Andrés Osorio Guillott
Coordinador de Newsletters
Como corresponde, primero quiero ofrecer una disculpa por algo que no tiene que suceder, y es que como periodista no puedo incurrir en interpretaciones erróneas, pues precisamente termino provocando lo que más abajo voy a mencionar, y es la desinformación, uno de los peores males de la sociedad actual. Dicho esto, les ofrezco una excusa por la falsa mención que hice de la columna de Julio César Londoño la semana pasada en una columna titulada “La paranoia blanda del golpe duro”. A ustedes y al autor les presento una disculpa por esa equivocación.
Pasando a lo que les mencionaba más arriba, hay que empezar hablando de la columna de Tatiana Acevedo, quien partió de un reportaje de Cuestión Pública para hablar de las estrategias digitales de desinformación de la familia conformada por María Fernanda Cabal y su esposo José Félix Lafaurie, y de otro caso paralelo, el que ejerce Vicky Dávila en cabeza de la revista Semana. No hay que decir mucho más al respecto, creo que todos nos hemos dado cuenta de las intenciones de algunos medios. Les digo esto pasito: ¿se han dado cuenta de cómo en las redes de dicha revista publican cada tanto opiniones de todo tipo de personajes desvirtuando de cualquier forma al presidente Gustavo Petro? Parece un panal, porque bien abejas sí son.
Por su parte, Cecilia Orozco, que por varias semanas ha estado siguiendo todo lo que pasa con la Procuraduría y su futuro, habló de la “gran frustración” que dejó la elección de los candidatos a dirigir este ministerio por parte del Consejo de Estado y de la Corte Suprema, pues para ella tanto Luis Felipe Henao como Germán Varón Cotrino “gozan” de una “dudosa reputación” similar a la de Margarita Cabello.
Siempre será agradable leer y ver el alcance de las columnas de Julián de Zubiría Samper, que, como experto en educación, en esta oportunidad nos habló de por qué no mejora la calidad educativa a pesar del aumento del salario de los docentes.
Pascual Gaviria escribió esta semana que pasó sobre la “metamorfosis presidencial” de Gustavo Petro, refiriéndose a los símbolos que tuvo en el comienzo de su mandato, pero que se fueron diluyendo por distintas decisiones y circunstancias. “Parece que Petro necesita adrenalina, sueña con la inestabilidad, desea una épica sencilla que consiste simplemente en terminar su mandato el 7 de agosto del 2026. Terminar sería entonces una revolución suficiente, una victoria contra los poderes hegemónicos y fascistas”, escribió Gaviria.
En columnas que no responden a la coyuntura, les dejo la que escribió Luis Fernando Charry sobre la lista de los 100 mejores libros del siglo XXI, realizada por el suplemento literario de The New York Times.
Cómo María F. Cabal y Vicky Dávila manipulan la opinión pública en beneficio propio
Foto: Archivo Particular
Este mes, el equipo de Cuestión Pública nos explicó cómo la familia conformada por María Fernanda Cabal y su esposo José Félix Lafaurie ha creado, quizá con fondos públicos, plataformas de desinformación. La Agencia Periodística de Noticias (APN Noticias) y la Fundación Escuela Libertad trabajan diariamente en la producción de contenido, muchas veces falso, para posicionar a la familia y transmitir tres mensajes repetidos.
El primero, sobre la importancia de la austeridad y la prudencia frente a defectos como el derroche y la holgazanería. Mientras los Cabal Lafaurie predican la importancia del trabajo y el ahorro, otros son vagos, propensos al vicio. Se repite que Petro está (o estuvo) borracho y que el Gobierno derrocha en viajes y lujos. Se comunica que hay un enemigo interno, conformado por los vagos y disipados. A este enemigo hay que derrotarlo mediante la unión de “los colombianos que cada día madrugan a trabajar para salir adelante”.
El segundo es acerca del peligro de las expropiaciones para todos los colombianos humildes e ingenuos. Según cuentan los medios de la familia, durante gobiernos de izquierda no sólo puede expropiarse la tierra, sino también el sueldo y los ahorros. Es decir, no hay que ser rico para ser sujeto a expropiaciones: la reforma pensional expropiaría los ahorros de los colombianos y es “peligrosa para los jóvenes”. #NoConMiAhorro se tituló la campaña que no estaba sustentada en verdad alguna. “El Gobierno se aprovecha de la ingenuidad de los colombianos para quitarles su pensión”, fue una de las falsedades reproducidas.
