Por Adam RasgonEuan WardHwaida Saad y Ken Belson
Adam Rasgon reportó desde Jerusalén, y Euan Ward y Hwaida Saad desde Beirut, Líbano.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y un alto dirigente de Hizbulá se comprometieron el domingo a aumentar la intensidad de sus ataques transfronterizos, haciendo temer que la reanudación del conflicto desemboque en una guerra má amplia.
El responsable de Hizbulá, el vicesecretario general Naim Qassem, dijo que la milicia libanesa había entrado en “una nueva etapa” de guerra abierta contra Israel, mientras que Netanyahu dijo que su país tomaría “todas las medidas necesarias” para reducir la amenaza de su adversario.
Las declaraciones se produjeron tras una tumultuosa semana de hostilidades.
A primera hora del domingo, Hizbulá lanzó unos 150 cohetes, misiles de crucero y aviones no tripulados, según el ejército israelí, apuntando a lo que parecían ser las zonas más profundas que ha alcanzado en Israel desde que el grupo comenzó a disparar contra él en octubre, un día después de que las fuerzas dirigidas por Hamás atacaran el sur de Israel. Desde entonces, Israel y Hizbulá se han enzarzado en ataques de “ojo por ojo”.
Refiriéndose a los ataques, Qassem dijo que “lo que ocurrió anoche es solo el principio”.
“Los mataremos y combatiremos desde donde esperan y desde donde no esperan”, dijo el líder militante a miles de personas reunidas en Dahiya, el barrio dominado por Hizbulá en el sur de Beirut, para el funeral de dos comandantes de Hizbulá muertos en un ataque aéreo israelí el viernes.
Israel lanzó el domingo ataques aéreos contra el sur de Líbano quecausaron al menos tres muertos y cuatro heridos, según el Ministerio de Salud libanés. El ministerio también elevó la cifra de muertos por el ataque aéreo israelí del viernes en Beirut, e informó que al menos 45 personas —entre ellas mujeres y niños— habían muerto.
Los equipos de rescate han seguido buscando entre los escombros de dos edificios de apartamentos de ocho pisos donde el ministro de Salud libanés, Firass Abiad, dijo que se creía que aún había entre 10 y 15 personas atrapadas. Declaró a The New York Times que “sería un milagro” que alguna de ellas apareciera con vida.
Antes de los comentarios de Qassem, Netanyahu pareció reafirmar la decisión de su país de intensificar sus ataques contra Hizbulá. Dijo que Israel quería repeler a Hizbulá para que decenas de miles de israelíes desplazados durante el último año pudieran regresar a sus hogares en el norte de Israel. Más de 150.000 personas a ambos lados de la frontera han sido expulsadas por los combates.
Los comentarios de Netanyahu se produjeron menos de una semana después de la explosión en Líbano de unos localizadores y walkie-talkies con trampas explosivas utilizados por militantes de Hizbulá —un ataque cuya responsabilidad no ha sido explícitamente asumida por Israel— que mataron a decenas de personas, hirieron a miles y perturbaron gravemente las comunicaciones del grupo.
Netanyahu dijo en una declaración grabada que Israel había asestado a Hizbulá “una serie de golpes” que el grupo no había previsto. “Si Hizbulá no entendió el mensaje”, dijo, “les prometo que lo entenderá”.
El jefe del Estado Mayor de Israel, el general de división Herzi Halevi, hizo eco de las advertencias de Netanyahu. “El precio que está pagando Hizbulá es cada vez mayor, y nuestros ataques se intensificarán”, señaló. Halevi también dijo: “Haremos todo lo posible para eliminar y frustrar las amenazas sobre el Estado de Israel”.
La intensificación de los enfrentamientos entre Israel y Hizbulá llevó a la coordinadora especial de las Naciones Unidas para el Líbano a advertir que la región estaba “al borde de una catástrofe inminente”. La funcionaria de la ONU, Jeanine Hennis-Plasschaert, dijo en un comunicado que la acción militar no haría “más seguro a ninguno de los dos bandos”.
