Cosas que desesperan (1)

William Giraldo Ceballos

Los colombianos, acostumbrados a soportar patanerías, malos tratos, mal genio, estafas, raponazos en las calles, cosquilleo de carteras, bolsos, morrales y bolsillos en el transporte público, paseos millonarios y engaños comerciales, ya no denuncian, pasan por alto pequeñas cosas que amargan los días.

Por ejemplo, es común encontrar el mal uso de términos o vocablos en inglés para supuestas rebajas en mercancías: 50% of, ¡Sale!, Outlet. Ya no hay «remate», «gangas» ni «grandes descuentos».

Supuestas ofertas, gangas o rebajas mentirosas como LEVI’S que anuncia ¡Nuestro flash sale está por empezar! toda la tienda con 40% OFF.

Y los clientes se acercan a las tiendas y caen. En Unicentro de Bogotá la tienda LEVI’S ofrece pantalones con etiqueta de $434.900 pero descuento del 30% porque el 40% anunciado en las redes sociales es para compras de más de cuatro prendas. La prenda queda finalmente en $304.430, un gran descuento, aparentemente.

Aparentemente porque en el almacén Éxito, local pegado a la tienda LEVI’S, el mismo pantalón de la misma marca y color, sin anuncio de rebaja 40%OFF, vale $279.900. Se siente el engaño, la tumbada, en términos comunes porque en el lenguaje comercial de la moda ya no se dice que uno se viste según su estilo.

Los comerciantes envían mensajes al teléfono celular en los que le invitan a armar su «OUTFIT ideal para las vacaciones», es decir la pinta de temporada, porque así se habla ahora, con anglicismos que ni los propios vendedores saben qué quieren decir. Con la propuesta del cambio de «outfit» caen los clientes.

Otro tema: los reporteros, que ya no parecen periodistas, y los funcionarios públicos desesperan o «sacan la piedra» a oyentes y televidentes cuando frescamente hablan de la creación de «un PMU para atender a las víctimas de…» o del accidente que se produjo en el nor-occidente o sur-oriente de esta o aquella ciudad, sin ubicar exactamente el lugar en donde se produjo un hecho. Generales, coroneles y funcionarios judiciales hablan frescamente y conjugan verbos inexistentes como el de «APERTURAR» investigaciones o procesos.

Se acomodan verbos a las circunstancias noticiosas como el que informa que el aparente acuerdo fue «NOTARIALIZADO» por decir que fue autenticado o registrado en una notaria; será por ahorrar palabras o hacer breve la noticia?

Se generalizó el miedo a la palabra PONER y se usa en cambio el sinónimo COLOCAR, que no siempre queda bien puesto porque se dice, incluso desde los despachos públicos que «mañana el agua será colocada a las 5 a.m.» y colocar se acerca más al lugar en donde se ubicará el agua y poner, se sabe de antemano, es que se podrá abrir la llave y saldrá agua porque ya habrán puesto o restablecido el servicio.

También desespera el matoneo de conductores que quieren abrirse paso a como de lugar por ejemplo:

Son dos carriles pero el conductor del automóvil con placa o licencia BCP 314, busca abrirse paso a la brava para sobrepasar un taxi y dos camionetas que esperan el cambio de semáforo en una esquina de Bogotá.

Con visión futurista en su momento, el alcalde Juan Martín Caicedo Ferrer construyó en su administración una vía sin semáforos para aliviar el tránsito de vehículos livianos en Bogotá, razón por la cual no podrían circular camiones ni buses por la avenida Norte-Quito-Sur o carrera 30. Llegó luego Enrique Peñalosa y le quitó dos carriles de la vía construida con los impuestos y «contribución» por valorización de los bogotanos para entregárselos a Transmilenio, una empresa en la que la ciudad apenas tiene una participación del 5% . El 95% restante es el negocio de empresarios particulares.

Transmilenio, que es la copia que hizo Peñalosa de un servicio público de transporte en una ciudad pequeña de Brasil, se quedó corto frente a las necesidades de los ciudadanos. Los alcaldes que emularon a Peñalosa, incluido el actual mandatario Carlos Fernando Galán, abandonaron el control de la ciudad y de sus vías, por estar pendientes de los atracos, el cosquilleo y el acoso sexual en Transmilenio.

En ese mismo sentido, es decir la problemática del tránsito y movilidad de pasajeros en la ciudad; ¿Cuánto cuesta la burocrática Secretaría de Movilidad y para qué sirve?

Son miles de conductores de vehículos particulares, furgones, camionetas de reparto de mercancías y hasta camiones de menor tamaño que se estacionan en todas las vías generando los trancones que todos sufren, menos los funcionarios del Distrito.

La anarquía reina en las arterias viales de Bogotá, calles y avenidas urbanas, como lo muestran las imágenes en las que los grandes camiones disputan las calzadas con los automóviles.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]