Lenguaje en el tiempo:
¿Cuándo se escriben Se lo, de De la Espriella, pichurria y por qué?
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por: Fernando Ávila/EL TIEMPO
Cita: “Cuenta la historia de Sandro que cuando sus padres fueron a bautizarlo con ese nombre no se los permitieron las autoridades, y por eso le tocó inicialmente ser Roberto Sánchez”.
Comentario: Veamos la frase en orden lógico para entender el error, “Las autoridades (sujeto) no permitieron (verbo) ese nombre (complemento directo) a sus padres (complemento indirecto)”. “Ese nombre”, singular, exige que el pronombre que lo reemplaza sea también singular, “lo”, y no plural, “los”. La forma correcta es “… no se lo permitieron las autoridades”. “Lo” no se refiere a “las autoridades”, sino a “ese nombre”.
Meira de De la Espriella
En las condolencias por María Cristina Meira de De la Espriella aparece el apellido de casada repetidas veces con minúscula inicial (de de la Espriella). La norma general indica que preposiciones (de), artículos (la) y conjunciones (y) de los nombres propios van con inicial minúscula, si se trata de instituciones, Organización de las Naciones Unidas, Universidad de la Sabana, Instituto Caro y Cuervo, o de personas, Abelardo de la Espriella, Vanessa de la Torre, José Ortega y Gasset.
Se exceptúa de esta regla la preposición (De) cuando se omite el nombre de pila y se deja solo el apellido, generalmente en segunda referencia, “De la Espriella agregó…”, “De la Torre también pregunto”, y cuando coinciden la proposición de casada y la del apellido del esposo, Rosalba Restrepo de De la Calle, María Cristina Meira de De la Espriella.
Por qué
Cita: “No sé porque algunos periodistas se prestan para decir que soy el entrenador”. Comentario: Se trata de una frase del director técnico Reinaldo Rueda. Él no dijo “porque”, que equivale a ‘debido a que’ (because, en inglés), sino ‘por qué’, que equivale a ‘por qué razón’ (why, en inglés): “No sé por qué algunos periodistas se prestan para decir que soy el entrenador”. “Por qué” puede ir en pregunta directa, “¿Por qué lo dicen?”, o en indirecta, “No sé por qué lo dicen”.
Pichurria
En la entrevista a Tini, la Violetta de Disney, del ‘Juanpis Live Show’ (YouTube) aparte de las características voces que hacen de Riaño el arribista Juanpis o hijo de papi, se incluyó la palabra pichurria, de la que Tini preguntó el significado, sin lograr respuesta satisfactoria.
Esta palabra tiene registro en el ‘Diccionario de americanismos, 2010’, como término espontáneo y despectivo usado en Colombia, tanto en el lenguaje popular como en el culto. Pichurria es ‘cosa insignificante, de poco valor’.
Juanpis usa este adjetivo para referirse a un Echeverri, al que califica también de asalariado y esclavo en distintos momentos del programa.
Preguntas: [email protected]
QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA
por Efraim Osorio López/La Patria
Colocar-poner, me temo, numerales, pronombre relativos
Afirmaba también que aquellos que dicen ‘colocarse colorado’ piensan tal vez que sólo las gallinas ‘ponen’.
