Por Óscar Domínguez (El Colombiano)
Con noticias agridulces, el Nobel García Márquez despide marzo, mes en que sus padres lo “acigüeñizaron” en Aracataca.
La eternidad de que goza lo sorprendió con la noticia de que es el autor más traducido del español en este siglo veintiuno, también “cambalache, problemático y febril”.
En la próxima Feria Internacional del Libro de Bogotá se le rendirá homenaje. México, donde vivió y murió, es el país invitado.
En Santa Marta, la escultura de Gabo que bostezaba en predios de la gobernación desapareció, como Remedios, la Bella. La paz total volvió a los corazones de los gabólatras samarios cuando supieron que fue retirada fugazmente para limpiarla. Los pájaros no respetan pinta.
Hay un tema macondiano, agridulce, de por medio. El fabulista pelea contra una vaca por aparecer en el escudo de su terruño.
El escudo de Aracataca tiene la imagen de este “poema de piedad”, como llamó Gandhi a la vaca. Un grupo de concejales propuso retirarla para darle paso a la imagen del ilustre vástago. La mitad del concejo dice que no. Si Gabo pierde, la culpa será de la vaca.
Estoy del lado de los opositores por una razón láctea: por instrucciones de la abuela materna, de niños nos bañaban con la leche de la vaca “Mariposa” para que creciéramos aliviados. Seré el más aliviado del cementerio.
García Marquez dijo de su biógrafo Dasso Saldívar, que “si hubiera leído antes El viaje a la semilla, no habría escrito mis memorias”.
Para este mañana viernes AMmenente está prevista por Teleantioquia, la intervención virtual de Dasso, nacido en la vereda san Julián, Guadalupe, Antioquia, su Macondo personal. En la charla participará desde París Andrés Candela, corresponsal de Teleantioquia, quien craneó el encuentro a tres bandas.
Claro que Darío Antonio Sepúlveda, su nombre de duchazo bautismal, residente en Madrid, se destetó de su condición de biógrafo del Nobel, y desde 2014, incursionó en la novela con Los soles de Amalfi su primer do de pecho escrito en poética prosa.
También es poeta, cuentista, periodista, crítico literario, conferencista, ensayista. Y conversador de cuatro soles, incluido el de Amalfi. Es la ventaja de tener riñón ajeno, regalo de su sobrina Patricia.
De la novela escribió Héctor Abad Faciolince: “Quien fuera el primer biógrafo de García Márqez, intenta curar aquí, con su primera novela, lo más incurable para un expatriado: la nostalgia de algo que ya no existe”.
William Ospina comentó: “Dasso Saldívar sabe como nadie que el poder de la literatura está en los duendes que habitan las palabras. En esta extraña novela todo está vivo. Es el milagro y el miedo de un cuento de hadas donde la sangra es verdadera”.
Y el maestro Elkin Obregón, escribió en el periódico Universo Centro: : “Pero (Dasso) se sintió también con arrestos de novelista, y escribió Los soles de Amalfi. Empecé a leerla con la normal sospecha de encontrar en ella poco más que un texto epígono. No es así, por fortuna; la poesía y las invenciones de este bello libro no recuerdan para nada las del ilustre biografiado; se bastan a sí mismas, y, de hecho, no se parecen a nada ni a nadie. Una muy grata sorpresa, que poco o ningún comentario mereció… «.
Junto ganas para reeler sus soles y luego devorar, cuando circule, La subasta del fuego, su segunda novela, sobre los veinte años de olvido de Manuelita Sáenz, la amante de Bolívar. (Manuelita la de Dasso, ven, no tardes tanto…).
Conversación con García Márquez
Alguna vez le pedí el favor a Dasso de que reconstruyera la charla telefónica que tuvo con García Márquez alrededor de su salud y de su biografía. Aquí su versión:
– Señor Dasso Saldívar, mire que le quiere hablar desde México el señor Gabriel García Márquez.
-Sí, como no, gracias, contesté con la idea de que tal vez era una broma de alguien.
Pero no, no era una broma, era Gabo de voz presente:
-Me han dicho que estás enfermo, qué vaina, yo no sabía eso.
Sí, maestro, tengo una insuficiencia renal crónica y me tienen que trasplantar, le dije a modo de saludo.
-¿Y te trasplantan los dos riñones?
-No, maestro, sólo uno, generalmente se suele trasplantar un riñón, sobre todo si tienes donante vivo, como es mi caso.
-¿Y quién es tu donante?
-Mi sobrina Patricia, quien ya se encuentra en Madrid haciéndose los análisis previos al trasplante.
-¡Qué gesto más lindo el de tu sobrina, qué familia más linda tienes entonces!
-Afortunadamente, maestro, parece que la familia me quiere.
-Claro que sí, me alegra mucho y, por favor, no te dejas morir, porque eres autor de un libro del cual yo soy un gran lector, ¿sabes?
-Gracias, maestro, esas son palabras mayores, me estimula mucho escucharle decir eso.
-Mira, yo no había leído tu libro o no del todo. Sucede que en estos días me han estado reorganizando la biblioteca, entonces tu libro apareció por ahí, lo cogí, le empecé a leer y lo tuve que leer de corrido en tres noches, porque no lo pude dejar. ¡Qué gran libro has hecho! ¡Qué bien escrito y qué bien documentado está! Sobre todo, qué bien lo has documentado. Yo suelo leer con un lápiz en la mano, pero esta vez no encontré nada que corregir: ¡es un libro perfecto!
-Gracias de veras, maestro, pero algún error o errores tendrá que tener para que el libro sea completamente humano, le dije por decir algo.
-Pues me lo vas a tener que contar tú, porque yo no he encontrado ninguno, me dijo de forma tajante. Luego volvió al tema:
-Como te decía, me ha sorprendido mucho lo bien documentado que está, porque, por ejemplo, tú hablas de mis viajes a Valledupar y de los sucesos de Barrancas y lo haces con tal detalle y precisión que yo me preguntaba: ¿Y cómo este hombre ha sabido eso? ¡No, qué gran trabajo el tuyo!
-Bueno, maestro, es que hay que tener en cuenta que lo mío fue una preguntadera de años, yo estuve veinte años preguntando y jodiendo a la gente con el tema de su vida.
-Sí, yo recuerdo que tú tenías asediado a todo el mundo con tu preguntadera, y algunos me llamaban y me lo contaban, pero yo sólo podía sugerirles a los más desesperados que se escondieran.
Y remató así su entusiasmo por “El viaje a la semilla”:
–Tu libro me gusta porque realmente se parece a mí.
Finalmente, se interesó por si el libro todavía estaba en las librerías, a qué idiomas se había traducido y me preguntó:
-¿Tú crees que el inglés que va sacar mi biografía en inglés lo habrá leído?
-Creo que sí, maestro, pues Martin le ha confesado a Gustavo Tatis Guerra que él no iba a juzgar a los colegas que lo habían precedido en el tema biográfico sobre García Márquez, pero reconocía “que el trabajo de Dasso Saldívar sobre Gabo es el primer antecedente valioso y documentado”.
Pero la cosa no quedó ahí, porque días después le confesó a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza que si él hubiera leído antes mi libro no habría escrito sus memorias. Son sus palabras textuales.
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