Por Álvaro Ayala
Lo conocí en una época en la cual no había redes, ni Twitter, ni WhatsApp, ni ucho menos, celulares, pero Javier Ayala, se las sabía todas y anunciaba las que iba a pasar.
Creo que en Javier se basaron para crear Google. Endeudado y embargado hasta el alma, un día nos dijo a los reporteros que nos pillamos el lío en que estaba: “trabajen que plata para sus quincenas si hay. Lo importante es que El Noticiero Nacional no deje de producir noticias”.
Así era este maravilloso hombre que un día nos reunió a algunos como Roberto Pombo, Jairo Pulgarín, Adolfo Pérez, Antonio José Caballero, Álvaro Osorio, Amparo Pontón, Hugo Sierra, Judith Sarmiento, Gonzalo Castellanos, César Fernández, Óscar Galvis, Pacho H, y otro montón de nómina para laborar en el Noticiero Nacional.
Se inventó a Max Enríquez para que diera el estado del tiempo, hecho que causó sensación en el país. Un día una señora lo llamó para reclamarle que habíamos pronosticado día de sol y llovió cuando salía de misa. Javier le contestó que le habíamos mandado la razón con el cura para que llevara paraguas. “Además, usted es un desinformado periodista, yo no soy católica”, argumentó la dama.
Una tarde llegó y nos vio a todos los empleados reunidos hablando de fútbol. “Aquí sobran cámaras o sobran periodistas”, dijo tajantemente. Desaparecimos a conseguir noticias.
Javier Ayala Álvarez, de Toro Valle, fue un gran maestro que nos enseñó a que fuéramos reporteros porque periodistas hay muchos.
Era pulido, fino y elegante escribiendo y nos pedía que siempre dijéramos la verdad porque era el único patrimonio de nuestra profesión. Tenía un problema que hoy no existe: “comía papel”. A muchos nos engulló las cuartillas mientras corregía o nos regañaba.
Javier Ayala inició como periodista en El Siglo, en El Espectador tuvo como maestro del cubrimiento periodístico de la economía a Darío Bautista y luego fue jefe de información económica de El Tiempo.
Con Gabriel Ortíz, fundó y dirigió el Noticiero Nacional desde el año 1983. Trabajó después como jefe de redacción y en la mesa de trabajo de 6 am de Caracol Radio, al lado de Yamid Amat. Luego fue contratado por RCN donde laboró bajo las órdenes de Juan Gossaín y fue llamado a integrar la junta directiva de la organización empresarial Arcila Lulle.
Pasó por el Noticiero CM& y fue miembro de la Comisión Nacional de Televisión.
Fue presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá y era uno de los consejeros de los directivos deportivos. Amaba a su Deportivo Cali como pocos.
De muy buen humor, amplio, generoso, maestro del periodismo económico, pero no sabía cuidar su plata porque sacaba la que tenía en el bolsillo y nos regalaba para que fuéramos a Quiebracanto a escuchar salsa o para El Campin a ver fútbol.
Las últimas semanas luchó contra el Covid-19 en la Fundación Santa Fe de Bogotá y este medio día el mundo periodístico de Colombia quedó sorprendido con su deceso.
Adiós jefe. Gracias. El COVID te llevó, pero tus enseñanzas no porque abrieron el camino de los reporteros.