Los Danieles. Los Diegos

Ana Bejarano Ricaurte

Ana Bejarano Ricaurte

Hay dos concejales de Bogotá que buscan reelegirse y cuyo trabajo ha traído beneficios para la ciudad: Diego Laserna y Diego Cancino. Creo que es peligroso recomendar políticos; eventualmente sale mal. Cada vez estoy más convencida de que el trabajo de la sociedad civil es dudar infinitamente de cualquiera que pretenda gobernar sobre los demás. Así que esta columna no es una sugerencia de voto —además presuntuosa tarea—, sino un repaso de algo de su trabajo por la ciudad. 

Diego Laserna se empecinó en el pasado en que los clubes sociales pagaran el impuesto predial sobre sus propiedades. Podría parecer insignificante en una ciudad con tantos problemas y ausencias. Pero responde a uno de los principales dolores de Bogotá del cual derivan tantas otras tensiones: la desigualdad. 

El gesto permite pensar en los privilegios enormes de los que algunos gozamos frente a las vidas que llevan muchos ciudadanos desprovistos de acceso a la salud, educación, justicia y tantas otras garantías. Entre ellas, también la carencia de lugares públicos, parques o espacios que puedan aprovechar para hacer deporte o descansar; la ausencia de calidad de vida. En contraste, los clubes sociales sí ofrecen eso para un sector privilegiado de la población. Por eso está bien que esos estamentos pongan su parte y paguen impuestos sobre sus predios. 

Laserna logró embutir el acuerdo por la garganta de un Concejo reacio al cambio, donde varios concejales recibieron llamadas y presiones de directores de clubes y otros socialités indignados.  Se burlaron, lo llamaron populista, el “Robin Hood del Moderno” y acusaron de insignificante el asunto. Tras la expedición del Acuerdo las proyecciones indican que se recogerán aproximadamente 74 mil millones de pesos de 2024 a 2033, una cifra nada despreciable si se invirtiera bien. Además, se exime del impuesto a teatros y museos. Creo en las pequeñas gestas que caminan hacía la igualdad y me gustaría ver más iniciativas así en el Concejo de Bogotá. 

El otro Diego, Cancino, es un concejal dedicado a detener la brutalidad policial. Desde las primeras expresiones del paro nacional en 2019 se le ha visto tras investigaciones y propuestas para desmontar las estructuras que criminalizan y hasta satanizan la protesta social legítima. Ha acompañado a las víctimas del ESMAD y se ha preocupado por su acceso a la salud y la justicia.  

Su idea de una reforma popular a la Policía es novedosa y, de salir avante, podría resultar en la urgente transformación que necesita la dañada relación entre los tombos y la gente. Ojalá en el Congreso resuene y se legisle para que exista una Policía digna y que dignifique; que ofrezca condiciones decentes de trabajo y respete los derechos humanos. Lo nuevo es que se construya con la ciudadanía para que sea ella la que señale cuáles son las ausencias, excesos y mejorías en esa institución que derivarían en un mejor servicio de la comunidad. Creo en las iniciativas y políticos que buscan detener los excesos del poder y en eso reside el trabajo de Cancino. 

No me gusta de ninguno de los Diegos sus adhesiones para la Alcaldía de Bogotá. Cancino le apuesta a Gustavo Bolívar, quien sería un alcalde al servicio del Palacio de Nariño, fidelidad que no le serviría a la ciudad ni al país. 

Laserna le va a Juan Daniel Oviedo, candidato que se ha visto enredado tratando de manifestar su posición frente al derecho de las mujeres colombianas a interrumpir su embarazo. Es una ausencia que sale costosa en una ciudad feminista como Bogotá. Dijo que frente a esa garantía no se puede contestar un sí o un no, porque es la Corte Constitucional la que sienta la pauta. 

Afortunadamente esta semana ese tribunal anuló dos de sus fallos que desconocían el precedente y la sentencia de 2022 que nos reconoció el derecho a interrumpir el embarazo hasta la semana 24 de gestación. La respuesta con la que se enredó Oviedo es, sin titubeos: sí, el aborto es un derecho en Colombia. 

Quisiera vivir en un ciudad más igualitaria, donde no existiera una distancia tan abismal entre las vidas de quienes tienen y los que no, incluyendo el respeto por el derecho a la protesta de las comunidades que tienen todo que exigir. Por eso resalto el trabajo de esos Diegos que hoy hacen campaña para reelegirse en el Concejo de Bogotá.       

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