Daniel Coronell
La noche del viernes que acaba de pasar hablé largamente con el presidente Gustavo Petro. Fue durante la entrevista que le hice junto con Federico Gómez Lara, director de CAMBIO, para la portada de esta edición. Buena parte de la conversación se centró en la posibilidad de la convocatoria de una asamblea constituyente por mecanismos distintos a los establecidos en la Constitución Nacional. Aunque el presidente nos dijo reiteradamente que no buscará la reelección –al contrario de lo que vienen anunciado algunos de sus alfiles–, hay una zona gris que tiene que ver con la interpretación de un párrafo que está en los acuerdos de paz con las Farc.
Está en la página 7 del acuerdo final de paz firmado entre el gobierno de Colombia y las Farc el 12 de noviembre de 2016; y dice: “el gobierno de Colombia y las FARC-EP, con el ánimo de consolidar aún más las bases sobre las que edificará la paz y la reconciliación nacional, una vez realizado el procedimiento de refrendación, convocarán a todos los partidos, movimientos políticos y sociales, y a todas las otras fuerzas vivas del país a concertar un gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo un nuevo marco de convivencia política y social”.
¿Dónde dice asamblea constituyente? ¿De dónde sacan que a partir de esa declaración se puede citar por decreto una constituyente?
Todo parece surgir de una interpretación, un tanto forzada, que hace el excanciller Álvaro Leyva del parrafito. Según su concepto, esas líneas no solo le permiten a Petro citar a una constituyente sino que lo obligan.
Sergio Jaramillo, alto comisionado de paz durante la negociación y firma del acuerdo, tiene una visión totalmente distinta. El párrafo, según me lo dijo, no sirve para citar constituyente alguna y llegó a la parte introductoria del texto por cuenta del propio Leyva. Es más, Jaramillo tiene una foto de la sesión en la que se discutió ese texto.
El excanciller Leyva asegura que en ese momento Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del gobierno, afirmó “eso es una constituyente” y que a pesar de eso se quedó en el texto.
Hace unas horas me comuniqué con Humberto de la Calle, quien desmiente a Leyva: “insiste en forma maliciosa en interpretar un párrafo sobre un hipotético acuerdo nacional como un pacto sobre una constituyente. Esa interpretación es falsa. Acude a la mentira de decir que yo deslicé la constituyente, algo que rechacé incluso de manera pública. Cómo será de mentiroso que me pone a ordenar el ataque a Casa Verde el 9 de de diciembre de 1990. Yo era un particular. No era ministro”.
Evidentemente, De la Calle solo fue nombrado ministro de gobierno días después del ataque a Casa Verde. Más allá de esa imprecisión quiero compartirles un recuerdo de la época.
El 2 de octubre de 2016 el plebiscito por la paz, convocado por el gobierno Santos, fue derrotado en las urnas por estrecho margen. El triunfo electoral del No envió al limbo el proceso de paz con las Farc. Por razón de mi trabajo en Univision tuve que viajar diez días después a La Habana. Me acompañó la periodista Lourdes Torres y nuestro propósito era lograr la autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba para abrir una corresponsalía en ese país, lo cual no pudo concretarse.
Para aprovechar el viaje hablé con varios de los negociadores de las Farc, incluyendo a Iván Márquez a quien le hice una entrevista que fue publicada en Estados Unidos y en Colombia. Allí Márquez me dijo que era urgente lograr la fórmula para salvar el proceso porque podría pasar del limbo al infierno.
Esa noche del reportaje caminamos por el jardín del Hotel Nacional de Cuba y me contó que él hubiera preferido que el mecanismo refrendatorio fuera una asamblea constituyente y no un plebiscito pero que las Farc no habían logrado imponer el mecanismo en la mesa de negociación.
Márquez comentó que le parecía increíble que el gobierno de César Gaviria, veinticinco años antes, le hubiera concedido la asamblea constituyente al M-19, que era una guerrilla infinitamente menor en términos militares y políticos que las Farc, que estaban negociando con Santos. Le respondí que la situación de Colombia en 1991 era totalmente distinta, que el M-19 ya había firmado la paz cuando se citó la constituyente y que la refrendación de ese proceso posiblemente no era la única ni la principal causa del llamamiento a la asamblea.
Como sea Márquez aceptaba que para ese momento, mediados de octubre de 2016, la prioridad era salvar la paz y que ya no tenía caso hablar de asamblea constituyente.
Si las Farc un mes antes habían descartado la constituyente, ¿por qué tendrían que revivirla en noviembre cuando firmaron el acuerdo final? En un reciente video, Iván Márquez respaldó la iniciativa del presidente Petro: “Vamos a rescatar la majestuosidad del constituyente primario, que es el pueblo. Él es la legítima autoridad”. Sin embargo, el ahora disidente de las desmovilizadas Farc no dijo que la convocatoria a la asamblea fuera parte del acuerdo de paz en cuya negociación participó.
Hace unas horas hablé con Rodrigo Londoño, llamado Timochenko cuando comandaba las Farc, y me contó que en las discusiones internas de ese grupo –cuando empezaba el proceso de paz– se opuso a presentar la idea de la asamblea constituyente porque le parecía que los resultados de ese mecanismo podían salir mal y que en todo caso eran inciertos. Sin embargo, relata que Iván Márquez y Jesús Santrich le ganaron y por eso la iniciativa de la constituyente llegó a la mesa de negociación con el gobierno, donde finalmente fue derrotada.
Londoño puntualiza que para él es claro que el acuerdo de paz no menciona expresamente que se pueda citar a una constituyente. Agregó que esa es una interpretación interesada del texto y agregó que ese interés no es necesariamente malo.
Juan Fernando Cristo, ministro del Interior por los días de la firma del acuerdo, afirma “durante las negociaciones de La Habana la idea de la constituyente solo estuvo en la cabeza de Márquez y Leyva. La instrucción de Santos fue clara. La posibilidad de una constituyente no se discute”.
Hace unas horas le pedí también al expresidente Juan Manuel Santos su impresión sobre las recientes afirmaciones del excanciller Álvaro Leyva en el sentido de que le habían metido un gol y que firmó el acuerdo sin leerlo. Santos respondió con un anuncio que tal vez se vuelva noticia en los próximos días: “La teoría de que el acuerdo de paz sirve para convocar una constituyente no tiene ni pies, ni cabeza. Y que Petro está obligado, mucho menos. Eso queda muy claro en una carta que ya se le envió al secretario general y al Consejo de Seguridad”.
Para que la interpretación de Álvaro Leyva fuera acertada tendrían que estar equivocados el presidente de la república de la época y el máximo jefe del grupo guerrillero con el que firmó el acuerdo de paz; además de todos los delegados del gobierno que participaron en la negociación.
Hace unos meses el mismo Leyva, siendo canciller, sostenía que no tenía que cumplir con la ley de contratación en el caso de los pasaportes porque él obedecía lo establecido en la Constitución de 1991 que personalmente había redactado y que lo facultaba a saltarse las normas cuando, en su interpretación, no se adecuaran a la Carta. El superdotado constituyente de otrora terminó suspendido del cargo y discretamente removido un tiempo después.