Por Oscar Domínguez Giraldo
Como hoy estamos de mucho Día del trabajo en Estads Unidos no sobra recordar lo que suele pasar cuando vamos a la embajada en busca de la dichosa Visa.
Hay un sitio donde nadie protesta cuando hace cola ni se cuela. Ese sitio único es la embajada de Estados Unidos.
Todos allí somos mansas palomas. A nadie se le ocurrirá pegarle el grito al gringo de la ventanilla para que apure. Ni modo de decirle que trabaje que para eso le pagan con nuestra plata.
No, el que va a pedir la visa hace cursillo para santo Job y espera sin chistar. ¿Que hay que hacer fila cinco, seis horas, llueva, truene o relampaguée? No importa, el sueño americano se merece todas las esperas.
Los empleados gringos que atienden las ventanillas se pueden tomar un semestre para despachar a uno de los clientes que se arrima a su ventanilla y nadie los criticará. Saben que tienen muchos futuros en sus manos.
Nadie se atreve a moverse de su sitio ni a espantar una mosca que se instaló en el pescuezo. Prohibido distraerse por temor a que en ese preciso momento lo llamen y se pierdan chicha, calabaza y miel.
El colombiano que aspira a largarse solo tiene ojos y oídos para el gringo de la siniestra ventanilla. ¿Qué me irá a preguntar?, es la inquietud que nos acompañará todo el rato.
¿Qué no se puede prender el celular ni una diezmillonésima de segundo? Haberlo dicho antes…
Si por los altoparlantes llaman a personajes más o menos encopetados para que sigan adelante, saltándose la fila, nadie les echará el consabido madrazo. Es más, de pronto hasta le piden autógrafo. Famosos no se ven todos los días.
Los famosos, con el ego subido, convierten la embajada en una pasarela y se pavonean orondos, mientras la gente de la llanura espera.
Por la cara que exhiben los que se retiran de la tal ventanilla se adivina fácilmente si podrán o no visitar Disneylandia para tomarse una selfi con Mickey Mouse.
MANUAL PARA DECIRLE NO AL TIO SAM
Nunca supe que era tan buena gente hasta cuando, hace años, respondí las preguntas contenidas en el formulario de solicitud de visa de no-inmigrante para ingresar a USA. Comparto los noes que dí y, entre paréntesis, las justificaciones que les oculté a los sabuesos del dueto CIA-DEA:
– ¿Ha sufrido alguna vez una enfermedad contagiosa de alto riesgo para la salud pública, o un desorden mental o físico peligroso, o ha sido adicto, o ha abusado de las drogas? No. (Las preguntas poco tienen que ver unas con otras. Es como si le preguntaran a uno al mismo tiempo si es ateo y creyente. En cuanto a mi salud, es tan buena que me declaro candidato a morir aliviado. La enajenación mental tampoco ha sido mi fuerte, pero compadezco a quien no lleve encima una mínima cuota de locura para sobrevivir. Confieso que, por prescripción de mis médicos, llevo mi dosis personal… de aspirina a todas partes para espantar posibles infartos).
– ¿Ha sido arrestado o convicto por cualquier delito o crimen aun cuando se beneficie por un perdón, amnistía u otra acción legal? No. (Nunca he pagado cana. Siempre he tenido
la libertad por cárcel. Como no me gusta robarle a pobres que lo único que tienen es plata, no me robé ningún cenicero la vez que visité la Casa Blanca y Blair House, el desnucadero que tienen los presidentes norteamericanos para impresionar a sus visitantes. Mi cara de gil debe estar en los archivos de la DEA y la CIA. No entré por el sótano, no señores, lo hice por la entrada principal que da a la Avenida Pensilvania. Como enviado especial de Todelar, cubrí la firma de los tratados Torrijos-Carter. En cuanto a perdones, siempre he creído que mentimos impunemente en esa parte del Padrenuestro que dice “…así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…». Ahora, si de verdad perdonáramos, y lo que es más difícil, olvidáramos, viviríamos en paz. Dicho sea de otra forma: hay que perdonar y encimar olvido).
– ¿Ha sido alguna vez traficante de substancias controladas (drogas), prostituta o proxeneta? No. (He sido traficante de sueños. A mis hijos les pagaba por sueño que contaran. Soñé con ser interior derecho del Atlético Nacional cuando esta plaza existía dentro de la burocracia balompédica. De niño quería ser bombero. Nunca he sido prostituta, pero no sólo por motivos fisiológicos. Soy periodista -otro antiguo oficio- mientras no se me demuestre lo contrario. En cuanto a lo de proxeneta, sería incapaz de ejercer un oficio que suena tan mal al oído).
– ¿Ha tratado de obtener visa … de ingreso a Estados Unidos mediante fraude o tergiversación voluntaria? No. (No he revalidado la visa. Espero que la hayan pasado bien sin mí. Me gustaría revalidar el documento para seguir de cerca el sueño americano. Quiero trabajar con la plata del mister. O sea, hacer lo mismo que ellos han hecho, pero al revés).
– ¿Ha sido deportado de Estados Unidos en los últimos cinco años? No. (Tres o cuatro veces he estado en Usa. La última vez, un sábado, salí de Miami por mis propios medios, arriando first class en un avión lechero de Avianca cuya tripulación fue ruidosamente aplaudida por colombianos nostálgicos y estrepitosos cuando “una voz varonil dijo que pronto” que “pisábamos” cielo colombiano. En Nueva York escuché jazz en Blue Note y me dormí en una obra de teatro en Broadway. Me habría gustado almorzar en restaurante El 21 pero ni con los viáticos de todos mis viajes habría podido pagar la entrada).
– ¿Intenta ingresar a los Estados Unidos para participar en la violación del control de exportación, actividades subversivas, terroristas, o cualquier otro propósito ilegal? No. (Tranquilos, hermanos gringos. Con el roquero español Joaquín Sabina, les aseguro que soy un anarquista que respeta el semáforo).
– La pregunta siguiente es más larga que una semana sin parque. Indaga si el aspirante ha tenido que ver con el régimen nazi o si ha participado en algún genocidio. La respuesta es no. (Cuando yo nací, Hitler salía por la puerta falsa de la historia. O sea, nada que ver. En cuanto a la segunda parte, en mi condición de único varón domado que habita mi casa, me corresponde cometer «genocidio» … pero de zancudos cuando están en cosecha, procurando no despertar a mi bella durmiente de al lado).
– ¿Es usted miembro o representante de una organización terrorista? No. (Siempre me faltarán ropita, hígado e ideología para ser terrorista. No quiero que por dentro de mí asusten. No les quito más tiempo). (Nota sometida a latonería y pintura).