Por Mark Landler
Reportando desde Londres
El rey Carlos III ha sido diagnosticado con un tipo de cáncer y suspenderá sus compromisos públicos para someterse al tratamiento médico, lo que ensombrece un ajetreado reinado que comenzó hace menos de 18 meses tras la muerte de su madre, la reina Isabel II.
El anuncio, hecho por el Palacio de Buckingham el lunes por la noche, se produjo una semana después de que el monarca, de 75 años, fuera dado de alta de un hospital londinense, tras una intervención para tratar un agrandamiento de la próstata.
El palacio no reveló qué tipo de cáncer padece Carlos, pero un funcionario del palacio dijo que no era cáncer de próstata. Los médicos lo detectaron durante la intervención y el rey comenzó el tratamiento el lunes.
La noticia del diagnóstico de Carlos resonó en todo el Reino Unido, el cual, tras siete décadas de reinado de Isabel, ha empezado a sentirse cómodo con su hijo. Carlos esperó más tiempo para ascender al trono que nadie en la historia de la monarquía británica, y ya era una figura conocida: su vida personal fue diseccionada de forma implacable por los medios británicos en el momento en que se convirtió en soberano.
Sin embargo, como rey, Carlos se ha convertido en un veterano estadista seguro de sí mismo, y le ha impreso un sello sutil pero inconfundible a la monarquía. Ha realizado numerosos viajes y se ha pronunciado sobre temas como el cambio climático, los cuales han sido importantes para él desde hace mucho tiempo.
La preocupación por Carlos se mezcló con la esperanza de que pueda recuperarse rápidamente. Pero a falta de detalles sobre su estado, inevitablemente hubo especulaciones mientras los observadores reales analizaban el anuncio de cuatro párrafos del palacio.
“Durante el reciente procedimiento hospitalario del rey por el agrandamiento benigno de la próstata, se notó otro problema digno de preocupación”, declaró el palacio. “Las pruebas diagnósticas subsiguientes han identificado un tipo de cáncer. Su Majestad ha comenzado hoy un calendario de tratamientos regulares, durante el cual los médicos le han aconsejado posponer los deberes públicos”.
Funcionarios del palacio afirmaron que el rey seguirá desempeñando otras funciones, entre ellas su reunión semanal con el primer ministro, así como la montaña diaria de papeleo que completa como jefe de Estado. Los funcionarios dijeron que no había planes para nombrar consejeros de Estado que actuaran en su lugar, una medida que podría indicar que el soberano era incapaz de cumplir con sus obligaciones debido a la enfermedad.
El palacio dijo que Carlos “permanece completamente optimista acerca de su tratamiento” y que esperaba con interés la reanudación de los compromisos públicos. Regresó de su residencia campestre, Sandringham, a Londres para comenzar el tratamiento como paciente externo, dijeron funcionarios del palacio.
Carlos, que ascendió al trono en septiembre de 2022, ha gozado por lo general de buena salud. De niño sufrió de amigdalitis recurrente, pero de adulto practicó deportes vigorosos como el senderismo, el polo y el esquí.
La revelación por parte del rey de la intervención de la próstata, y ahora de su diagnóstico de cáncer, es inusual en la familia real, cuyos miembros suelen decir poco sobre su salud. Tras la muerte de la reina a los 96 años, el palacio emitió su certificado de defunción, en el que figuraba su causa de muerte simplemente como “vejez”.
Aun así, los funcionarios de palacio dejaron claro el lunes que no publicarían actualizaciones periódicas sobre el estado del rey y pidieron a los periodistas que no intentaran ponerse en contacto con las personas implicadas en su tratamiento.
El palacio declaró en su comunicado que el rey había decidido compartir su diagnóstico “para evitar especulaciones y con la esperanza de que pueda ayudar a la comprensión pública para todos aquellos en todo el mundo que están afectados por el cáncer”.
El hijo menor del rey, el príncipe Enrique, ha estado en contacto con su padre y tiene planeado viajar al Reino Unido para visitarlo, según la BBC. Enrique ha estado en gran medida alejado de la familia real desde que él y su esposa, Meghan, anunciaron que se retiraban de sus funciones oficiales y se mudaron a California.
Funcionarios del palacio dijeron que la reina Camila seguirá llevando a cabo un cronograma completo de compromisos oficiales durante el tratamiento de su marido. Ella fue una visitante frecuente durante su hospitalización por el tratamiento de la próstata en la Clínica de Londres, un hospital privado de élite en el vecindario de Marylebone de la ciudad.
