Las mujeres, no saben hacer nada.

Las mujeres, trabajadoras incansables y mamás. Foto La Vanguardia

Por Luis Fernando Jaramillo

Las estadísticas de la fuerza laboral no tratan el trabajo hogareño no remunerado, como una actividad económica. Como consecuencia, vemos cambios en la pirámide de edades de la mayoría de las que llamamos «sociedades desarrolladas», como Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, España o Francia, en las que la proporción de la población femenina mayor de 15 años en las actividades económicas que no incluyen lo que he denominado “no hacer nada”, es superior al 50%.


La participación de las mujeres solteras que nunca han contraído matrimonio en las actividades clasificadas como económicas en Estados Unidos, es cercana al 70%. Ellas reciben remuneración y sí se dice que trabajan. 

En Colombia, la participación femenina en la fuerza de trabajo es hoy del 24%, pero no se incluyen las que atienden actividades no remuneradas ni clasificadas como económicas, entre las que se encuentran esas mujeres multitarea que «no hacen nada». Y la cereza del pastel es que según una medición de 2014, en Colombia la dedicación del tiempo en actividades no remuneradas está un 323% por encima de lo que dedican los hombres, a las que se clasifican como domésticas, entre ellas el cuidado de personas, y el trabajo voluntario. Todas esas personas, que en su gran mayoría son mujeres, no se consideran económicamente activas en las estadísticas de la oferta de la mano de obra. Qué será lo que se debe cambiar? El concepto o las estadísticas?

Las sociedades deberían pensar más a fondo en la necesidad de valorar el trabajo materno y doméstico, y en proyectar una visión sobre cómo se debe orientar la demografía y el relevo generacional.


Empecé esta historia con una anécdota y quiero concluirla ofreciendo disculpas póstumas para mi mamá, y todavía a tiempo con Tere, con Cecilia, con Gabriela, con Fany, con Elena, con Ruby, con Stelly, con Gilma, y con todas las mujeres que optaron por criar una familia y “no hacer nada”, y con aquellas que como Carmenza y Luz María a ese “hacer nada” le agregaron echarse al hombro obligaciones económicas.

Debería haber contestado a esa pregunta cuando estaba niño: Las mujeres trabajan tanto que son capaces de multiplicarse en un sinnúmero de tareas dándole prioridad a la más sublime de todas sus ocupaciones, que es la de: *Ser mamá*.

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