Por Rodrigo Pareja
En otros tiempos era común exigir recomendaciones de buen proceder a cualquier aspirante a un empleo, por modesto que este fuera, lo que garantizaba de entrada la vinculación de una persona capacitada y sobre todo honesta.
Hoy, en medio de la decadencia moral sin atenuantes por la que transcurre el devenir colombiano, pesan e importan más las maniobras politiqueras, los chanchullos, las acomodaticias maniobras que buscan el beneficio inmediato y los torcidos de todo orden.
Una hoja de vida impoluta, sin mancha alguna en el transcurrir de una vida pública y el reconocimiento unánime de una ciudadanía informada y consciente, nada valen frente a previsibles prontuarios en gestación, tráfico electoral, acusaciones concretas de auxiliar fugas de delincuentes y fundadas sospechas de actividades nada edificantes.
Con un fardo de estas últimas a sus espaldas, pesada carga moral que nadie vió ni a nadie le importó, fue nombrado ayer el político costeño, Arturo Char como nuevo Presidente del congreso, vale decir, antes los ojos del mundo que desconoce sus andanzas, como el funcionario colombiano más importante después del presidente de la república.
Menos mal, porque no todo puede ser sal en la herida ni tragedia sin nombre, la Corte Constitucional declaró inexequible el numeral tercero del artículo 19 de la Ley quinta de 1992, que fijaba entre las funciones del presidente del Congreso, reemplazar al Presidente de la república y al vicepresidente si se llegara a dar la ausencia de ambos.
Desafortunada y muy poco probable posibilidad, pero como Colombia está para grandes tragedias y así lo ha ratificado a lo largo de su atormentada historia, nada descartable era llegar a tener a Arturito desempeñando ese papel.
Este nuevo confaloniero que será el encargado de portar la enseña de la moralidad, del buen hacer y de la administración ejemplar de una importante rama del poder público, de entrada ya cumplió con uno de los que parecen ser requisitos para desempeñarse como presidente del legislativo: Tener líos con la justicia, y equiparar así a doce de los trece antecesores suyos en el cargo para no dejarse aventajar por ellos.
Arturo Char cuenta con los suficientes méritos para acompañar esa nómina de servidores de la patria, la cual vale la pena recordar para que tantos olvidadizos o cómplices vuelvan a la realidad: Carlos García, Nancy Patricia Gutiérrez, Dilian Francisca Toro, Mario Uribe, Luis Humberto Gómez Gallo, Miguel Pineda Vidal, Javier Cáceres, Luis Alfredo Ramos, German Vargas Lleras, Armando Benedetti, Juan Manuel Corzo y Hernán Andrade.
Debe mencionarse otro aspecto importante de la persona encargada de tamaña responsabilidad: Su salud, pues de acuerdo con los registros de asistencia en el último período, Arturo Char presentó 149 excusas médicas; o está muy enfermito o es muy astuto para esconder sus otras actividades.
Valdría la pena preguntar: ¿ si ese estrafalario número de excusas se presentó cuando las sesiones eran presenciales, a cuánto podrán llegar ahora que vienen las sesiones virtuales ?
Lo cierto de todo este episodio protagonizado por la clase política colombiana, es que su caída libre hacia el desprestigio y su poca credibilidad entre los ciudadanos, son cada día más evidentes.
TWITERCITO: Izar banderas y discursos, no es independizarse de la politiquería y la corrupción