Por Óscar Domínguez Giraldo
Fue un rebelde con y sin causa. Vivió su vida, no permitió que se la vivieran. Fue máster en soledades, generosidad, ajedrez, bohemia, lecturas, viajes, tangos, parques. Rabiosamente independiente, tenía el mundo, la calle, por hábitat. Como María Félix, otra leyenda, nació y murió en el pluviométrico abril. En vida, pedía que le enviaran la correspondencia a “Óscar Castro, el mundo”. Los recados le llegaban luego a Campos de Paz, en Medellín, donde reposará hasta cuando sus cenizas sean esparcidas en el nacimiento de algún río o en una reserva natural.
Desde el 12 de abril de 2022, la correspondencia se la pueden dirigir también a un guayacán amarillo sembrado en su memoria en el Parque del Ajedrez de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, antigua cancha de fútbol Marte 3.
Cuando murió en un accidente de bohemia en plena calle, estaba tierna como cachete de bebé su participación en un torneo de ajedrez en San Antero, Córdoba, coincidiendo con la Semana Santa. Los dividendos de ese torneo los repartió entre los más jodidos de la fortuna. Compartía, no acumulaba.
Anduvo siempre ligero de equipaje. Llevaba pocos chiros en su maleta. Suficiente un libro de ajedrez, como cuando llegó una vez a Nueva York. El Tío Sam casi no lo acoge en su seno porque consideró que un hombre que tiene por toda maleta un libro es sospechoso de todo. Sostiene el maestro Emilio A Caro Gallón.
Está en el podio de los mejores al lado de su amigo y colega Carlos Cuartas, Luis Augusto Sánchez, Cuéllar Gacharná, Gildardo García, Alonso Zapata, Boris de Greiff – quien lo apodaba el Mulato-, para mencionar solo la vieja guardia. “Para mí fue el más talentoso”, comentó Javier Henao Hidrón, biógrafo de Fernando González, ducho en escaques.
Óscar no creía ni en los rejos de las campanas. Su dios era el ajedrez. Bueno, tenía diosa, Caissa, patrona del juego. En la vida real, una de sus diosas fue la pintora argentina Marcia Schvartz con quien se conoció en las callejuelas del Barrio Gótico de Barcelona.
“A él lo enamoró mi tristeza, y nos unió la nostalgia por el tango”, comentó su amada gaucha. De las soledades de ambos nació Bruno quien anduvo por Medellín conociendo las calles que recorrió su taita. Cate que sí lo vio su tía Olinda Castro, defensora del legado de su insólito hermano Óscar. Bruno estuvo a punto de llamarse Carlos, en homenaje a Gardel, che. El tango era una de las religiones del célebre trebejista.
“Su desapego y su profunda libertad me enseñaron a ver el mundo con menos miedo”, escribió Marcia para el libro “Óscar Castro, El Jugador” del dueto Luis Santiago y Marco Aurelio Arango Pérez.
Castro aprovechó una de las tantas visitas que le hacía su hermana al cementerio Campos de Paz, para susurrarle al oído: “Negrita, sáqueme de aquí”. De su hermano , Olinda dice que “agotó los sustantivos y adjetivos que brinda el español”.
El homenaje en el Parque del Ajedrez va en esa vía. El ritual conmemorativo con siembra del guayacán lo inspiraron Olinda, la Liga de Ajedrez de Antioquia que preside Norbey Rodríguez, y el abogado y ajedrecista Fernando Ordóñez, Naricitas.
Castro, quien jugó con varios campeones mundiales de ajedrez a algunos de los cuales volvió ripio, definía así su estilo de juego: “Digamos que mi estilo es ecléctico y la definición de eclecticismo es: método y doctrina que consisten en escoger de entre varios sistemas las tesis más aceptables, para formar un cuerpo de doctrina”.
Leontxo García, cronista de El País de Madrid, autoridad mundial ajedrecística, quien supo de su genialidad, dijo de Castro que fue “un genio que no quiso ejercer como tal”.
También en Manizales tenía su club de fans. “Era el hombre más libre que conocí en mi vida”, resumió Luis H. Aristizábal. “El último samurái”, lo definió el filósofo y escritor caldense Pablo Arango en una imperdible página para la revista “El Malpensante”
Castro no tenía seguidores sino fanáticos, barras bravas. Incluído su amigo y compañero de bohemia Jorge “Conconcreto” Aristizábal, reconocido mecenas del gremio de los trebejistas, uno de los asistentes al acto en la Torre del Ajedrez.
El actor y declamador Gustavo Montoya, en una dramática performance, bautizó a Castro como el Barba Jacob del juego que es una ciencia (Capablanca dixit). Esa obra de teatro amerita repetición con lleno a reventar y buses a todos los barrios… Damas no pagan.
Una placa fue colocada en la foto al lado del guayacán de los que se tienen confianza para crecer hasta 35 metros.
La placa tiene esta leyenda salida del caletre del abogado Ordóñez: “Homenaje a una concepción libertaria de la vida.”
Adiós al genial Castro
Leontxo García, El Pais, de Madrid
Enorme talento e inteligencia, muy culto, generoso hasta el absurdo y astuto. Ello explica por qué Óscar Castro era mucho más popular que lo normal con su categoría como jugador. Era un genio que nunca quiso ejercer como tal.
Óscar Castro (1953-2015) murió el domingo en una calle de Medellín tras ganar un torneo… Nació, vivió y murió en la calle (“Crecí y aprendí ajedrez entre prostitutas”). En España tuvo que ganar muchas partidas hoy para poder comer mañana, durante años. “Algunos días, cuando me levanto, decreto amnistía general para mis deudores y acreedores; estos son siempre más numerosos”, explicó una vez al arriba firmante. Pero incluso sus acreedores le querían:
(Partida contra Efim Geller quien jugó con las negras en el torneo Interzonal, en Biel, Suiza):
1 e4 c5 2 Cf3 Cc6 3 Ab5 g6 4 0–0 Ag7 5 Te1 e5 6 c3 Cge7 7 d4 cxd4 8 cxd4 exd4 9 Af4 a6 10 Af1 d6 11 Cbd2 0–0 12 h3 h6 13 Cc4 d5 14 exd5 Cxd5 15 Ad6 Te8 16 Txe8+ Dxe8 17 Ac5 Ae6 18 Cxd4 Td8 (las negras tienen un buen juego de piezas; sin embargo, Castro confía en el alfil dormido de f1) 19 Cxe6 Dxe6 20 Db3 b5 (diagrama) 21 Td1!! (parece una combinación sencilla, pero requiere un cálculo muy profundo) 21 ..bxc4 (21 ..Af8 22 Ce3 Axc5 23 Txd5 Axe3 24 Txd8+ Cxd8 25 Dxe3 Dxe3 26 fxe3 Rg7, con probable empate) 22 Axc4 Ca5 23 Db6 Dxb6? (quizá confiado en exceso por la inferior categoría de su rival, Géller rechaza el empate con 23 ..Cc6 24 Db3 Ca5 25 Db6 Cc6) 24 Axb6 Cxc4 25 Axd8 Cf4 (ahora se ve claro: dos caballos suelen valer más que una torre y un peón, pero aquí a6 es muy débil, lo que garantiza la victoria por los peones pasados blancos) 26 b3 Ce5 27 Td6 Ce6 28 Aa5 Cc5 29 b4 Ce4 30 Txa6 Cd3 31 Rf1 Ad4? 32 Ta8+ Rg7 33 Td8, y Geller se rindió (comentarios del maestro L. García).ResponderReenviar
Panel de asistente cerrado