Despropósitos del nuevo año

¡Salud!

Por Òscar Domìnguez G.

El que miente una vez, mentirá siempre, dicen los mentirosos que acusan de tales a los demás. Primero se coge al mentiroso que al cojo, proclama el adagio. Hay gente tan mentirosa que no se le puede creer ni lo contrario.

Los hay que cambian una mentira por otra, porque el cliente siempre tiene la razón. El mentiroso tiene que tener muy buena memoria.

A veces, mentir es una de las bellas artes. Sobre todo si se trata de las llamadas mentiras piadosas que hacen más bien que mal. Ayudan a las partes a vivir y a dormir plácidamente. Es una de las formas de la diplomacia. Lo saben bien los políticos. Y los diplomáticos, claro.

Mujer que no miente no tiene futuro: Oscar Wilde. No dejar languidecer el arte de mentir, propone Mark Twain en alguno de sus cuentos.

Por todo lo anterior (¿) me permito consignar algunas mentiras para el 2025:

En 2025 seguiré la dieta que me recetó el doctor desde siempre. De esta forma, reduciré la prosaica y andropáusica barriga a sus justas proporciones. Por supuesto, la mejor dieta será la de comer poquito, de todo, “con cierto ritmo y en cierta proporción”.

Adoptaré una quebrada, un río, un aguacero, un abuelo desprotegido, una esquina.

Redistribuiré el ingreso con los pájaros de mi vecindario, así «no cambien nunca de canción». Mejor dicho, por eso mismo. Y porque cantan sin pasar factura, ni esperar ese salario en especie que son los aplausos del respetable. Cantan por amor-humor al arte.

Seré anarquista pero respetaré el semáforo, siguiendo la receta del rockero Joaquín Sabina.

Seré luz en la casa y oscuridad en la calle, al contrario de lo que me ha sucedido siempre. Mejor aún: procuraré ser luz en la casa y en la calle.

Procuraré escribir más corto, siguiendo la receta de Augusto Monterroso: tres renglones tachados valen más que uno añadido. (Mentira: este escrito va para largo).

Cederé el puesto en el bus o el metro y no me haré el loco ni el dormido a la espera de que lo haga otro más solidario.

Compartiré de lo que me haga falta, no de lo que me sobre, que es tan fácil.

Perderé más tiempo, visitaré más jardines botánicos, contaré hasta diez millones antes de responder cuando alguien me saque la piedra.

Miraré más al cielo. De pronto descubro un cometa fugaz que no ha pillado ningún telescopio, voyerista del universo.

Le buscaré respuestas a la vida. Si no las encuentro, le haré más preguntas.

Seguiré disfrutando de mis contradicciones que hacen la vida más sorprendente. “No se puede ser el mismo en todas las estaciones”, decìa el cineasta Antonini varias películas antes de volverse noche eterna.

Daré mil gracias (no, que sean un millón) por el milagro de estar vivo, mientras llega el momento de apagar la luz…

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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