Por Óscar Domínguez Giraldo
Como devoto no sectario del Atlético Nacional tengo tan buenos amigos tolimenses que soy el primero en desearles un feliz segundo lugar en el verdadero campeonato de fútbol que se definirá este domingo en el Atanasio Girardot. Perder contra Nacional es una extraña forma de victoria. Hay derrotas que mejoran currículos. Esta es una de ellas.
Un primer recorderis es por el tolimense mayor, el maestro Echandía, quien dejó este insòlito testimonio : “La vida ha sido tan generosa conmigo que me ha permitido ser pobre hasta el último momento”. Y en una célebre entrevista con la periodista Margarita Vidal el maestro de Chaparral declaro: Colombia, país de cafres, y espero no estar calumniando a los cafres. Fue el primer gran colombiano del que oir hablar el 9 de abril de 1948. Mi abuela Amalia que estaba pegada del radio dijo de pronto: “La radio dice que Echandía va pa Palacio”. Así era. El fotógrafo Sady González lo retrató en su trote hacia Palacio, al lado de Lleras Restrepo.
Un tolimense ilustre que pasa por vallecaucano y antioqueño “me honró con su amistad”, como decimos los lagartos: el poeta Óscar Echeverri Mejía. Entre los dos creamos la Asociación de Devotos de los Espantapájaros, ASODEE. Mi ilustre tocayo fue el presidente hasta su muerte. Yo era el vago, o sea, el vicepresidente.
Espero que mi amistad con dos mujeres tolimenses de todo el bunde no se vaya a deteriorar en caso de que Nacional siga sumando copas: Me refiero a las hermanas Doris y Fabiola Morera. Por la casa de Doris en Ibagué pasan el meridiano, el vespertino y el nocturno de la música. Es la presidenta-fundadora de la Fundación Musical de Colombia. Fabiola, empresaria de las comunicaciones, le hace la segunda y la tercera en sus empresas.
En casa de Doris oí cantar una noche al preprecandidato presidencial, Alfonso Gómez Méndez, chaparraluno, como el maestro Echandía. Para darse su do de pecho, no lo hace nada mal el jurista que imparte cátedra de derecho todos los miércoles en su columna El Tiempo. Gómez Méndez es el primero en llegar cada año al festival de la canción. Lo tienen que sacar con la Ley, uno de los sinónimos de la policía.
Gracias, Tolima, por la lechona. Me gusta más que comer con los dedos.
Gracias a un tolimense, viajé por primera vez a Europa a cubrir la entrega del Nobel a García Márquez en Estocolmo. Por esos días, hace 42 años, yo era reportero de Súper, la cadena del Cenizo Pava Navarro. Ese detalle debería hacerme voltear de Nacional al Tolima pero la sociedad perdona que uno cambie de religión, de amores, de acera, de partido político pero no de equipo de fútbol. No se asustaron los Pava Camelo a la hora de pagarme pasajes y viáticos para ir a Estocolmo donde conocí la nieve y el metro. Solo me faltó tomarme una selfi con el Nobel pero estas (las selfis) no se habían inventado.
Felicito al departamento del Tolima por llevar el nombre de la princesa Yulima, torturada y ejecutada por los conquistadores.
También celebro que en el municipio tolimense de Honda, hayan atendido de maravilla al Libertador Simón Bolívar cuando iba camino del olvido. Se alojó en casa de Mr. Nicholls, inglés, quien le prestó un ajedrez para que se olvidara del olvido que le habían decretado los colombianos. Un fraile franciscano se dejaba ganar del caraqueño para subirle la moral.
El periodismo me deparó varios amigos periodistas, de Líbano tres de ellos: Fernando Barrero, Román Medina y Germán Santamaría. Los tres están felizmente vivos, gozándose el anonimato que genera la vejez. Bueno, Barrero sigue en plena actividad como director del teatro Cafam. El calidoso Román, anfitrión de cinco estrellas, es más sensato y se dedica a la pesca. Santamaría no sé en qué trotes anda. A lo mejor le está poniendo puntos y comas a otra novela. Y comiendo chontaduro, el viagra de los pobres.
Otro gran colega tolimense es el Diabético Hernando Salazar. Fue director de El Nuevo Día. Cuando llegó a hacer prácticas periodísticas en Colprensa, el director Orlando Cadavid y este aplastatecas, concluimos: este va a dar de qué hablar en el periodismo. No nos equivocamos un carajo.
Por todo lo anterior (¿) espero que el Deportes Tolima, regrese a Ibagué de segundo en el torneo local. Así el segundo sea el primero de los derrotados. (Bueno, recuerden los amigos tolimenses que su técnico, el antioqueño David González, quien perdió los estribos en el partido de ida, los tiene en la final. De nada).
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