Hace más o menos diecisiete años escribí la “Apología del verbo poner” con el fin de hacer hincapié en la belleza de su irregularidad (‘pongo, puse, ponía, pondré, pusiese, pon’) y en su utilidad, pues sus acepciones son veintisiete –tal vez más–, mientras que las del verbo ‘colocar’ son por ahí unas cinco, todas con el sentido de ‘lugar’. Además, ‘poner’ puede reemplazar siempre al verbo ‘colocar’, no al revés. Afirmaba también que aquellos que dicen ‘colocarse colorado’ piensan tal vez que sólo las gallinas ‘ponen’. Ignoro si el escritor José Miguel Alzate piensa así –en realidad no lo creo–, pero en un artículo para Eje 21 escribió lo siguiente: “Pero para abreviar un poco las palabras, muchos años después se le quitó la de aldea para colocarle el nombre de villa”. “Y esto lo entendieron los pobladores, quienes no colocaron objeción de ninguna clase…” (29/12/2020). Suprima usted, señor Alzate, el verbo ‘colocar’ en las dos oraciones y, en su lugar, ‘ponga’ el verbo ‘poner’, y le quedarán que ni pintadas. Y parece que al padre Rafael García Herreros –¡alma bendita!– tampoco le gustaba el verbo ‘poner’, porque la plegaria con que cierra “El minuto de Dios” dice: “Dios mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega”. En ella, obviamente, no se trata de un ‘lugar’, sino de la misericordia de Dios, o de su bondad, o de su cuidado, lo que se expresa con la locución ‘poner en las manos de Dios’. Amén. ***
De la locución ‘me temo’ –o, simplemente, del verbo– nos servimos para manifestar que lo que vamos a decir es algo negativo, desastroso o de consecuencias nefastas, por ejemplo, ‘me temo que este año será también de penurias’, porque, en este caso, ‘temer’ significa “recelar un daño, en virtud de fundamento antecedente”. Según esto, me parece que al columnista de El Tiempo Germán Vargas Lleras se le desafinaron los oboes en esta frase: “Me temo que esto sería mucho más eficaz que pretender concentrar toda la responsabilidad y acciones en entidades estatales” (3/1/2021). Con el verbo ‘creer’ habría encontrado la armonía de la pieza: “Creo que esto sería mucho más eficaz…”. Dije ‘me parece’, porque El Diccionario da como sinónimos los verbos ‘creer, sospechar’, y propone el siguiente ejemplo: “Temo que sea más antiguo de lo que parece”, con cualquiera de los dos significados anotados, ‘creo’ o ‘sospecho’, con lo que no estoy de acuerdo, si en el ejemplo la ‘antigüedad’ le da más valor a lo que califica, porque cuando decimos ‘temo que’ expresamos que ‘nos da miedo de que algo malo suceda’. Además, porque el verbo latino ‘timere’ –del cual procede– no tiene ni un solo significado que permita esa interpretación. ***
Si hay alguna norma gramatical elemental es la de la concordancia de los artículos determinado e indeterminado con su sustantivo, a saber, que concuerdan en género y número con él. Sin embargo, el editorialista de LA PATRIA la olvidó y escribió así: “…La realidad un año después es que hay unas 81 millones de personas contagiadas…” (Editorial, 30/12/2020). En esta oración, el artículo determinado ‘un’ debe concordar en género con el sustantivo ‘millón’, que es masculino, no con su complemento, de esta manera: “…unos 81 millones de personas…”. Como digo, elemental, muy elemental. ***
De la siguiente manera escribió el columnista José E. Mosquera: “Un libro donde examina los grandes retos, desafíos y las esperanzas que se debate la humanidad en un nuevo orden mundial…” (LA PATRIA, 2/1/2021). En esta oración, evidentemente, hace falta la preposición que introduce el complemento, pues su omisión le quita a éste esa naturaleza. Castizamente, así: “…desafíos y esperanzas en que se debate…”, o “en los que”. Además, en lugar de “…hacia donde se direccionan los cambios globales…”, “….hacia donde se dirigen…”, o “se encaminan”, como decíamos ayer.
segundo caballero, el esposo de la vicepresidenta estadounidense
Fundación para el español urgente, Fundéu
Las correspondencias lógicas para primera dama y segunda dama cuando estas posiciones las ocupa algún hombre son primer caballero y segundo caballero.
En las noticias sobre las elecciones estadounidenses, se pueden ver frases como las siguientes: «La primera dama quiere mantener su trabajo como profesora y el segundo caballero planea renunciar a su bufete de abogados», «Se casó a los 49 años con el que podría ser un perfecto “segundo caballero”» o «Douglas Emhoff se convertirá en Segundo Caballero, algo también inédito».
En los Estados Unidos, se llama primera dama a la esposa del presidente y segunda dama a la del vicepresidente, pero, con la llegada de Kamala Harris a la vicepresidencia, esta posición la ocupará su esposo, Doug Emhoff. Dado que ya hay una equivalencia que se encuentra en la fórmula vocativa damas y caballeros, se puede hablar de segundo caballero, que tiene además bastante uso.
No es recomendable la denominación de segundo esposo, que no traslada el sentido del original inglés second gentleman y que, además, aludiría a que la vicepresidenta tuvo un esposo anterior y este es el segundo.
Al igual que con los cargos en general, lo adecuado es escribirlo en minúscula, y, dado que esa expresión está bien formada, no hay necesidad de entrecomillarla, como tampoco se resalta segunda dama.
Por ello, el primero de los ejemplos anteriores resulta apropiado, pero en los otros dos habría sido preferible «Se casó a los 49 años con el que podría ser un perfecto segundo caballero» y «Douglas Emhoff se convertirá en segundo caballero, algo también inédito».