El tercer mensaje lamenta la pérdida del país (que está peor que nunca y tomado por la subversión). Las noticias de APN inventan o exageran algún hecho nacional para luego insinuar que hay que usar la fuerza (y no sólo la estatal). La solución a la catástrofe la protagoniza Cabal, quien asume el reto de salvadora nacional. “No es momento de titubear, es momento de actuar. ¡Es hora de recuperar a Colombia para la gente buena!”, escribe Cabal, “vamos a salvarla, trabajando juntos con Fe”. Paralelo a este conglomerado desinformativo-electoral se erige otro más establecido y organizado que es el liderado por Vicky Dávila a través de la revista Semana. Al igual que APN, Semana repite los tres mensajes sin importar la veracidad de los hechos.
En la misma noticia, por ejemplo, la revista acusó a la fiscal general Luz Adriana Camargo de ser amiga del derroche y la subversión: “viaja por segunda vez a Europa, en cinco meses que lleva en el cargo” y “despeja el camino en las protestas a los vándalos como tantos de la primera línea”. Y, como Cabal, Dávila se lamenta por la pérdida del país (que está peor que nunca) y se postula como única redentora. “Me importa demasiado Colombia”, afirma, y promete: “acá estaré firme, defendiendo nuestros valores y principios, con la protección de Dios”.
Nosotras trabajadoras. Nosotras cristianas. Nosotras ahorradoras. Nosotras firmes, recatadas, sobrias, prudentes, austeras, frenteras, ordenadas. Ambas mujeres construyen discursos en oposición a enemigos internos que son lo contrario. Ambas asumen la existencia de un pueblo humilde pero ingenuo, que necesita de su protección contra la inmoralidad, la pereza y el desorden. Pese a que Semana y APN Noticias transmiten sólo palabras e imágenes, sus mensajes tienen efectos reales y materiales. En parte, estos efectos cristalizan porque los dos medios y las dos libertadoras de la patria trabajan para conglomerados económicos. Cabal tiene el músculo de organizaciones de terratenientes del sur y norte del país y el apoyo incansable de la Federación Nacional de Ganaderos, Fedegán. Dávila está apadrinada por el Grupo Gilinski, un imperio corporativo y bancario con sede en Colombia y presencia en las Islas Caimán, Panamá, Paraguay y Perú.
Metamorfosis presidencial
AME3577. BOGOTÁ (COLOMBIA), 17/09/2024.-Fotografía de archivo del 20 de julio de 2024 del presidente de Colombia, Gustavo Petro, hablando durante la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso en Bogotá (Colombia). El presidente colombiano, Gustavo Petro, condenó este martes el ataque de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el este del país que dejó dos soldados muertos y 27 heridos, y aseguró que «es una acción que cierra un proceso de paz con sangre». EFE/ Carlos Ortega ARCHIVO
Foto: EFE – Carlos Ortega
Los símbolos marcaron el inicio del gobierno Petro, una retórica del cambio basada en nuevos elementos de la baraja sentimental del poder: espada, paloma, sombrero, corona de plumas, escudo, balcón… El cambio estaba en una nueva disposición del mobiliario, unos colores y maneras distintas de habitar el Palacio de Nariño y levantar las rejas de sus plazas aledañas. Pero los símbolos pierden vigencia y la gente requiere esperanzas y realidades distintas a los gestos conmovedores. Los nombramientos en cargos claves de hombres y mujeres ajenos al poder son, en últimas, un consuelo emotivo y burocrático. La llegada al escritorio de alguien con afinidades sociales e ideológicas es una alegría pasajera para los partidarios, y no asegura ninguna mejoría palpable.
De modo que era necesaria una nueva etapa luego de los primeros meses de mensajes más propios de campaña que de gobierno. El momento de reemplazar los guiños. Vinieron entonces los grandes anuncios: decenas de sedes universitarias, tren elevado de costa a costa, corredor férreo interoceánico, molinos de viento en La Guajira, paz definitiva, salud total… Los sueños terminaron en una sensación de frustración que se tomó el discurso presidencial. Los señalamientos al “enemigo interno” que no deja avanzar, los regaños a los ministros por la falta de ejecución, los reclamos a las Cortes por no permitir el cambio, la denuncia del Congreso paralizante, la victimización como mensaje de urgencia. La maldita realidad se niega a obedecer la voluntad misericorde del presidente, los propósitos bondadosos no tienen la cualidad de imponerse con solo ser dichos. La palabra del líder no es milagrosa, puede ser solo palabra vanidosa.
Ha llegado entonces el momento de la grandilocuencia, de las grandes encrucijadas y la fecha histórica. Ahora todo es cuestión de vida o muerte. Terapia de choque para despertar a sus asambleas populares. Primero fue el llamado a una constituyente anómala, sin respaldo constitucional, artesanal, podría decirse. Un canto para aumentar el fervor de sus partidarios y alimentar su ego de reformador. Más una logística de campaña que una verdadera intención de reformar la carta política. Esa idea quedó en los papeles de Leyva y era necesaria una nueva audacia.
