Por Eduardo Frontado Sánchez
El propósito de vida no es un destino fijo, sino un sendero cambiante, moldeado por las experiencias y aprendizajes que la vida nos ofrece. En lo personal, el 2024 ha sido un año de retos, introspección y crecimiento. Ha puesto en evidencia que incluso con un propósito claro, las oportunidades no siempre llegan con la velocidad o en el momento deseado. Más bien, la vida nos presenta pequeños desafíos que, superados, nos preparan para alcanzar nuestras metas más grandes.
Mirado desde dentro con una sinceridad que no había explorado antes. Descubrí que mi mayor aporte, mi manera de dejar una huella en el mundo, radica en escribir y hacer conferencias para conectar con los demás a través de mis propias experiencias. Esta labor de compartir no solo refleja mi verdad, sino que también busca inspirar a otros a abrazar sus propios aprendizajes, comprendiendo que la vida no se trata de una búsqueda de perfección, sino de construir un camino auténtico y personal.
El viaje de la vida es imperfecto, lleno de aciertos y errores, pero en esa imperfección reside su belleza. Es allí donde encontramos las bases para forjar una vida que contribuya al bien común. Este año me ha permitido entender que mis cualidades y perspectivas únicas son una fortaleza para reflexionar profundamente y adaptarme a los cambios que la vida impone, volviéndome cada vez más capaz de afrontar lo que quiero lograr.
Nunca imaginé que escribir sería una fuente tan profunda de gratitud. Más allá de cualquier reconocimiento o retribución económica, cada palabra que plasmó representa un acto de construir y compartir. Desde mi trinchera, estoy convencido de que comunicar estas experiencias siembra semillas de cambio en un mundo que, más que nunca, necesita voces auténticas.
Sin embargo, sé que mi perspectiva no es la única ni absoluta. Mi verdad puede diferir de la de otros, pero creo firmemente que de los puntos en común pueden emerger grandes lecciones. Agradezco a este 2024 por ser un año de aprendizaje, de reconfigurar mis prioridades y replantear cómo debo transitar mi camino.
Mi propósito como ser humano es claro: apoyar a personas con cualidades distintas, ayudándolas a descubrir su valor y su capacidad para contribuir a nuestra compleja trama social. También reconozco que los tiempos exigen adaptar mi mensaje y mi manera de comunicar, porque el cambio es constante. Sin embargo, lo que permanece inmutable es nuestra humanidad compartida, ese vínculo que nos identifica y que nos une en nuestras diferencias.
Este año me ha recordado que la vida no siempre es lo que imaginamos, pero, si nos permitimos aprender de ella, puede ser mucho más de lo que soñamos.
Eduardo Frontado Sánchez
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