Los Danieles. Lo que quieren tapar

Daniel Coronell

Daniel Coronell

Si cumple su palabra, mañana a las 8:30 de la mañana, el señor expresidente Álvaro Uribe acudirá a una sencilla sala del complejo judicial de Paloquemao en Bogotá para sentarse en el banquillo de los acusados. Los delitos por los que está imputado son soborno, soborno de testigos en actuación penal y fraude procesal, graves pero casi una anécdota si se tienen en cuenta de los que se ha librado o los que otros terminaron asumiendo. Por conductas que lo beneficiaban exclusivamente a él, fueron condenados a prisión Sabas Pretelt, Diego Palacio, María del Pilar Hurtado y Bernardo Moreno, entre otros. Ellos justamente han pagado con años de vida el poder del que Uribe siguió disfrutando.

El juego de aplazamientos, en el que son maestros sus abogados, produjo otra increíble coincidencia: media hora antes y en el mismo edificio, se cumplirá la audiencia de juicio a Diego Cadena, el llamado abogánster y coprotagonista de esta historia. Las dos audiencias versan sobre los mismos hechos pero mientras resulta casi imposible que Cadena pueda burlar la justicia, es prácticamente un hecho que Uribe lo hará. Le basta con dilatar, dilatar y dilatar. El 8 de octubre de este 2025 la acción penal prescribirá y el proceso terminará por agotamiento de los términos.

La defensa del expresidente seguirá alargando cada trámite, buscando la apelación de cada decisión, elevando al tribunal recursos, para lograr que cuando llegue esa fecha el proceso siga sin definición. Además, desde mañana, Uribe usará su innegable inteligencia para convertir en plataforma de campaña el juicio en su contra. 

Estirando las normas, se convertirá en su propio abogado. Mientras los doctores Jaime Granados y Jaime Lombana ejercerán su defensa técnica, él asumirá su defensa material. Echará prolongados discursos, tratará de confundir testigos, interrogará a quienes lo han acusado, descalificará pruebas técnicas y arremeterá contra magistrados, jueces y fiscales. Para esto contará, además, con el respaldo incondicional del delegado de la Procuraduría, Bladimir Cuadro, que en todo momento ha actuado como un auxiliar de su defensa. Cuadro es una ficha de Margarita Cabello con quien el nuevo procurador general Gregorio Eljach se siente bastante cómodo.

El expresidente intentará presentarse como un pobre viejecito perseguido por sus enemigos políticos y por el sistema judicial. Tratará de que ustedes olviden que en los últimos 25 años ha sido el hombre más poderoso de Colombia. En cambio se dibujará como una especie de Alfred Dreyfus, discriminado e injustamente acusado.   

La batalla retórica irá acompañada de una campaña de desinformación en redes sociales, que ya empezó al tambor de las bodegas de la ultraderecha.

Su meta es que ustedes no vean las pruebas que han estado sobre la mesa desde el año 2018, cuando la Corte Suprema de Justicia, que atendía una denuncia del expresidente contra el senador Iván Cepeda, encontró indicios de que realmente era Uribe quien manipulaba testigos. En esa ocasión, su defensa tenía un plazo improrrogable de cinco días para presentar un recurso pidiendo el cierre del proceso.

En ese corto lapso todas las presiones buscaban la retractación de Juan Guillermo Monsalve, un antiguo paramilitar e hijo del mayordomo de una finca de los Uribe, que por quince años ha sostenido que en la Hacienda Guacharacas nació el llamado Bloque Metro de las Autodefensas y que en su conformación participaron tres parejas de hermanos: Santiago y Álvaro Uribe Vélez; Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, amigos de los anteriores a quienes el Departamento del Tesoro de Estados Unidos señala como operadores de la Oficina de Envigado; y Juan Guillermo y Luis Alberto Villegas, conocido este último con el alias de “Tubo” y asesinado en una reyerta criminal por el control del robo de gasolina.

El primero de los enviados para buscar la retractación del testigo Monsalve fue un sujeto de mala condición e interlocutor del entonces congresista uribista y hoy magistrado del Consejo Nacional Electoral, Álvaro Hernán Prada. Se llama Carlos Eduardo López, alias Caliche. Él contactó al testigo por un mensaje de voz para decirle lo siguiente: “Pues ahí me llegaron estos viejos y me dijeron lo mismo. Que se comprometen. Que están todos cagados. Ese señor Prada está cagado de miedo y ese hijueputa me dijo que me ayudaba, pero que ya, ya… que me cumplían pero que todo por, por… Hagamen (sic) un escrito”. 