Desde febrero pasado el presidente comenzó a hablar del golpe de estado que se preparaba en su contra. Antes había hablado de “ruptura institucional”. La demora de la Corte Suprema para elegir fiscal y un trino de una cuenta falsa del ex fiscal Francisco Barbosa llevaron al presidente a la lógica del golpe. Parece que Petro necesita adrenalina, sueña con la inestabilidad, desea una épica sencilla que consiste simplemente en terminar su mandato el 7 de agosto del 2026. Terminar sería entonces una revolución suficiente, una victoria contra los poderes hegemónicos y fascistas.
Petro encontró entonces el momento de la confrontación, la postura del guerrero y el héroe, aunque resulte quijotesco. Y al mismo tiempo baja el listón de las expectativas, alienta a sus partidarios con la idea del ahora o nunca, posiciona una guía para la próxima campaña y se impone la aureola del perseguido. Y, como si la amenaza del golpe fuera pequeña, ahora habla de los planes para asesinarlo. Hasta hoy no hay pruebas de esas intenciones, pero el presidente dejó caer la bomba en uno de sus discursos.
En medio de toda esa cronología se mantiene siempre la figura del presidente predestinado, del líder providencial y adelantado, del hombre que ve más allá de las pequeñas urgencias, del ídolo que no quiere una estatua, sino fluir en la naturaleza.
Si suben los salarios de los docentes, por qué no mejora la calidad de la educación
Hoy en día los salarios de los docentes de los colegios públicos son superiores a los que paga la gran mayoría de los privados. Aun así, la calidad no mejora y siguen creciendo las brechas. ¿Por qué pasa esto?
Inicié mi carrera en 1978 como docente en un colegio público ubicado en el suroriente de Bogotá. En 1981, al trasladarme a un colegio bilingüe, mi salario se multiplicó por tres. En 2024 estamos viendo el proceso contrario: miles de docentes se trasladaron de colegios privados al sector público. En Bogotá, de los nuevos 5.773 docentes nombrados en 2024, el 70 % venía de instituciones privadas. En muchos casos, provenían de colegios de élite. Esto sucedió porque hoy los salarios son significativamente más altos en los colegios oficiales. Sin duda, en esto ha sido fundamental el papel de FECODE. Un docente con doctorado y especialización gana hoy en un colegio público 12 millones de pesos mensuales y 9 millones si tiene maestría. Estos salarios superan en cerca de un 40 % los que pagan los mejores colegios privados del país y en un 400 % los recibidos en la mayoría de los privados. Contrario a lo que cree la mayoría de la población, el 85 % de los colegios privados de Bogotá atiende estudiantes de estratos 2 y 3 y solo el 3 % corresponde a estudiantes que provienen de los estratos 5 y 6. Esto me permite formular dos preguntas: ¿Por qué esto no ha mejorado la calidad de la educación pública? ¿Y por qué las brechas se han seguido ampliando de manera significativa entre los colegios públicos y los privados?
Los resultados del país están completamente estancados desde el año 2000 y hoy los niveles de lectura, escritura y argumentación están por debajo de los niveles que alcanzamos a comienzos de siglo.
Las pruebas SABER evalúan la consolidación de las competencias en cuatro niveles. Quien alcanza el nivel tres es porque comprende los conceptos del área, en tanto quien logra el nivel cuatro evidencia que, además de comprenderlos, puede operar con ellos y transferirlos a otros campos. En ciencias sociales o naturales, por ejemplo, tan solo el 2 % de los estudiantes de grado 11 alcanza el nivel 4, mientras que el 75 % no supera los dos primeros niveles. El problema es más grave cuando se verifica que los niveles alcanzados eran bastante mejores en 2016. Es decir, no solo no avanzamos, sino que vamos para atrás.
Para complejizar el problema, las brechas han seguido creciendo de manera significativa. Si nos guiamos por las pruebas PISA, podemos concluir que en lectura, en 2006, los colegios privados del país obtenían 55 puntos más que los colegios rurales. Para 2022 esta diferencia era de 86 puntos, lo cual quiere decir que, estando en el mismo grado, los estudiantes de los colegios rurales presentan tres años de atraso en la consolidación de sus competencias lectoras.
