Los Danieles. «El pueblo soy yo»

Enrique Santos Calderón

Enrique Santos Calderón

La convocatoria del 18 de marzo para respaldar las reformas del Gobierno resultó concurrida aunque no apoteósica (no llenó la Plaza de Bolívar), pero sí pacífica y alegre. Algo para resaltar con tantos antecedentes de vandalismo y agresiones a la fuerza pública en estas lides. No producirá en todo caso la contramarcha opositora que algunos preveíamos. 

Por ahora. Porque la cosa apenas comienza y ante el revés sufrido en el Congreso, el presidente Petro ya anunció que lo del martes 18 fue apenas el inicio de la consulta popular que está impulsando y convocó a otra movilización para el 1 de mayo, dia de especial significado para sindicatos y partidos de izquierda. Además, se declaró “en movilización permanente y creciente”, lo que señala que se dedicará más a agitar que a gobernar. 

Vienen pues “pulsos por la calle”, en los que la izquierda tiene más trayectoria y experiencia, aunque se sabe que esto no se define en la calle sino en la urna. Y ahí el Pacto Histórico no la tiene fácil. Debe sacar una muy alta votación a favor de su propuesta, que aún no se conoce bien ni tiene fecha fija; que deberá pasar por el cedazo político del Senado, por el visto bueno jurídico de la Corte Constitucional y que ya ha generado negativa corriente de opinión, pese a aspectos positivos y justos que contiene.

Hay también un problema de estilo, si se quiere, palpable en la reacción presidencial ante el hundimiento del proyecto de reforma laboral en la Comisión Séptima del Senado. Demasiado agresiva y descaradamente populista. Esos llamados  a la rebelión del pueblo, esos calificativos de vendidos y arrodillados ante el dios del dinero que les endilgó a los parlamentarios que votaron en contra; de “alcaldes y gobernadores de la miseria y de la muerte” a los que no acataron el día cívico que proclamó, son  grotescos excesos retóricos que fracturan aun mas al país…

“Adjetivo que no da vida, mata” decía Vicente Huidobro. Tan defensor de la vida en todos sus discursos, Petro haría bien en asimilar esta máxima del laureado poeta chileno. Su arenga del martes desde una tarima del Capitolio fue visiblemente improvisada y floja. No porque careciera de dureza, sino por lo repetitiva y por la ya traqueada alusión a que “me quieren matar”. Sorpresiva, eso sí, la referencia a que el complot se gesta desde Dubái. Requeriría mayor aclaración. 

Lo que parece evidente es que las tensiones con el Senado podrían llevar a una ruptura de fondo entre el jefe de Estado y el Congreso de la República, que no sabemos a dónde conduciría. O sí sabemos: a la calle. Ya dejó en claro, además, que no esperará al Congreso y que expedirá una serie de decretos sobre derechos colectivos de los trabajadores que mantengan vivo el contenido de la reforma laboral.

Me llamó la atención su fijación con el concepto de “el pueblo” al que apela cada vez más como único referente democrático directo, por encima de instancias jurídicas o intermediaciones parlamentarias.  Petro quiere convertir la consigna de Jorge Eliécer Gaitán de que “no soy un hombre, soy un pueblo”, en la de “el pueblo soy yo».

******* 

A todas estas, brinca a la palestra la exvicepresidente Francia Márquez quien desde su retiro caucano denunció problemas de corrupción dentro del Gobierno y dijo que estaba permeado de políticos tradicionales ajenos al proyecto del cambio. Se desmarcó claramente de Petro, lo que de nuevo obliga a preguntarse por qué el presidente termina distanciado de sus coequiperos más cercanos. En este caso de quien fuera su fórmula ganadora en la elección que lo llevó al poder.

Pienso también en lo sucedido con exministros como José Antonio Ocampo o Alejandro Gaviria y ahora con el exministro de Hacienda, Diego Guevara, que no llegó al segundo mes en el cargo. Tanta inestabilidad en carteras tan vitales para las finanzas públicas envía pésimo mensaje que puede afectar la incipiente recuperación económica del país. Sería insensato que Petro la sacrificara en el altar de la rigidez ideológica, pero todo indica que no acepta críticas en ese campo. Y el nuevo ministro de Hacienda, un veterano militante del M-19, no será la persona para plantearlas.

P.S.1: Curioso personaje ha resultado el exdirector de la Dian y fugaz ministro de Comercio, Luis Carlos Reyes, que ha mojado mucha prensa. Un hombre pequeño y de apariencia modesta, pero frontal y sin pelos en la lengua. Su denuncia de que Roy Barreras lo había atarzanado contra una pared y acusado de “sapo» para reprocharle su deslealtad indica ánimo incisivo y deseos de protagonismo. “En cada entrevista aporta algo nuevo”, dijo Julio Sánchez en La W. Habrá que ponerle el ojo y ver qué más aporta.

P.S.2: ¿Hasta cuándo la tragedia de Gaza? Resulta inconcebible que cada semana sigan muriendo madres,  niños y civiles inocentes bajo bombardeos israelíes. Lo de Ucrania es doloroso y dramático pero lo podrían resolver entre Trump y Putin, que ya estan en el tema. Lo de Israel y el mundo árabe es un conflicto más antiguo y mucho mas complejo. Lleva 77 años, en los que han abundado horrores y excesos de ambos lados. Y nada indica que haya solución a la vista.   

Sobre Revista Corrientes 5231 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: williamgiraldo@revistacorrientes.com

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*