Por Dolores Tropiano
Colombia es una de las naciones con mayor biodiversidad de la Tierra, con de todo, desde exuberantes bosques tropicales hasta amplias sabanas y bosques nubosos y brumosos.
El país sudamericano tiene una de las mayores cantidades de especies de plantas del mundo (unas 40.000 plantas diferentes en comparación con las 17.000 de Estados Unidos) y más de 200 tipos de palmeras.
Es donde creció María José Sanín de la Universidad Estatal de Arizona y donde regresó este verano para su último proyecto de investigación.
«Siempre quise comprender qué factores han contribuido a estos niveles de biodiversidad vegetal», dice el científico senior de futuros globales de ASU. “¿Es historia geológica? ¿Es la dinámica del uso de la tierra o las interacciones entre especies? No hay una única respuesta.»
Sanín está encontrando algunas ideas en los bosques nubosos de los Andes del norte, la cadena montañosa más alta fuera de Asia, donde las imponentes palmeras de cera tienen su hogar. Lleva más de 15 años estudiando el árbol nacional de Colombia.
ASU News se reunió con Sanín, profesor asistente en la Facultad de Matemáticas y Ciencias Naturales, cuya investigación en curso sobre la palma continúa en Colombia este verano.
Pregunta: ¿Cómo explica su investigación en Colombia?
Respuesta: Mi investigación se centra en describir cómo es la biodiversidad en términos de qué encontramos y dónde la encontramos, y qué factores han sido más relevantes en la evolución de ciertos grupos de plantas.
La mayor parte de mi investigación se ha centrado en la familia de las palmeras. Las palmeras son muy diversas en los trópicos. También son abundantes en los diferentes ecosistemas de los trópicos y muy utilizados por el ser humano.
Este verano, estoy tomando muestras de hojas, raíces y frutos que mi grupo secuenciará para comprender los efectos de la evolución del drenaje de los ríos y el uso humano en especies seleccionadas de palmeras.
P: ¿En qué tipo de palmeras te estás concentrando?
R: Las palmas de cera son el foco de mi investigación. Los he estado estudiando desde 2007.
Son plantas fascinantes que ostentan varios récords, incluidas las palmeras más altas del mundo y las palmeras que crecen en las elevaciones más altas de las montañas.
Son endémicos de la región donde crecí, lo que significa que existen en esta región y en ningún otro lugar del mundo. Debido a que su evolución está tan estrechamente vinculada a la formación de la Cordillera de los Andes (la cadena de cadenas montañosas en el extremo occidental de América del Sur), he trabajado con geólogos para comprender la historia compartida entre la evolución de las montañas y la palma de cera. Los volcanes andinos tropicales también han jugado un papel importante en la dispersión de la palma de cera.
María José Sanín está interesada en estudiar la historia del manejo de especies de palmas usadas en el trópico americano. En esta foto, ella y su grupo están estudiando la palmera açai en Colombia, Sudamérica. Foto cortesía de María José Sanín
A lo largo de los años, he llevado a cabo investigaciones en muchas poblaciones silvestres diferentes de palmas de cera y he sido testigo de sus desafíos de conservación.
Hemos trabajado para explicar qué factores contribuyen a la disminución de su población y qué debemos hacer para garantizar su supervivencia. Esto ha significado trabajar con diferentes sectores de la sociedad, desde propietarios de tierras hasta ONG conservacionistas, políticos y periodistas. Ha sido fascinante trabajar juntos para hacer de los resultados científicos un activo disponible para las personas.
P: ¿Qué está contribuyendo a su declive? ¿Y qué significa ese descenso para la zona?
R: Pérdida de hábitat. Estas palmeras necesitan cobertura forestal para sobrevivir como plántulas y juveniles. Por lo tanto, aunque algunos adultos mayores permanecen en paisajes deforestados, una vez que estos adultos mayores mueren de edad, no serán reemplazados por palmeras más jóvenes porque difícilmente pueden sobrevivir fuera de los bosques. Los bosques nubosos de montaña andinos, donde viven estas palmeras, se han visto gravemente reducidos en extensión e integridad.
Mapa que muestra la Cordillera de los Andes en Colombia.
La Cordillera de Columbia.
P: ¿Cómo describirías el lugar donde trabajas hoy?
R: Ahora estoy en los bosques nubosos de los Andes del norte, rodeado por muchos kilómetros de extensas Cordilleras. Estoy parado al borde de un cañón.
Esta mañana, como la mayoría de las mañanas, las nubes treparon lentamente por las paredes del cañón y rodaron sobre nuestras cabezas. Estos ecosistemas suelen ser húmedos, ya sea debido a la lluvia, la niebla o las nubes bajas. Las plantas acceden a todas estas fuentes de agua y no pueden tolerar la sequía. Aquí los bosques están muy estructurados, con muchas capas imponentes de hierbas, árboles pequeños, árboles altos y epífitas (plantas como el musgo). Los suelos están cubiertos por muchas capas de hojarasca y es raro ver suelo desnudo.
P: ¿Cómo empezó a interesarse por este tipo de trabajo?
R: Siempre me ha gustado la naturaleza y las plantas. En parte crecí en el campo, en una granja donde había fragmentos de bosque nuboso nativo, pero también muchos árboles frutales y animales y numerosos pequeños arroyos donde solíamos jugar cuando éramos niños.
Me interesé en la evolución de las plantas cuando era estudiante cuando trabajé con un especialista en plantas de piperáceas (familia de los pimientos) que me presentó las infinitas estrategias y formas ecológicas de las plantas desde una perspectiva evolutiva en tiempos profundos: miles de millones de años de la historia de la Tierra.
Posteriormente trabajé bajo la supervisión de Gloria Galeano, una famosa botánica colombiana que dedicó su vida al estudio de las palmeras. Ella me regaló el fascinante mundo de las palmeras y sus intrincados vínculos con las comunidades humanas y rurales.
P: ¿Qué es lo que encuentras más fascinante de este trabajo?
R: Las plantas son un recordatorio constante de que se puede hacer mucho con una pequeña cantidad de recursos y sin siquiera moverse. Son un ejemplo convincente de inteligencia y creatividad. Lo más importante es que son los bloques fundamentales de los ecosistemas y producen energía para todos los elementos de las cadenas alimentarias. Estoy convencido de que cuanto más nos centremos en su ecología y función, más preparados estaremos para desarrollar y sostener sistemas saludables y biodiversos.
Mano sosteniendo frutos rojos.
El fruto de una palmera (Astrocaryum gynacanthum) siendo estudiado por la profesora asistente de la ASU María José Sanín. El árbol sólo vive en los cauces de los ríos Amazonas y Orinoco. Foto cortesía de María José Sanín