Las tensiones han aumentado lo que está en juego para la ONU mientras la Asamblea General se prepara para reunirse esta semana. Los líderes mundiales, que ya están lidiando con la invasión rusa de Ucrania y la guerra civil de Sudán, también se enfrentan al ataque dirigido por Hamás contra Israel y la guerra que siguió en Gaza, con su catastrófico coste humanitario para los palestinos.
La Casa Blanca observa con “gran preocupación” los mortíferos ataques con misiles que se lanzan a través de la frontera entre Israel y Líbano, y ha comunicado a las autoridades israelíes que “una escalada de este conflicto militar” no redunda “en su interés”, dijo el domingo John Kirby, portavoz de seguridad nacional del presidente Joe Biden.
En su intervención en el programa This Week de la cadena ABC, Kirby insistió en que Biden seguía comprometido con el logro de una solución diplomática en la región, aunque admitió que la situación estaba empeorando.
“Todos, por supuesto, reconocemos que las tensiones son mucho mayores ahora de lo que eran incluso hace solo unos días”, dijo Kirby, y añadió: “Queremos asegurarnos de que podemos seguir haciendo todo lo posible para tratar de evitar que esto se convierta en una guerra sin cuartel allí con Hizbulá a través de esa frontera libanesa”.
Preguntado por las conversaciones sobre el alto el fuego entre Israel y Hamás, Kirby acusó al líder de Hamás, Yahya Sinwar, de no negociar de buena fe. “Yo diría que no hemos logrado ningún avance en las últimas dos semanas, y no por falta de voluntad”, dijo.
Los mediadores árabes han dicho que Netanyahu también estaba obstaculizando el avance de las conversaciones. Ha rechazado algunas de las principales exigencias de Hamás, incluido el fin permanente de la guerra.
El domingo, la Defensa Civil Palestina dijo quesiete personas habían muerto y varias más habían resultado heridas en un ataque israelí contra un edificio escolar que albergaba a personas desplazadas en la ciudad de Gaza. El ejército israelí dijo en un comunicado que había llevado a cabo “un ataque preciso” contra militantes de Hamás que operaban desde allí y que había tomado “numerosas medidas” para mitigar los daños a civiles.
También el domingo, soldados israelíes asaltaron la oficina de Al Jazeera, la emisora panárabe, en Ramala, en Cisjordania ocupada por Israel, y ordenaron su cierre durante 45 días.
Fue el último intento de Israel de tomar medidas drásticas contra Al Jazeera, que tiene su sede en Catar y ha proporcionado una amplia cobertura de las operaciones militares de Israel en Gaza y Cisjordania. Este mes, la oficina de prensa del gobierno israelí dijo que revocaba las credenciales oficiales de los reporteros de Al Jazeera que trabajaban en Israel.
El ejército israelí dijo en un comunicado que había cerrado las oficinas siguiendo una “directiva del escalón político”.
El ejército también citó un dictamen jurídico y “una evaluación actualizada de los servicios de inteligencia” que, según dijo, habían determinado que “las oficinas se estaban utilizando para incitar al terror”, sin ofrecer más detalles. Al Jazeera calificó de “infundadas” las acusaciones de Israel y dijo que la redada era “una afrenta a la libertad de prensa y a los principios mismos del periodismo”.
Las acciones se produjeron después de que Israel aprobara en abril una ley que proporciona al gobierno herramientas para reprimir a las organizaciones de noticias extranjeras.
Sheryl Gay Stolberg colaboró con reportería desde Washington, Hiba Yazbek desde Nazareth y Johnatan Reiss desde Tel Aviv.
Adam Rasgon es reportero del Times en Jerusalén y cubre asuntos israelíes y palestinos.
Euan Ward es un reportero que colabora con el Times desde Beirut.
Ken Belson es un reportero del Times que cubre los deportes, el poder y el dinero en la NFL y otras ligas deportivas profesionales.