Microcrédito con menos requisitos para reducir la pobreza monetaria propone la banca

Foto Q'ubo Bogotá

La pobreza es reconocida como un mal social y un desafío global, siendo su erradicación un objetivo central de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Desde una perspectiva monetaria, en 2022 la pobreza afectó a cerca de 3,62 mil millones de personas en el mundo, situación exacerbada por la pandemia de COVID-19. En Colombia, la pobreza monetaria se redujo en 4,2 pp entre 2012 y 2022, sin embargo, al final de este periodo, más de 18,3 millones de personas vivían aún por debajo del umbral de pobreza monetaria.

La Asociación Bancaria de Colombia a través de su publicación de Banca y Economía plantea un análisis de la relación existente entre inclusión financiera, pobreza y microcrédito. Además, realiza una revisión de literatura sobre la implementación de los microcréditos como herramienta para mitigar la pobreza.

Situación de la pobreza monetaria en el mundo y en Colombia

La pobreza, entendida como la carencia de ingresos suficientes de un individuo u hogar para cubrir necesidades básicas tales como alimentación, vivienda, educación y salud, es una de las múltiples formas en las que se manifiesta la desigualdad económica y social. Si bien en la práctica se trata de un fenómeno multidimensional, los niveles de pobreza a menudo se miden utilizando dimensiones económicas basadas en los ingresos y la relación entre el gasto total y el gasto en alimentos .

De este modo, se establecen la línea de pobreza monetaria, extrema y la línea de pobreza monetaria .

En lo que se refiere a la pobreza monetaria extrema, el mundo ha observado una marcada tendencia a la baja en las últimas tres décadas.

En Colombia, la cantidad de personas que viven en pobreza monetaria y extrema se ha reducido drásticamente en los últimos años (Gráfica 3). Puntualmente, entre 2021 y 2022, el nivel de pobreza monetaria se redujo en 3 puntos porcentuales (pp), lo que equivale a cerca de 1,3 millones de personas. Sin embargo, la pobreza en el país sigue siendo un reto importante: para el 2022, más de 18,3 millones de personas estaban por debajo del umbral de pobreza monetaria en Colombia.

Simultáneamente, en América Latina, Brasil fue pionero en el desarrollo de las microfinanzas, expandiéndose a los demás países de la región a partir de 1980, con notables casos de éxito como el Bancosol en Bolivia y Mibanco en Perú. Para el caso colombiano, existieron múltiples iniciativas de créditos dirigidos al sector rural y a personas en condición de pobreza entre los años 70 y finales de los 90. Sin embargo, no fue sino hasta la promulgación de la Ley 590 de 200013 que se creó el escenario propicio para impulsar los programas de microcréditos formales dentro del sistema financiero, reconociendo las fallas de mercado en la democratización del crédito y facilitando el acceso de las Mipymes a recursos financieros.

Además, a través del CONPES 3424 de 2006, Colombia adoptó la política de inclusión financiera por medio de Banca de las Oportunidades, que a su vez promueve el acceso al crédito y a los demás servicios financieros en búsqueda de la equidad social . Desde entonces, el país ha logrado consolidar un sólido mercado de microcrédito, que ha expandido su cobertura a nuevos territorios

Desarrollo del microcrédito como herramienta para superar la pobreza

El microcrédito, como instrumento de acceso a recursos financieros para combatir la pobreza, surge en Bangladesh en la década de 1970 como iniciativa del economista y nobel de Paz Muhammad Yunus. La propuesta luego se consolidó en el Banco Grameen bajo la primicia de que los préstamos son una mejor alternativa que los programas asistencialistas para erradicar la pobreza, pues Yunus argumentaba que los préstamos de bajo monto ofrecen a las personas la oportunidad de tomar iniciativas en la creación de sistemas productivos y el fortalecimiento de capacidades, haciendo menos vulnerables a las personas frente a carencias monetarias.

Según el Reporte de Inclusión Financiera 2023 de la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC) y Banca de las Oportunidades, el 26,6% de las personas naturales y jurídicas que accedieron al crédito por primera vez en ese año, lo hicieron a través de microcréditos.

Factores facilitadores y obstaculizadores del acceso al microcrédito

Desde la oferta, existen diversos factores que pueden facilitar u obstaculizar el acceso al microcrédito y que, para el caso colombiano, han impactado significativamente su profundización. Actualmente, existen cinco modalidades de microcrédito en el país: popular urbano, popular rural, productivo urbano, productivo rural y productivo de mayor monto . Cada modalidad tiene un techo impuesto a los tipos de interés que responde al promedio ponderado de las tasas a las que las entidades realizaron desembolsos de créditos en su periodo de referencia.

Los topes a los tipos de interés o tasas de usura siguen siendo un instrumento ampliamente utilizado en muchos países, en especial aquellos de ingresos medios y bajos. La justificación económica y política para fijar estos topes es proteger a los consumidores de la usura o reducir el costo del endeudamiento. No obstante, en la práctica opera como un mecanismo de control de precios que genera distorsiones en el mercado crediticio y dificulta el otorgamiento de créditos a la población informal y de bajos recursos, obstaculizando la profundización e inclusión financiera, toda vez que obliga a las entidades a canalizar la mayor parte de recursos de colocación hacia sectores con menores niveles de riesgo.

Bajo este escenario de contracción en la oferta, las entidades no pueden otorgar créditos a segmentos que solo serían atendidos con tasas de interés superiores a los límites establecidos. En el caso del microcrédito, la población objetivo son prestatarios de bajos recursos que típicamente carecen de garantías colaterales e historial crediticio, por lo que representan un segmento más riesgoso para las entidades. De este modo y, con el fin de garantizar la estabilidad del sistema financiero y aplicar una adecuada gestión de riesgos, los productos dirigidos a esta población requieren operar con tasas de interés superiores.

Conclusiones y consideraciones finales

En conclusión, es recomendable que las políticas públicas sean de carácter integral, de tal modo que no solo se facilite el acceso a los microcréditos, sino que también incluyan programas de educación financiera, asistencia técnica y gestión del crédito que permitan mejorar la productividad y superar las trampas de pobreza y vulnerabilidad. Igualmente, los microcréditos tienen un mayor impacto en áreas con mayor potencial de crecimiento económico, por lo que valdría la pena focalizar dichas áreas y mejorar la accesibilidad a productos y servicios financieros en áreas con altos niveles de pobreza.

Si bien la evidencia empírica para el impacto de la inclusión financiera a través del microcrédito en la pobreza monetaria en el caso colombiano es menor que en otros países, existe evidencia suficiente para comprobar que este mecanismo ha demostrado ser una herramienta efectiva para la inclusión financiera y el empoderamiento económico de personas que, bajo otras circunstancias, difícilmente tendrían la oportunidad de acceder a productos de financiamiento.

Sin embargo, hasta el momento no existe un instrumento que mida la relación entre el microcrédito y la pobreza monetaria a lo largo del tiempo. Con miras a las políticas sociales orientadas a la erradicación de la pobreza y el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo Sostenible, es crucial desarrollar una herramienta que evalúe este impacto. Además, esta no solo facilitaría la toma de decisiones de las entidades, sino que también proveería insumos para el desarrollo de sus estrategias para la provisión de microcréditos, fomentando que el crédito contribuya efectivamente a la creación de tejido productivo.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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