Por Guillermo Romero Salamanca
En 1962 Philips presentó al mundo una invención: el casete. Esa cinta magnetofónica causó furor. En comparación con el vinilo el nuevo producto era portátil. En una caja se podían acomodar docenas y en particular, el sonido era aceptable.
Para algunos, Discos Philips fue la primera multinacional que tuvo sede en Colombia, porque ya a finales de los cincuenta importaba material de grandes producciones de música clásica.
Philips era reconocida en Colombia en los sesenta como una empresa productora de electrodomésticos, principalmente.
En 1891 el empresario holandés Gerard Philips creó en Eindhoven una fábrica de lámparas incandescentes. Se especializó en el tema y pronto llegaron nuevos implementos como equipos de sonido, radios, neveras, brilladoras, lavadoras y televisores, complejos sistemas de iluminación y hasta la creación de un equipo de fútbol, el PSV.
En 1940 montaron en Bogotá una planta para hacer bombillas, un gran negocio porque el país comenzaba con la extensión de la energía eléctrica.
La empresa fue patrocinadora también de diversos programas de radio como “La hora Philips”, en la cual hicieron gala decenas de figuras del canto tanto del país como del exterior. Y su comercial principal decía: “tarde o temprano su radio será un Philips”, slogan que era replicado para cualquier tarea que se iniciaba.
Philips y Radio Sutatenza lograron una alfabetización masiva en Colombia, siendo ejemplo en el mundo.
En los años sesenta Philips incursionó en la discografía en Colombia con grabaciones del talento local. Seguía con sus importaciones de las grandes orquestas filarmónicas y sinfónicas de Europa llegaron a Colombia y voces como las de Luciano Pavarotti y Plácido Domingo.
Philips nombró como gerente de la sección discográfica a Alfonso Escolar Nieto. Cuando comenzó la década de los años ochenta Philips tenía una selección musical que comprendía producciones de balada nacional, bambucos y salsa, pero era muy pobre su catálogo en temas vallenatos.
Patrick Mildenberg era el director artístico y era un especialista en baladas, rock, música anglo, pero de vallenato, no tenía conocimiento. Es más, ni siquiera conocía Valledupar.
Alfonso Escolar Nieto, un costeño melómano por demás, sabía que el vallenato podría darle buenos dividendos a su compañía.
Lenin Bueno Suárez en los tiempos de locución y producción vallenata
En 1980 envió a la capital del Cesar para el Festival de la Leyenda Vallenata a Patrick. Allí conoció al locutor, presentador, productor y compositor Lenín Bueno Suárez. Su esposa, además, era familiar de don Alfonso Escolar. Le gustaron sus ideas y sus conocimientos sobre el género vallenato.
A su regreso, propuso que lo contrataran. Con el ingreso de Leabus, como se identificaba el productor, locutor, compositor, animador — para hacer una abreviatura de su nombre completo: Lenín Alfonso Bueno Suárez– la compañía ingresó de lleno al vallenato. Otras disqueras como Fuentes, Sonolux, Codiscos, Orbe, Vergara y Victoria ya le llevaban una buena ventaja.
«Lenín Bueno Suárez –Leabus– tenía un extenso trabajo en el vallenato, no sólo como oriundo de Riohacha, sino como presentador en sus programas radiales del talento vallenato, además, años antes había trabajado con Sonolux y fue el causante del matrimonio musical entre Rafael Orozco e Israel Romero para conformar El Binomio de Oro y acercarlos a Codiscos», recordó Rafael Manjarrés, presidente de Sayco.
Lenin a su llegada a Philips propuso grabar el dueto Toby Murgas y Ender Alvarado. Los temas “Campesina ibaguereña” y “Quiero” resultaron ser éxitos de “Los Sensacionales”, como los bautizó. Tanto a Toby como a Ender los conocía desde su natal Riohacha y desde luego, cuando salieron fueron impulsados en las emisoras en las cuales había trabajado el productor.
“Los Sensacionales” tuvieron reconocimiento nacional, el despegue causó noticias. Hicieron dos producciones para Philips, pero, por desgracia, con el asesinato de Ender, truncó las esperanzas puestas en el grupo.
Lenín siguió con sus proyectos en ese 1981 y logró la unión de la voz de Daniel Celedón con el acordeón de Ismael Rudas, los llevó a los estudios de grabación y llegó así “El doble poder” a Philips.
El álbum lo titularon como “Volvimos” e incluyó temas como “La verruguita”, “Se acaba mi pueblo”, “Me mata mi maye”, pero obtuvo un resonante éxito: “Mercedes” del maestro Adolfo Pacheco, con las voces de Daniel Celedón y Kissy Calderón.
Philips ingresó al mundo del vallenato con estas producciones, impulsó el compilado “Tremendo rumbón” –que tenía para cada fin de año—porque hasta ahora estaba dominado por algunas producciones tropicales nacionales y éxitos de salsa.
Y claro, el casete ya estaba en su apogeo total en Colombia.