Los Danieles. Las actas de los enchufados

Ana Bejarano Ricaurte

Ana Bejarano Ricaurte

¿Alguien que siga la debacle en Venezuela puede explicar cómo es posible que Nicolás Maduro tenga certeza de que ganó si cada vez que le preguntan por las actas electorales dice que andan embolatadas por cuenta de “ataques cibernéticos”? ¿Si todas son mentiras para derrocarlo, la solución más fácil no sería simplemente compartir en detalle los resultados? 

Las actas son solo un término porque la dictadura venezolana las empleará a su antojo, las falsificará si es necesario para notarizar el robo del pasado domingo, o lo que sea preciso para seguir en el poder. Las actas son otra institución manoseada, como lo es el Tribunal Supremo, que supuestamente tendrá la última palabra. Una corte cooptada y desvalijada de juristas desde las épocas de Chávez. 

El Consejo Nacional Electoral producirá las actas que Maduro le ordene, como quedó demostrado cuando cantó victoria para el régimen sin dar cuenta siquiera someramente de cómo votaron los venezolanos.  

El cuento de las actas le sirve también para ampliar y justificar la represión salvaje que impulsa en las calles. La criminalización de la protesta y de las opiniones en redes sociales ha alcanzado una nueva y aterradora eficacia. La policía política llega a la casa de cualquier tuitero que trina “Fuera Maduro” y se lo lleva preso, sin fingir que aún quedan rastros del debido proceso judicial en Venezuela. A esos facinerosos que no creen en sus actas ya prometió encerrarlos en cárceles que construirá para reeducarlos, cual gulag ruso.    

Es tan absolutamente evidente lo que está pasando que ni el imperio yanqui, ni el capitalismo salvaje, ni las fallas electorales de otros países, ni las convenientes reflexiones sobre las insuficiencias de la democracia como sistema político, ni el zaperoco de las actas sirven para justificar el abuso de Maduro y su pandilla. 

Las actas dan igual, lo que importa es ofrecer una excusa a quienes están empecinados en aplaudir su empeño autoritario. 

La verdad es que el dictador no planea ni ejecuta este show para sus detractores sino para los bobos útiles que aplauden su pantomima de medio pelo; para ofrecerles a sus enchufados un mensaje que puedan repetir. Y para sostener semejante parodia se necesita mucho esbirro comprado.

En redes sociales surgen videos de personas que destapan a los “enchufados” del régimen, los que componen la corte del emperador. Se les recrimina por su incoherencia, por su silencio, por su incapacidad de llamar las cosas por su nombre; en últimas, por hacerse partícipes de la cleptocracia que ayudan a sostener. 

Los enchufados son otra razón por la cual el régimen persiste, porque gracias a ellos ya no se trata de tumbar a un dictador sino también a la clase política que se ha beneficiado con el rumbo autoritario que emprendió Venezuela.  

María Corina Machado y Edmundo González, ahora forzados a la clandestinidad, saben esto y por ello han emprendido la estrategia de convencer a los soldados rasos de desistir de esta empresa, porque saben que a la dictadura solo la pueden sofocar quienes la aplauden y sostienen.    

Además, enchufados hay de todos los colores y orígenes, son tan diversos como lo son los esfuerzos por consolidar el autoritarismo. ¿Puede en realidad existir alguien que de buena fe crea que en Venezuela ganó legítimamente Maduro? Tal vez algún fanático confundido, pero que esa sea la mentira que a conciencia venden políticos experimentados es algo que tal vez solo pueda explicar un enchufe. 

A la hora de impulsar un proyecto político esos defensores deben comprender que si algo ha herido al progresismo global es su asociación y defensa de la dictadura venezolana. 

Las actas son las excusas sobre las que se justifica el robo en esta ocasión y los enchufados, los agentes que ayudan a promoverla e imponerla. Actas y enchufados han existido desde siempre: en la Argentina de Videla, en el Chile de Pinochet, en el Paraguay de Stroessner, en la Nicaragua de Somoza u Ortega, en la Cuba de los Castro, en la República Dominicana de Trujillo, en el Salvador de Bukele y hasta en la Colombia de Rojas Pinilla. La Venezuela de Maduro hoy se sostiene sobre las actas qué sirven de libreto para los enchufados y así hasta la próxima mentira. 

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