La enfermedad de Carlos es el colofón de un periodo de noticias preocupantes relacionadas con la salud de la familia real. Catalina, esposa del príncipe Guillermo, estuvo hospitalizada casi dos semanas tras someterse a una cirugía abdominal. Fue dada de alta la semana pasada, pero el palacio de Kensington ha dado pocos detalles sobre su recuperación, que se espera que dure hasta después de las vacaciones de Pascua.
Sarah Ferguson, duquesa de York y exesposa del hermano menor del rey, el príncipe Andrés, declaró recientemente que le habían diagnosticado un melanoma, un tipo grave de cáncer de piel. Fue su segundo diagnóstico de cáncer en un año. Ferguson, de 64 años, había hablado públicamente sobre su decisión de someterse a una mastectomía y cirugía reconstructiva el año pasado, tras el diagnóstico de un cáncer de mama en el verano.
La noticia de la enfermedad del rey suscitó una avalancha de buenos deseos por parte de líderes británicos y mundiales, así como de otras personalidades públicas.
“Le deseo a Su Majestad una completa y rápida recuperación”, publicó el primer ministro Rishi Sunak en las redes sociales. “No me cabe duda de que recuperará toda su fuerza en poco tiempo y sé que todo el país le deseará lo mejor”.
El presidente Joe Biden, de viaje en Las Vegas, dijo a los periodistas: “Estoy preocupado por él. Acabo de enterarme de su diagnóstico”. Biden, que fue recibido en el castillo de Windsor por el rey el pasado mes de julio, dijo que esperaba hablar pronto con Carlos.
Michelle O’Neill, la líder nacionalista irlandesa que acaba de ser nombrada ministra principal de Irlanda del Norte, escribió en X: “Siento mucho enterarme de la enfermedad del rey Carlos y quiero desearle lo mejor para su tratamiento y una completa y rápida recuperación”.
Los observadores de la realeza se mostraron reacios a especular sobre cómo afectaría la enfermedad del rey a la corona, dada la escasez de información sobre su estado. Algunos señalaron con esperanza la optimista caracterización del estado de ánimo de Carlos por parte del palacio.
“Si el rey enferma de gravedad, entonces habrá cuestiones constitucionales que responder”, dijo Ed Owens, historiador de la realeza que publicó recientemente un libro, After Elizabeth: Can the Monarchy Save Itself? (“Después de Isabel: ¿Puede salvarse a sí misma la monarquía?”).
“Del mismo modo, un periodo prolongado fuera de la atención pública exigirá que el resto de la familia real —ya sobrecargada de trabajo— haga más”.
Owens afirmó que la edad del rey hacía inevitable la preocupación por su salud, y añadió: “Son momentos como éste los que ponen de manifiesto las cualidades muy humanas, y potencialmente frágiles, de la Constitución del Reino Unido”.
En su breve estancia en el trono, Carlos ha sido a la vez una figura de continuidad y de cambio: ha llevado una vida muy parecida a la que ha tenido durante décadas, pero ha adoptado un papel más comprometido políticamente que el que nunca tuvo su madre.
El año pasado, recibió en el castillo de Windsor a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras la firma de un acuerdo comercial sobre Irlanda del Norte con Sunak. El momento en que se realizó esta actividad suscitó críticas, ya que parecía darle un visto bueno real al acuerdo, en lo que algunos consideraron una intervención indebida del monarca en la política.
El rey realizó con gran éxito dos visitas de Estado a Europa: se dirigió al Parlamento alemán con un servicial empleo del idioma alemán y atrajo a multitudes entusiasmadas durante un paseo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
En diciembre, Carlos pronunció un discurso en la ceremonia inaugural de la cumbre climática de Naciones Unidas en Dubái, en el que enumeró una letanía de desastres naturales relacionados con el clima que habían azotado al mundo en el último año: incendios forestales en Canadá; inundaciones en India, Pakistán y Bangladés; ciclones en el Pacífico; y una sequía en África Oriental.
“Estamos llevando el mundo natural fuera de normas y límites equilibrados, y a un peligroso territorio inexplorado”, afirmó. “Nuestra elección ahora es más cruda y oscura: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a hacer de nuestro mundo un lugar peligroso?”.
Mark Landler es el jefe de la corresponsalía en Londres del Times. Cubre el Reino Unido así como la política exterior estadounidense en Europa, Asia y Medio Oriente. Es periodista desde hace más de tres décadas. Más de Mark Landler