Desvertebrada. Historias de locos bajitos (60)

Óscar Domínguez, con "los locos bajitos". Foto El Colombiano

Por Óscar Domínguez Giraldo

Me permito echar las campanas al vuelo porque con la de  hoy, van  ¡60columnas60! con historias de los bajitos. La primera columna de la serie se originó en la pregunta que le hizo José Luis, de cuatro años,  a su abuelo: ¿Abuelo, tú puedes sacar a Dios de un sombrero?  A raíz de esa columna empezaron a llover anécdotas en  las que los chiquitos son los protagonistas.

Muchas de estas anécdotas fueron recogidas en el libro “¿A dónde van los días que pasan?”, editado hace nueve años por Luna Libros, con prólogo del poeta Darío Jaramillo Agudelo. Dice Darío en el prólogo: “Desde hace varios años, los privilegiados destinatarios de los correos electrónicos de Óscar Domínguez comenzamos a recibir una serie de preguntas, respuestas y comentarios de niños. Nada más delicioso y deslumbrante, más poético y disparatado, que las cosas que dicen los niños de este libro. Podría decir que es un libro de poesía, pero no diría todo. En todo caso, el lector gozará cada frase y disfrutará de la euforia que comunican estas palabras de niños. Individuos que están estrenando las palabras que nombran la realidad y que, a la vez, están estrenando la realidad”. 

 Y ahora, a lo que vinimos, vamos:

En una noche de truenos, relámpagos, lluvia y apagón, Luis, de 3 años, se refugia en la cama entre mamá y papá. Entonces los tranquiliza: Si se va la luz, prendemos la luna. 

Estábamos jugando con mi nieta Amelia a esconder objetos y me dice que lo tengo que buscar dónde no está, porque si lo hago donde efectivamente está, estoy haciendo trampa.

Era la primera vez que mi hija de cinco años asistía a la Iglesia. Antes de que empezara el servicio religioso me susurró al oído: ¿Cuándo llega Dios? (Revista Selecciones).

–         ¿Primer libro que leyó?

–         Leí muchos libros infantiles de niño. Mi padre fue librero y por lo tanto crecí rodeado de libros. Pero el que de verdad me enganchó en la lectura fue La Isla del Tesoro, de Stevenson. (Felipe Ossa, decano de los libreros, recientemente fallecido).

Banda de guerra de la Escuela José Eusebio Caro, de Aranjuez, años 56-57. Algunos de los identificados son, arriba: Fernando López, Fabio Zapata, Martínez, Ramón Pérez, Cifuentes; siguiente fila: Orlando Lopera (el de la batuta), Darío Bonet, H.Botero, H. Longas; abajo, Óscar Domínguez, tambor mayor y Luis Carlos Martínez.

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de niño?

–      Que, alguien, no sé quien, me enseña a hacer el nudo de los zapatos. (Darío Jaramillo Agudelo, poeta, novelista, editor).

–     Recuerdo, entre gallos y medianoche, que nací inválido: que ni siquiera podía abrir los ojos, que era incapaz de levantarme y caminar y también que no entendía ni jota de español. (Pablus Gallinazus, novelista y cantante nadaísta).

–     Los picaos de fútbol en mi barrio, porque era discriminado por pobre y negro, pero cuando jugábamos era el capo de la gallada. (Alexis García, técnico de La Equidad),

Frida, de ocho años, le reclama a su madre porque la tuvo demasiado tarde. “No vas a alcanzar a conocer a mis hijos”, se lamentó.

En un arrebato de rabia, Joaquín, de cinco años resolvió que se iba de la casa. Incapaces de convencerlo de que no se fuera la abuela le dijo: Bueno, mijo, que la Virgen lo acompañe, a lo que el niño muy enojado le respondió que no, que él se iba solo.

Inquietudes de Juan, de tres años (del libro “Pulmón de mar”):

¿De qué color es el alma de este juguete?

¿Por qué el ombligo prefirió ser nudo?     

“Mi edad cambia y siempre ha cambiado de hora en hora. En los momentos de cansancio tengo diez siglos; en los momentos de trabajo, cuarenta años; en el jardín, con el perro, tengo la impresión de tener cuatro años.” (Marguerite Yourcenar).

Fela, de tres años y medio, les pregunta a sus abuelos cómo hicieron para meterla en la barriga de mamá.

La tía Amparo le pregunta a su sobrina: “Oye, tú, cuéntame cómo te fue en el colegio”. Respuesta de Emilia:  “Tú tiene nombre “.

Cristóbal, de cinco años, regresa a casa alardeando de los conocimientos geográficos adquiridos en el colegio: Colombia tiene dos mares, tiene la zona caribe, la zona andina y … una que tiene que ver con pene. ¡Ah: la Orinoquia! 

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