La inflación y el plan de reactivación

Ilustración de El Espectador

Salomón Kalmanovitz

El entorno económico internacional es propicio al crecimiento de la economía global. Se espera que Estados Unidos crezca 3 % en 2024, que es muy bueno para una economía madura. Otra buena noticia para ese país es que la inflación está relativamente controlada, aunque un punto por encima de la meta del Banco de la Reserva Federal, que es de solo 2 % anual.

Mientras tanto, en Colombia la inflación se redujo del 9,3 % en 2023 a 7,2 % a junio de este año, lo que es una buena noticia, pero aun así sigue siendo un pesado impuesto sobre el consumo de los hogares, en especial de los que cuentan con menos recursos. La mala nueva es que la baja de la inflación se debe a que la economía creció solo 0,7 % durante el primer trimestre del año y para el resto de 2024 el banco BBVA proyecta, de manera optimista, en mi opinión, que completará 1,8 %, o sea un crecimiento por habitante nulo (la población crece a ese mismo ritmo).

El comercio exterior del país tuvo un comportamiento aceptable con relación a las exportaciones, en especial las de petróleo que gozaron de altos precios internacionales. La exportación del resto de bienes y servicios a diciembre de 2023 crecía 4 %, pero en marzo de 2024 se había contraído 0,7 %. La historia es distinta con relación a las importaciones que cayeron 13 % en 2023 y otro 14 % en el primer trimestre de 2024, reflejo del freno que ha sufrido la producción industrial, que cayó 4 %, y del resentido consumo de los ciudadanos. Para los consumidores son cruciales las importaciones de cereales como trigo, cebada y hasta maíz, para el cual disponemos de condiciones naturales favorables que no aprovechamos.

La inversión fija, que es el acicate fundamental del crecimiento económico, lleva cinco trimestres consecutivos cayendo, siendo la contracción más profunda la del tercer trimestre del año pasado, cuando lo hizo en un 14 %. Es de esperar que este rubro comience a repuntar cuando la depreciación de la maquinaria de los sectores productivos haga necesario reemplazar los bienes de capital desgastados.

La balanza comercial fue excedentaria, lo que tuvo impacto en la tasa de cambio que se volvió a revaluar. En efecto, el dólar volvió a caer por debajo de la marca de los $ 4.000 y el 12 de julio registraba $3.920, algo que perjudica las exportaciones no petroleras, siendo presas de la llamada maldición de los recursos naturales. Esta desgracia surge de que los precios favorables de las exportaciones primarias revalúan la moneda y así se frena el desarrollo de los sectores transables de la economía.

Frente a este mediocre futuro, el gobierno decidió lanzar un plan que pretende impulsar la economía. Se trata de invertir $17 billones, que es cerca de 1 % del Producto Interno Bruto del país, provenientes de recursos del Fondo General de Regalías que aún no se han gastado, destinados a más de 2.000 proyectos que están siendo diseñados por los departamentos. Se trata de un estímulo, ojalá que suficiente, para que la economía recupere su tasa de crecimiento de largo plazo.

Según los analistas del BBVA, “la economía muestra señales de recuperación marginal y con matices”. El consumo público, que es la herramienta contracíclica fundamental para estimular la economía, creció débilmente durante los primeros tres trimestres de 2023, subió al 4 % del PIB en el cuarto trimestre de 2023, pero se derrumbó 0,7 % en el primer trimestre de este año. Se trató entonces de un impulso que abortó prematuramente, sin lograr darle un arranque sostenido a la economía.

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