
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Julio César Londoño
Presidente: su actuación en el caso de los deportados fue fatal. No responda con trinos los trinos del amo del mundo. No sea igualado. Aprenda diplomacia, no diga, por ejemplo, esto es un ultimátum, diga «es solo un penultimátum». Cuando el hijo de migrantes, el criminal condenado por la justicia estadounidense, atropelle los derechos de los migrantes colombianos y los tilde de criminales, no responda con trinos poéticos, lo suyo no es la poesía. En el mejor de los casos, los presidentes colombianos son apenas gramáticos, nunca poetas. En suma, no trine. Ese mundo pertenece al binomio facho-judío, perdón por el oxímoron, Trump & Elon X.
Antes de enfrentar la manguala de la prensa nacional con trinos y aprovechar sus ocho millones de seguidores en X, escuche a sus amigos: comunique, pero no mucho.
Obró mal su equipo. Fue desconsiderado resolver el mismo domingo 26 la crisis que armaron usted y Trump. La prensa y la oposición alcanzaron a relamerse ante «el peor impasse de nuestra historia» y les costó mucho ocultar luego su decepción, pero les volvió el alma al cuerpo el martes gracias al suculento plato que usted les sirvió, la zambapalos del consejo de ministros.
En esto coincido con usted. Benedetti es loco, como «Beiman» (Bateman), y el sancocho nacional exige ingredientes un tris tóxicos, como Benedetti. Si quería alborotar el avispero y seguir marcándole la agenda a la oposición, sentar a Benedetti a su siniestra fue un movimiento semiótico y magistral. Chapeau, camarada.
Pero poner a Sarabia en la Cancillería sí es un error. Otro. Está demasiado joven, pensamos todos los ancianos de la tribu, incluido Leyva, el viejo sabio que lo convenció a usted de que, ahora sí, el ELN estaba interesadísimo en el credo de la Paz Total.
Adoro sus ministros, presidente. Les tiembla la voz para atacarlo pero arremeten en tiempo real, en pleno prime time y usted los calla sin alzar la voz, con ese elegante yo mayestático: «Silencio, está hablando el presidente» (¡me erizo al recordarlo!).
Lamentable la renuncia del ministro de Cultura. Harán mucha falta el carácter y la agudeza de Juan David Correa. No hay nada qué hacer, presidente. Usted es un filósofo de la política y le sobra corazón, pero la poesía y la cultura no son lo suyo.
Arriba dije «prensa nacional» porque en la prensa extranjera hay números magníficos: dice que la Interpol dice que fuimos el segundo país del mundo en capturas de criminales peligrosos en 2024; que somos la sexta economía de la OCDE; que la inflación bajó del 10,8 % (agosto 2022) al 5,1 % de hoy; el desempleo del 11,3 % al 8,2 %; la deuda pública del 65 % al 47 % del PIB; la pobreza del 37 % al 33 % (1.6 millones de pobres menos); el salario mínimo ha aumentado 38 % durante este gobierno; y el turismo tiene 2.5 millones de visitantes más, cifra que nos convierte en el tercer destino latinoamericano.
Los campesinos han recibido 440.000 hectáreas en los dos últimos años, mientras que Santos y Duque apenas entregaron 37.000 hectáreas en 12 años.
En 2024, el transporte aéreo de pasajeros creció 15 % y el transporte férreo de carga, 114 %.
Se pagaron 50 de los 65 billones de la deuda del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, la herencia que nos dejó el gobierno anterior.
En 2023, la deforestación disminuyó 70 % y la desnutrición infantil 50 %.
Estos números no demuestran que vivamos en el mejor de los mundos posibles, lo reconozco. Los enumero solo para matizar el apocalipsis que predica el grueso de la prensa nacional y, de paso, molestar a la extrema derecha, esa oscura facción que goza con la tragedia del Catatumbo y celebra los reveses del proceso de paz. Como buenos carroñeros, «los trizas» están felices.