Debe tenerse en cuenta que una cosa es preguntarnos por el origen de las brechas y otra indagar por su tendencia ascendente. En esta columna queremos explicar por qué las brechas no paran de crecer. Vamos a presentar tres argumentos.https://widget.elespectador.com/?widgetId=a81bcc88f132992a1ebfe4a9becd0ba19e05bc72&ctx=/opinion/columnistas#amp=1
Primero. Las brechas crecen porque en las últimas décadas los colegios privados han innovado más a nivel pedagógico y curricular que los colegios públicos. No siempre fue así. Todos conocemos la calidad que alcanzaban algunos colegios públicos durante buena parte del siglo pasado y sabemos que, en los años ochenta, los docentes de los colegios públicos se congregaron en torno al original Movimiento Pedagógico colombiano para transformar las escuelas en espacios de debate pedagógico, político y curricular. Eso desapareció en la gran mayoría de colegios públicos del país. Así mismo, la profunda transformación de las pruebas ICFES a partir del año 2000 impulsó la innovación en una parte de los colegios privados, en tanto no dejó casi ninguna huella en los públicos. La calidad se frena porque no hay procesos de reflexión pedagógica en curso. Las brechas aumentan porque estos procesos trasformadores son más frecuentes en una parte de los privados.
Segundo. El trabajo en equipo ha sido más frecuente en los colegios privados que en los públicos. En las últimas décadas, en los colegios privados es más probable ver a docentes trabajar de manera colectiva, bajo el liderazgo pedagógico de los directivos y con encuentros de área y de curso más recurrentes. Por el contrario, en los públicos la tendencia ha sido que los docentes trabajen solos y aislados, mientras que el rector tiene un débil liderazgo pedagógico. Es usual que no haya reuniones o jornadas pedagógicas y que cada docente reme para un lado diferente.
Tercero. La formación docente sigue siendo de bajísima calidad en Colombia y permanece divorciada del aula de clase. Sin excepción en los últimos doce años, los egresados de las facultades de educación alcanzan los peores niveles de consolidación de la lectura crítica y el razonamiento numérico entre todos los profesionales. En promedio, tan solo un 2% de los docentes alcanza nivel cuatro en lectura crítica, mientras que el 71% apenas llega al nivel uno o dos. En razonamiento numérico el resultado es aún más bajo: menos del 1% llega al nivel cuatro y el 79% alcanza el nivel uno o dos.
Se podría pensar que esto afecta por igual a los colegios públicos y privados, pero no es así. Los principales colegios privados prefieren seleccionar a sus docentes entre profesionales de otras áreas, al tiempo que realizan los procesos de formación pedagógica en la propia institución. Mientras tanto, en los colegios oficiales el sindicato ha impedido la llegada de profesionales.
También se podría contraargumentar que se han venido generalizando las maestrías entre los docentes oficiales. Si bien esto es cierto, múltiples estudios demuestran que esto está asociado con la búsqueda de mejores condiciones salariales. Dediqué una columna a sustentar esta tesis. La conclusión fue que las maestrías sirven para mejorar los salarios de los docentes, pero no para elevar la calidad de la educación básica.
En consecuencia, se ha frenado la reflexión y la transformación pedagógica en las instituciones educativas de carácter público. No por casualidad el segundo Congreso Pedagógico se realizó en 1989, pero 35 años después el tercero todavía no se realiza. ¡Es muy grave que pierda importancia la reflexión pedagógica entre los docentes oficiales del país!
Sin duda, existen algunas notables excepciones. Por espacio, solo puedo destacar la más evidente de todas: el tiempo inmediatamente posterior a la secretaría de Educación de Abel Rodríguez. Abel realizó la más importante transformación pedagógica que se ha llevado a cabo en los colegios públicos del país al repensar el currículo por campos de pensamiento, la estructura por ciclos del desarrollo y al privilegiar la formación in situ frente a las maestrías. Al mismo tiempo, mejoró de manera notable la infraestructura y el derecho a la educación. La combinación de ambos factores produjo un incremento importante en la calidad educativa, que se puede verificar al observar las pruebas PISA de Bogotá entre 2012 y 2015. El segundo caso sería el de Tunja para el periodo 2010 a 2014. Lo analicé en una columna para la Revista Semana.
El incremento de los salarios en el sector público es una excelente noticia para los docentes y, en el mediano plazo, se convertirá en un factor positivo para atraer estudiantes con mayor consolidación de sus competencias para leer y argumentar en las facultades de educación, pero hasta el momento no ha tenido ningún impacto positivo en la calidad de la educación en el país. Por eso se puede inferir que se seguirán trasladando docentes de colegios privados de élite a los colegios públicos. ¿Ayudará esto a mejorar la calidad en la educación oficial? Creo que muy poco. La calidad solo es posible cuando una institución está trabajando en equipo y de manera innovadora para conseguirla.