Por Carlos Alberto Ospina M.
Un individuo sin escrúpulos que es capaz darle la patada a su hijo con tal de salir incólume a sabiendas de la abierta participación en la campaña presidencial de 2022 en la costa Atlántica, como mínimo, vende el alma al diablo y carece de algún valor moral.
Nadie está a salvo en el hábitat de Gustavo Petro. Todos los simpatizantes e integrantes del Pacto Histórico que hoy se rasgan las vestiduras para no perder los privilegios adquiridos, rebuscan argumentos viscerales e inventan conspiraciones; pretendiendo tapar la boca a Nicolas, el descendiente abandonado y descalabrado que, saca la cabeza y la lengua, con el fin de no hundirse en la trama calculada de receptación de dineros del narcotráfico.
En ese caso de menos valer, los demonios familiares emergen a manera de frustración, decepción y venganza por el trato de bastardo y de ‘salvase quién pueda´ planteado por Petro en relación con su primogénito: “¡Mi hijo ya verá…!” (sic – Sincelejo 03-08-2023 Gustavo Francisco Petro Urrego). Tan pronto como salgan a la luz de la razón, los eventuales hechos vinculantes, a un tiempo, los defensores a ultranza de la izquierda radical hablarán de Síndrome de Alineación Parental y de odio patológico de Nicolás Fernando Petro Burgos hacia su desmentido procreador. Sin límites en lo relativo a la mitomanía y al ‘todo vale’ volverán con el cuento rebuscado de ‘golpe blando’, en vez de identificar el fuego amigo o la costumbre familiar.
La pelotera armada a causa de las delaciones del fallido matrimonio de Daysuris del Carmen y Nicolás nada tiene que ver con la oposición ni el descrédito de este gobierno que anda a topa tolondro. Ninguno de los expresidentes Uribe, Santos y Duque puso la carnada de la infidelidad ni contribuyó ilegalmente al incremento del patrimonio de los excónyuges Petro-Vásquez. No obstante, los dimes y diretes entre la expareja promiscua acerca del enriquecimiento ilícito y el lavado de activos; el odiador de policías, financiador de la ‘Primera Línea’ y candidato a la alcaldía de Bogotá, Gustavo Bolívar, redacta un nuevo libreto de ficción, tan mediocre, como su existencia literaria. Lo define a la perfección la expresión coloquial “aquí te pillo, aquí te mato”. Solo sabe echar la culpa a otro con enfoque de estilo indirecto a pesar del material probatorio expuesto por la fiscalía. Además, Bolívar, disfruta de un largo rabo de paja.
Al presentir que el ventilador puede transformarse en la tormenta perfecta, Gustavo Petro, aseguró que su heredero estaba siendo presionado, a lo que Nicolas ripostó: “Señor juez, es para dejar una constancia, que mi colaboración con la justicia ha sido una decisión totalmente libre y fuera de presión”. (sic – Nicolás Petro Burgos, audiencia de solicitud de medida de aseguramiento 03-08-2023). Otro espasmo cínico sobre el rostro del exguerrillero que, según él, no ha enseñado a delinquir a su prole; pero el ejemplo de guardar fajos de billetes en bolsas plásticas y lavarse las manos, son propias obras que crean imitación en ciertos destinos naturales.
Si engañó y cambió a su hijo por el efímero mandato ejecutivo, es capaz de alta traición. ¡Preparase Colombia! Guarda las apariencias, se pone la máscara de la supuesta mesura y respeto a las instituciones; mientras atiza la lucha de clases, la resistencia social, la guerra civil y la simpatía de las distintas organizaciones criminales al margen de la ley. No da puntada sin hilo en forma negativa.
Aquellos acostumbrados a las genuflexiones, los halagos y la lambonería con el objetivo de lograr miserables cuotas de poder, cuidado con meter hasta los codos por Gustavo Petro. Tarde o temprano serán chivos expiatorios, cómplices corruptos, carne de cañón y paganinis de las culpas ajenas. Él da la puñalada donde quiere, hace lo que le conviene y conoce a la perfección la palabra decapitar, hasta su hijo.
Enfoque crítico – pie de página. El abogado David Teleki, representante de Nicolás Petro,advirtió que “…en la cárcel lo esperan para matarlo… Si él fuese a una cárcel, su señoría, no dura 24 horas. Eso lo podemos asegurar por los hechos de los últimos días que ya daremos cuenta ante la opinión pública y ante las autoridades nacionales e internacionales, de la forma como hemos sido hostigados a través de redes, de llamadas telefónicas e intimidados con el único propósito de que no se sepa la verdad en Colombia” (sic – David Teleki, audiencia de solicitud de medida de aseguramiento 03-08-2023).
Ahora mismo, la sonrisa de Day Vásquez no la perfila con una conducta potencialmente suicida ni el círculo de indiciados refleja pensamientos de ese tipo. Dos aclaraciones a tener en cuenta en el expediente de ‘El hijo bastardo y el presidente’, tal vez, el título de la próxima serie en una plataforma de streaming.