Por Oscar Domínguez Giraldo
El técnico Alexis García y el fútbol, se conocieron una tarde de domingo y se enamoraron. Fue un caso de amor a primera vista.
Nacido en el barrio La Floresta, de Medellín, un día como hoy, el 21 de julio de 1969, Alexis Enrique, su nombre completo, hijo de Ceferino y Neiva, primero encantó a la tribuna con su arte balompédico. Luego ha sido técnico ganador con los chicos y perdedor con los grandes. La última vez que dirigió uno de los históricos le dijo adiós al Santa Fe.
La pandemia lo cogió de regreso a La Equidad que llevó a los primeros lugares. En su página de Facebook dejó este comentario:
“¿Adónde hemos llegado? Cuidado extremo, prohibido el contacto físico, los mejores trajes serán los que más te puedan aislar de los demás, la prenda más valiosa será el tapabocas, pero el gran sustento seguirá siendo un cuidado extremo de los pensamientos, una buena salud emocional, buen descanso, buena alimentación y una magnifica suplementación”.
García, cuasibachiller del Marco Fidel Suárez, de Medellín, respeta los derechos “humanos” del balón. Es su jefe de relaciones públicas, una especie de ONG del juego bello.
Son sus hermanos, Eduardo, Ceferino, Lesty, Neiva, Ada Luz, Duby y David, el menor.
De sus vástagos comentó: “Mis esfuerzos (hijos) son Julián Andrés, administrador de negocios de la Medellín; Álvaro Felipe, administrador de empresas de Eafit; Melissa, estudia en la U de la Sabana Medios audiovisuales y periodismo. Valentina, fue el último suspiro; más consentida que un verraco. Hace valer su condición de haber comprobado que el papá aun tenía restos. Cursa primero de primaria en el Gimnasio Los Pinos”.
Sobre su mujer me piconió una vez: “Mi actual cómplice es Constanza López, paisa. Se avergüenza de su primer nombre, Ligia. Es administradora de empresas, fue directora de la Corporación Coomeva durante 7 años”.
Alexis vive tan prendado del buen espectáculo que se alegra tanto de los goles de su equipo, como de los del prójimo. Ama el fútbol por el fútbol. Es capaz de invitar a almorzar a su rival si lo hizo mejor sobre el pasto.
Por lo pronto, mientras ejerce la docencia balompédica, de regreso a La Equidad, seguirá siendo poeta clandestino. Habla como juega, con exquisitez y originalidad. Palabra que sí. No es sino escuchar su prosa cuando lo invitan a tirar línea en televisión o en rad
Sin duda estamos ante un híbrido de filósofo, poeta y deportista: una mezcla de Jorge Valdano y Juan Villoro, dos de sus ídolos, y Lionel Messi. Es de los que cree que “el poeta del año es el goleador del campeonato”. (Nota sometida a latonería y pintura).