Por Óscar Javier Ferreira Vanegas
Una vez se agarró a madrazo limpio con Rafael Escalona, otra vez regañó al aire a Julio Sánchez Cristo y una más desbarató una sesión de Alcohólicos Anónimos.
Mario Gareña, es uno de los más grandes cantautores, pero de controvertidas actuaciones. Su nombre real es Jesús Arturo García Peña, pero se bautizó como Mario Gareña. Nació en Barranquilla, la «Puerta de Oro de Colombia» el 25 de septiembre de 1932. Inició su carrera en 1951 como miembro de la Orquesta del francés Sebastián Solarí en Cali, y luego como participante de la Orquesta Sonolux en Medellín, de donde se trasladó a Bogotá.
Mario Gareña fue un excelente crooner, que trabajó en los mejores clubes nocturnos de la capital. Lo recuerdo en el famoso Grill Candilejas, donde actuaba cada noche. Alguna vez le tocó lidiar con un borracho que desde la mesa le gritaba: «Quiero que le toque La Mafafa a mi mujer», tema de moda interpretado por los Corraleros. Entonces, Mario suspendió el espectáculo y le dijo: «Señor, Yo le toco la mafafa a su mujer, pero usted tiene que tocarme «el pájaro picón picón»(otra canción de moda). Carcajada del público ante la genialidad de Mario.
Lo conocí allá por 1971 en las oficinas de Ramiro Orozco, dueño de Producciones Roos, conocido maestro y compositor caleño, con quien estudié, y quien acompañaba a Mario Gareña en sus presentaciones. Gareña actuó con mucho éxito en los programas en vivo por Emisoras Nuevo Mundo y después por televisión. Nos reuníamos en el Portón 3, en el Hotel Tequendama, donde trabajaba Mario.
Íbamos a desenguayabar a los baños turcos Niágara, y aprendí mucho de él como maestro. Su técnica para componer, su gran amor por la música colombiana en todos los géneros. Era un blanco con ojos azules, pero con alma mulata. En cada composición clamaba por la justicia social, como en «La Esquina Caliente» y muchas otras obras. Era un hombre «jacarandoso», como él mismo se definía.
Amable, compasivo y jovial con sus amigos, pero conflictivo cuando «le sacaban la piedra al mono» y tenía «sus tragos encima». En el Festival de la Canción Colombiana, en Villavicencio, casi lo linchan, cuando en medio de copas, trató mal a los llaneros. Después se disculpó y lo perdonaron. Él compuso el inmortal «Cimarrón».
Bohemio por naturaleza. Eventualmente nos reuníamos en las oficinas de La Peer en Bogotá, que gerenciaba Santander Díaz, en la calle 18 con novena, esquina, piso tercero (le decíamos El Bar de la 18) a donde llegaba el Mono Gareña con un galoncito de aguardiente, muy bien camuflado en una bolsa de papel. Allí llegaban el maestro Lucho Bermúdez, Gastón Guerrero y Óscar Fajardo (que con el «Viejo Santa»- así le decían a Santander- conformaron el Trío Los Isleños), el compositor Raúl Rosero, el humorista Hebert Castro y cantantes como Luz Ayda, Manoello, Blanquita Sierra, Manuel Fernando, Gustavo Gil, Guillermo Barreto, Daniel Moncada, Pachito Zapata, «el Pisco» y muchos más. De allí salíamos al Charlie Bar, de Eduardo Perdomo, en la avenida 28.
Vivía en el barrio Marsella, a donde lo visitaba con frecuencia. La separación de su esposa lo afectó mucho y su casa parecía un campo de guerra. A Mario le fascinaba tomarse sus traguitos. Entonces ingresó a A.A. (Alcohólicos Anónimos) Algún día irrumpió en una sesión, y todos los recibieron con euforia porque el buen hijo había vuelto a casa. Pero Mario les dijo: «Yo no vengo a la reunión, vengo a invitarlos a beber, que yo pago». Y ante la sorpresa de los terapistas, varios de los asistentes salieron y se fueron con él.
