Donald Trump declara que el inglés es la lengua oficial de EE. UU.

En las comunidades estadounidenses con muchos inmigrantes, incluido el distrito neoyorquino de Queens, se hablan decenas de idiomas además del inglés. Foto Todd Heisler/The New York Times

Por Jack Healy

Reportando desde Phoenix

La orden ejecutiva del presidente Donald Trump que convierte al inglés en el idioma oficial de Estados Unidos recurre a la historia para explicar su postura, señalando que los documentos fundacionales del país se escribieron en inglés.

Pero resulta que no solo fue en inglés. Luego de que se redactó la Constitución en 1787, los partidarios de la ratificación imprimieron traducciones para las personas que hablaban neerlandés en Nueva York y alemán en Pensilvania, para que pudieran entender los argumentos a favor de una vollkommenere Vereinigung, una unión más perfecta.

El tira y afloja sobre si Estados Unidos debe tener un idioma nacional o aceptar su espíritu políglota ha generado un intenso debate durante más de un siglo, planteando cuestiones más profundas sobre la pertenencia y la asimilación en un país cuya población habla más de 350 lenguas.

Ahora, la orden ejecutiva de Trump pone el sello de “America First” —Estados Unidos primero— en la manera de hablar del país.

Su orden representó una victoria muy esperada para el movimiento del solo inglés, el cual está relacionado con los esfuerzos por frenar la migración y la educación bilingüe. Sus partidarios dijeron que reconocía la realidad de la primacía del inglés en la vida estadounidense. Casi el 80 por ciento de la población solo habla inglés, y desde hace tiempo se exige a los inmigrantes que demuestren su dominio del inglés antes de obtener la ciudadanía.

El senador Eric Schmitt, republicano por Misuri, dijo que se trata de un reconocimiento oficial “esperado desde hace muchísimo” de que “en este país hablamos inglés”. El senador Mike Lee, republicano por Utah, escribió una publicación en redes sociales, en español, diciendo que el inglés debería ser el “idioma oficial” del país.

Sin embargo, los grupos de defensa de los derechos de los migrantes y los demócratas del Congreso advirtieron que la orden podría alienar a los inmigrantes y hacer más difícil que las personas que no hablan inglés obtengan servicios gubernamentales, rellenen formularios de salud o voten. El caucus asiático pacífico estadounidense del Congreso la calificó de “intento mal disimulado de permitir que las agencias federales discriminen a los inmigrantes”.

Algunos críticos compararon la orden de Trump con los internados indios que excluían las lenguas nativas, las leyes de la Primera Guerra Mundial que prohibían el alemán y los esfuerzos estatales por proscribir la educación bilingüe.

Los expertos jurídicos dijeron que los efectos de la orden podrían ser moderados al principio.

Esta rescinde un mandato firmado por el entonces presidente Bill Clinton en 2000 que exigía a los organismos gubernamentales y a quienquiera que recibiera dinero federal que proporcionara documentos traducidos y otros servicios lingüísticos a las personas que hablaran un inglés limitado.

Sin embargo, a diferencia de algunas leyes estatales restrictivas que solo permiten el inglés y que han sido anuladas por los tribunales, la orden de Trump no obliga a los organismos a operar únicamente en inglés; estos pueden seguir ofreciendo documentos y servicios en otros idiomas.

“No es tan punitiva como podría ser”, dijo Mary Carol Combs, profesora de educación de la Universidad de Arizona.

Los primeros capítulos de la historia de Estados Unidos están llenos de ejemplos de gobiernos bilingües, señalaron los expertos. En el siglo XIX, los estados del Medio Oeste tradujeron las leyes y los mensajes de sus gobernadores al noruego, alemán y galés. La Constitución de California de 1849 exigía que las leyes y decretos se publicaran tanto en inglés como en español.

“Siempre ha habido poblaciones lingüísticas diversas”, dijo Christina Mulligan, profesora de la Facultad de Derecho de Brooklyn, quien escribió sobre las Constituciones traducidas.

La afluencia de migrantes procedentes de Asia y América Latina en la segunda mitad del siglo XX contribuyó a estimular el movimiento moderno del inglés como lengua única. Más de 30 estados han designado al inglés como lengua oficial, incluyendo a California, un estado de fuertes tendencias demócratas.

Cuando se postuló por primera vez a la presidencia, Trump abordó la cuestión como un asunto de identidad estadounidense. Le dijo a Jeb Bush, exgobernador de Florida, quien es bilingüe: “Este es un país donde hablamos inglés, no español”. Durante su campaña del año pasado, Trump dijo que las aulas estadounidenses estaban siendo desbordadas por alumnos “de países donde ni siquiera saben cuál es el idioma”.

Su orden ejecutiva decía que designar al inglés como idioma oficial agilizaría la comunicación, además de que “fortalecerá los valores nacionales compartidos y creará una sociedad más unida y eficiente”.

La orden suscitó reacciones encontradas entre algunos votantes de Arizona, un estado con un amplio electorado mexicoestadounidense que votó a favor de Trump en 2016, se decantó por los demócratas cuatro años después y volvió a votar a favor de Trump en 2024. El estado también es un campo de batalla en el tema del idioma en las aulas, donde el superintendente escolar republicano demandó sin éxito a varias escuelas por sus programas de doble lengua.

David Ramos, de 36 años, que trabaja en la industria aeroespacial en la zona de Phoenix, dijo que cree que el inglés ya era el idioma oficial del país. Él creció oyendo hablar español a su padre puertorriqueño, y dijo que lamentaba no haberlo aprendido nunca.

Ramos, quien votó por Trump, comentó que la designación tendría poco efecto en su vida, pero se lo tomó como una señal de que el presidente estaba avanzando sin rodeos para cumplir las promesas de campaña.

“Prefiero tener un líder que sea firme y hable por nosotros, aunque no coincida el 100 por ciento de las veces con él, que alguien que se deje pisotear”, dijo.

Pero Jorge Márquez, de 39 años, estaba dividido. Durante años trabajó en tareas de construcción, ahorrando para abrir English 4 U, una escuela de Phoenix donde enseña a los inmigrantes los verbos irregulares en inglés y cómo pedir una hamburguesa con queso en McDonald’s. Igual que Trump, él quiere que más gente hable inglés.

Sin embargo, al terminar una clase del viernes por la tarde, él y sus alumnos estaban preocupados. Ellos veían el aprendizaje del inglés como un puente hacia mejores empleos y para poder comunicarse con médicos, jefes y los profesores de sus hijos, pero les preocupaba que la orden de Trump estigmatizara a las personas que hablaban otras lenguas, tenían algún acento o que aún tenían problemas para aprender inglés.

“No está equivocado”, dijo Márquez, refiriéndose a Trump. “El inglés es hermoso, pero enséñalo de buena manera. Ten un poco de empatía”.

Jack Healy es corresponsal con sede en Phoenix que cubre la política y el clima frenético del suroeste de Estados Unidos. Ha trabajado en Irak y Afganistán y se graduó de la escuela de periodismo de la Universidad de Misuri. 

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