Caliche, hombre de poca educación y escaso entendimiento, sorprendentemente tenía claro que el término para presentar un recurso judicial a la Corte Suprema se vencía el viernes siguiente y asegura haber oído la instrucción de “el viejo” a través del celular de Álvaro Hernán Prada: “Yo escuché directamente, me lo pusieron en altavoz al viejo ahí. Dijo “Venga mijo, será que usted puede entrar y hablar con él y que nos mande un video diciendo que ese hijueputa está prometiendo cosas que no le pudo cumplir. Que no sé qué, que sí sé cuándo y que lo que está hablando él es mierda”. 

Hoy lo niegan, pero el reporte técnico de ubicación de los celulares señala presuntamente que Caliche estaba al lado de Álvaro Hernán Prada mientras recibía una llamada del expresidente Álvaro Uribe.

Todos querían que Juan Guillermo Monsalve declarara que había recibido promesas y presiones del senador Iván Cepeda para atestiguar contra Uribe. A cambio de la retractación le ofrecían: “Me dicen que sí, que se comprometen a ponerle y a removerle ese caso…a pasarlo a la JEP”. 

Por esos mismos días, el llamado abogánster Diego Cadena fue a La Picota a buscar a Juan Guillermo Monsalve. Él y un antiguo aristócrata y secuestrador condenado, llamado Enrique Pardo Hasche, recluido en la misma cárcel, le insistieron al testigo que cambiara su versión. No sabían que Monsalve los grababa con una cámara oculta y por eso Pardo le explicó, sin que Cadena lo corrigiera, que lo que querían era que se volteara y declarara contra Iván Cepeda: “Pero si usted se pasa pal lado del presidente … Usted …se lo garantizo que va  a recibir grandes cosas. ¿Qué hijueputa va a resolver con Cepeda, Juan? ¿Qué hijueputa? Además de llamar al director del Inpec y que lo pasen de un sitio pa otro como han hecho. Pero de ahí no pasa. En cambio, el otro señor seguro le ayuda”. 

En frente de Cadena, Pardo Hasche –quien ahora se niega a declarar en el juicio para no autoincriminarse– le explicó al testigo en que consistiría la ayuda: “Yo me dedico todos los días a hablar con estos señores con todos mis amigos… que son los subalternos de Álvaro para que… Búsquese qué es lo que quiere. Mire esto… Tan… Le van a poner abogados, le van a meter gente importante, fiscales, toda esa vaina. El otro señor no hace un culo, Juan”. 

Al mismo tiempo, Diego Cadena le ofrecía presentar, sin ningún costo, un recurso contra su sentencia en la Corte Suprema de Justicia y lo invitaba a firmar la ansiada retractación: “Lo que yo digo es… redactemos el hijueputa documento. Si no, yo vengo mañana. Mañana, a primera hora presento el recurso. Eso es importante. La más importante de todas las declaraciones que hizo falta. Llevo cuatro… Las tengo ahí afuera en la camioneta”. 

La oferta del trámite judicial gratuito para el testigo, es decir el presunto soborno, fue aprobado por Álvaro Uribe como consta en una conversación interceptada: 

–Pero presidente –dice Cadena– yo tengo algo en mente pero quiero consultarlo con usted y es un tema que me faculta para poder ayudar a este señor. Es una acción de revisión ante la Corte porque el señor tiene una condena de 44 años por secuestro. Yo lo que puedo hacer es un re…

–Ah, sí, no… –interrumpe presuroso Uribe– un recurso jurídico hay que adelantarlo…

–Claro… – afirma Cadena.

–El recurso jurídico está bien, por supuesto y la… y la ayuda para que le protejan la familia, pedírsela a las autoridades competentes y además públicamente –instruye Uribe.

–Correcto, quería su autorización, presidente, para estar ciento por ciento claros –pide Cadena.

–Proceda doctor Diego, que usted hace las cosas bien hechas.

Desde luego además de estas hay muchas más pruebas. Entre otras, los pagos al paramilitar Carlos Enrique Vélez por parte de Cadena, la instrucción para que un eventual declarante añadiera o quitara lo que quisiera y la curiosa participación de testigos cercanos a la oficina de Envigado a favor del expresidente Uribe. 

Todo eso es lo que quieren que usted no vea.

P.D.: Debe investigarse la denuncia pública del director de la Unidad Nacional de Protección, Augusto Rodríguez, sobre la participación de Armando Benedetti en un intento de infiltrar la campaña del presidente Gustavo Petro por parte del zar del contrabando Diego Marín Buitrago, alias Papá Pitufo.

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