Tuve el honor de estar a su lado en la final de «Exitosos» el concurso que conducía el popular Pacheco y que ganó Yolanda Rayo. Anécdotas es lo que hay en la vida de Gareña. En la final del concurso OTI Colombia, cuando se escogió a Ximena y Christopher para representar a Colombia, donde entre los miembros del jurado se encontraba Guillermo Romero Salamanca –en ese entonces periodista de Colprensa–, Mario se levantó de la mesa para ir al baño. A su regreso comenzó a alegar, aduciendo que le habían robado el anillo. Los productores de Caracol T.V. tuvieron que lidiar para poder terminar la grabación. Al final, el susodicho anillo estaba en un bolsillo de Gareña.
En alguna ocasión estábamos reunidos en el Restaurante La Normanda de la calle 22 en Bogotá, los miembros del Consejo Directivo de Sayco, para despedir a Rafael Escalona quien viajaría a Valledupar. Por algún motivo salí del lugar y cerca de allí me encontré a Mario, invitándolo al encuentro. El saludo unánime de todos con mucha euforia, hasta que Escalona le dijo a Mario: «¿Cómo estás mariguareña?» y ahí fue troya. El mono se sonrojó y se salió de quicio, sacando su repertorio de madrazos contra Rafael. Hasta ahí llegó la tertulia.
Mario Gareña se lanzó como candidato a la presidencia de Colombia, por lo que el gobierno nacional le dio un espacio en televisión, para que expusiera su programa de gobierno. Pero Mario, jocosamente tomó el asunto alegremente, para dar la fórmula del Sancocho Costeño, y «mamar gallo». La registraduría le dio a cada candidato un adelanto de diez millones de pesos para cubrir gastos de la campaña, que serían deducidos del total de votos que obtuvieran. Recuerdo que Regina 11, rompió en el programa de televisión, el cheque que le habían dado, pero Mario «se gastó la platica». La votación obtenida no alcanzó a cubrir el reembolso, por lo que prefirió viajar a los Estados Unidos. Organizó con sus hijos el grupo musical «Gareñas Clan» que lo acompañaba en sus presentaciones.
Julio Sánchez Cristo lo llamó hace varios años para celebrarle el cumpleaños, pero en la entrevista recibió una retaliación de Mario, quien le recrimina porque supuestamente nunca apoyaba a los artistas nacionales, especialmente a él. Porque Gareña no tenía «pelos en la lengua».
Fue socio de la Sociedad de Autores y Compositores Sayco, llegando a formar parte del Comité de Vigilancia de la entidad. Donde estaba Mario había alegría. Sus anécdotas y chistes son inolvidables. De su voz, ni hablar, es de las mejores. Y como compositor, su talento creativo es innegable:
Mario Gareña, compuso obras maestras como: «Te dejo la ciudad sin mí», balada ganadora del Festival de la canción de Nueva York. «Esta noche la paso contigo» bolero famoso con «Los ángeles negros». «Cimarrón», joropo llanero. «Señor Bambuco», Bambuco. «Qué linda”, porro. «Raza», Cumbia. «La esquina caliente», Porro.
Y la más famosa “Yo me llamo cumbia”, que junto a «La Piragua» y «La pollera colora», conforman la trilogía de las más bellas cumbias de Colombia.
Excelente reseña y bibliografía de otro gran cantautor colombiano, el maestro Oscar Javier Ferreira.
Le compuso una cancion muy bonita a las islas de San Andres con la que gano un festival en Costa Rica
Agradablemente sorprendido, leí ayer y hoy vuelvo a leer de manera más detallada este excepcional artículo testimonial del profesor Javier Ferreira, de quien tengo el honor de ser vecino aquí en La Calera y a quien puedo ver casi a diario y desde muy temprano haciendo ejercicio físico y disfrutando del frescor de la mañana. El maestro Ferreira, como gran profesional del arte de la música en sus diversas formas, sí que puede dar fe de la vida y la obra del gran Mario Gareña, cuyo reciente fallecimiento he sentido enormemente, como admirador y defensor que he sido, junto con mis hermanos, del inmenso y diverso acervo de la música auténtica de Colombia. ¡Paz a la tumba del maestro Gareña!