“La fiscal y el criminal convicto”: el arma de Kamala Harris contra Trump

Kamala Harris y Donald Trump. Foto: GETTY / AP

IKER SEISDEDOS

Washington – 

Kamala Harris volvió a hablar este martes sobre Donald Trump. Lo hizo en Milwaukee (Wisconsin), durante su primer mitin formal tras la renuncia de Joe Biden que le ha dejado el camino libre para ser la candidata demócrata a la Casa Blanca: “Fui fiscal; conozco a los tipos como él”, dijo, repitiendo una frase que ya había soltado el lunes en un acto en la sede de su recién estrenada campaña. Sonó como algo más que una frase; es el arma que Harris está lista para emplear contra Trump, una estrategia que consiste en presentar la disputa entre ambos como la pelea entre “la fiscal y el criminal convicto”

El día anterior, el gobernador de Kentucky Andy Beshear, uno de los nombres que con más fuerza suenan como aspirante a la vicepresidencia junto a Harris, abundó en esa idea durante una entrevista con la CNN. Beshear se estaba refiriendo al cambio de idea de J. D. Vance, escogido por Trump como su posible vicepresidente, y de cómo puede ser que se haya sumado a la campaña de alguien a quien hace no tanto lo definió como “el Hitler de América”. El gobernador jugó con las palabras: “Vance no tiene convicciones”, dijo, “pero supongo que su compañero de papeleta, en cambio, tiene 34″.

Beshear, que no es precisamente un político famoso por su manejo de la ironía, empleó el doble sentido de la palabra inglesa conviction, que lo mismo sirve para hablar de principios que de condenas. En este caso, las 34 condenas que Trump recibió por delitos graves en el caso Stormy Daniels, en el que se lo juzgaba en Nueva York por cargos relacionados con el pago en negro a una actriz porno.

 Kamala Harris, este miércoles durante una acto de campaña en West Allis, Wisconsin.
Kamala Harris, este miércoles durante una acto de campaña en West Allis, Wisconsin.KEVIN MOHATT (REUTERS)

La campaña de Harris extrajo ese clip y lo lanzó en su cuenta, @KamalaHQ, una cuenta que desde el domingo ―día en que se conoció la renuncia de Joe Biden a seguir en su campaña de reelección y su inmediato respaldo a Harris― ha doblado el número de sus seguidores. Mientras tanto, llovían los millones de dólares en donaciones (100, en menos de 48 horas, todo un récord) y la candidata se aseguraba el apoyo de centenares de delegados, suficientes para salir aclamada de la convención de Chicago de agosto. Los últimos pesos pesados en sumarse a su causa fueron este martes a primera hora de a tarde el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffreys, y el de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer.

La estrategia del partido para plantar cara a Trump lleva meses siendo recordarle al mundo los asuntos pendientes con la justicia del rival; aún tiene otros dos procesos abiertos, y otro más, sobre el manejo de los papeles que se llevó de la Casa Blanca, que la semana pasada desestimó la jueza, una decisión que está recurrida. Con la irrupción de la nueva candidata, ese argumento gana fuerza al contraponer esos antecedentes penales con el pasado profesional de la vicepresidenta. Entre 2004 y 2011, fue fiscal del distrito en San Francisco, y entre 2011 y 2017, fiscal general de California. Después de eso, dio el salto al Senado.

En Milwaukee repitió casi palabra por palabra otro mensaje que el lunes lanzó a los trabajadores de la campaña de Biden que pasaron ese día a trabajar para ella. “He visto depredadores de todo tipo”, advirtió. “Depredadores que acosaban a mujeres, defraudadores que estafaban a los consumidores, tramposos que rompían las reglas de su propio juego. Así que escuchadme cuando os digo que conozco a los tipos como Donald Trump. Y en esta campaña, con orgullo, lucharé contra él”.

Estrategia estudiada

No es una estrategia improvisada. La vicepresidenta y su equipo trabajaron en ella en su residencia oficial en los terrenos del Observatorio Naval, al noroeste de Washington, durante las últimas semanas, mientras crecía el clamor para que Biden cejara en su empeño de presentarse e iba quedando poco a poco claro que ella tendría que dar un paso al frente.

El lunes, Harris también dijo: “Me especialicé en casos de abuso sexual. Trump fue declarado culpable por un jurado de cometer abuso sexual. Me encargué de una de las universidades con fines de lucro más grandes de nuestro país y la saqué del negocio [se refiere a la demanda que presento en 2013 contra las universidades Everest, Heald y WyoTech por publicidad engañosa y otros delitos que provocaron su cierre]. Donald Trump dirigió una universidad con fines de lucro, la Universidad Trump, que se vio obligada a pagar 25 millones de dólares a los estudiantes a los que estafó”.

Esos paralelismos ya los empleó Harris en un anuncio de su campaña presidencial de las elecciones de 2020, cuando lanzó su carrera hacia la Casa Blanca con una campaña llena de fallos y que nunca acabó de despegar. El lema era entonces “Kamala Harris, por el pueblo”, y el anuncio en cuestión se ha vuelto a hacer viral estos días.

El historial de Harris como fiscal le valió en el pasado las críticas de quienes, entre los suyos, consideran que era demasiado dura con el crimen. Curiosamente, eso podría ayudarla a conquistar las voluntades de indecisos e independientes. Uno de los principales argumentos de ataque de los republicanos en estos años es que allá donde gobiernan los demócratas, con sus llamamientos a retirar la financiación policial que siguieron al asesinato a George Floyd, la inseguridad crece por la laxitud woke en el trato con los delincuentes.

“Los estadounidenses sitúan hoy la violencia entre sus principales preocupaciones, y el 61% de los votantes registrados creen que el sistema no es lo suficientemente duro con los delincuentes”, escribe Ankush Khardori en Politico. “En 2020, solo el 48% pensaba eso. De pronto, ‘Kamala la poli’ [etiqueta que le colgaron entonces para atacarla] no suena tan mal en 2024. (…) Es una señal de cuán dramáticamente ha cambiado las políticas del crimen en los últimos años, incluso dentro de su propio partido.″.

Su campaña también confía en que su edad (59 años; Trump le saca casi 20) y sus dotes para preguntar y argumentar, forjadas ante los tribunales, le sirvan para salir airosa en el debate presidencial que, de momento, figura en el calendario: será el próximo 10 de septiembre, y lo organiza la cadena ABC News.

Está previsto que ocho días después se conozca la pena que el juez le va a imponer por el caso Stormy Daniels. Es muy poco probable que ninguno de los otros juicios comience antes de las elecciones del 5 de noviembre, sobre todo, después de que el Tribunal Supremo decidiera a finales del mes pasado aumentar la inmunidad de los presidentes en el desempeño de sus cargos, lo que en la práctica se tradujo en un retraso en el proceso que se sigue contra él en Washington por sus intentos de revertir los resultados electorales legítimos de 2020.

Esta semana también se ha sabido, en otro curioso giro de guion, que Trump donó seis mil dólares a las campañas de Harris para fiscal general del estado entre 2011 y 2013. El magnate no se había metido aún en política, y por aquel entonces presumía de dar dinero a personas de ambos partidos. Tantos años después, una de esas políticas le ha cambiado las cartas a mitad de la partida de la que saldrá el próximo inquilino de la Casa Blanca.

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