En la despedida al poeta Eduardo Escobar; Ñapa, Cenizas en Otraparte

Recordatorio del poeta dadaísta Eduardo Escobar

(Palabras leídas en el adiós al poeta Eduardo Escobar en Otraparte, en Envigado. Marzo 21-2024)

Despedida sin lágrimas.

Por Óscar Domínguez Giraldo

Le he pedido a Dios, en quien el poeta Eduardo Escobar pocón creía, que me dé una mano para salir bien de este trance. Antes de dejar quieto a Dios, le  diría que no es imparcial, y que se le fue la mano regalándole a  nuestro homenajeado la excelencia en poesía, prosa, ensayo, crónica, columnismo, erudición, pintura… Todo adobado con un demoledor sentido del humor, exquisita ironía y un  certero dominio del idioma.

A espaldas de Eduardo,  exageraré diciendo  que en una época en Medellín todos éramos nadaistas. Aunque muchos solo aportábamos despiste existencial y una descuidada pinta para hermanarnos con ellos. 

Cuando apenas desertaba de los pañales, Eduardo  se convirtió en lector voraz y empezó a sumergirse en el maldito oficio de escribir, como lo llamó Ezra Pound, uno de sus poetas preferidos. Lo suyo era pensar, exigirse, cuestionarse. Nada de tragar entero. Fuera mediocridad de su hoja debida.

Es una feliz  casualidad que esta despedida sin lágrimas al poeta mayor se realice aquí en Otraparte, en Envigado, municipio donde nació y reposarán sus cenizas. 

Mientras llega su rectificación desde el Walhalla al que viajó, diría que el nadaísmo nació en estos pagos. El Brujo Fernando González les regaló el pescado y les enseñó a pescar a sus catecúmenos paisas. A Eduardo, para mayor ironía, le colgó el inri de “El Diosecito”. 

Señalado el rumbo, ellos se encargaron del resto. En Otraparte, Eduardo aprendió a vivir en contravía, a la enemiga, en la semántica del dueño de casa. A no olerle los pedos a nadie, como predicaba el evangelista Gonzalo Arango. 

Raquel Escobar, hija del poeta, y Gustavo “Petacón” Restrepo, director de la Corporación Otraparte (odg)

Resumamos antes de que se acabe el mundo: Eduardo y su logia sacaron del sombrero un movimiento que sacudió la parroquia. Hicieron historia. Se lució a lo largo de su andadura. Vivió todas sus vidas de una vez. Espero no calumniarlo si digo que al final mandó el nadaísmo pa’l carajo. Antes, el exseminarista le había dicho adiós a Dios.

Hay dos consentidos por los dioses: los genios que mueren temprano y los que, como el hijo de papacito Germán y mamacita Elisa – como les decían a sus taitas-  exprimen la vida hasta el  final, como si fuera un tubo de crema dental.

Que Eduardo se goce su eternidad y que los dioses del Olimpo se lo peleen para mimarlo. Poeta, como dicen los quechuas: hasta que la vida nos vuelva a encontrar. 

Ñapa

Cenizas en Otraparte (El Colombiano, marzo 21-2024)

Por Óscar Domínguez Giraldo

Las cenizas del poeta Eduardo Escobar hicieron escala por una   noche en el cuarto donde murió el filósofo Fernando Gonzalez uno de sus mentores intelectuales. El viernes 22 de marzo, las cenizas fueron llevadas de Otraparte al cementerio de Envigado. 

Sus cuatro hijos, hermanos y los miembros de la Corporación Otraparte prepararon un adiós laico y  sobrio para no incomodar a quien había terminado su viaje a Itaca. Lo habría resucitado un adiós con tufillo a iglesia.

En la mesa principal huérfana de  gente, una vela encendida montaba guardia ante sus cenizas. También decía presente una foto de Escobar hojeando el último de una treintena de libros que nos dejó: “Escritos en contravía”.

Mozart y Pederencki aportaron sus réquiems en la que se llamó escuetamente “Despedida a Eduardo Escobar” que tuvo lugar en la Casa Museo. (La despedida fue documentada por el director Víctor Bustamente, quien grabó el homenaje. Lo encuentran en YouTube).

En sus años mozos Eduardito, como le decía su red de afectos,  y Gonzalo Arango, habían sido interlocutores  del inquilino de la vieja casona que a la entrada tiene una inscripción en latín que él había convertido en lema de su existencia: Cave canem seu domus dominum (= Cuidado con el  perro, o sea, con el dueño de la casa). La vez que le pedí una traducción del latinajo, el exseminarista Escobar me respondió: “Yo traduzco distinto: Cuidado con el perro, que es el señor de la casa”.

La noche del adiós con lleno hasta en los jardines  fueron proyectados videos que recrearon una vida que no se dio reposo para crear e impactar en verso y en prosa. 

Por la familia, se dejó venir con una bella pieza fúnebre su sobrino David. Hernando Escobar, primo de Eduardo, sorprendió al respetable al contar que una vez  su pariente lo invitó a conocer las ondinas. Ocurrió durante una visita suya a la casa de los Escobar Puerta  en la Loma del Chocho. Contó Hernando: 

“Me guió hasta una pequeña quebrada donde había una también pequeña cascada. Me invitó a sentarme junto él pero con la advertencia de absoluto silencio. Y me pidió que me concentrara en las gotas que se producen cuando el agua golpea las rocas hasta que él me diera licencia para volver a hablar. 

Con el pasar de los minutos (no sé cuántos, pero si sé que fueron muchos) empecé a percibir que esas gotas cada vez eran más cercanas a mí, incluso hasta llegar a tocarme y darme la sensación de tener la cara completamente mojada. Él que ya tenía los tiempos medidos me pregunó si las había podido conocer. La respuesta fue obvia. Había acabado de ocurrir”. 

Feliz eternidad, “Diosecito”, el inri que te colgó el Brujo González.

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