pesos mexicanos que nunca me devolvió y confié como un favor que le depositaron en su cuenta en México en diciembre de 2023. Desde entonces no me responde WhatsApp ni Instagram”.
Dejar una contestacion