Por Orlando Cadavid Correa
El escritor y periodista paisa Orlando Ramírez Casas nos hace llegar un montón de agradecimientos por el “vitrinazo” que le dimos en reciente Contraplano a propósito del matrimonio de sacristía entre el caudillo liberal bogotano Jorge Eliécer Gaitán con la dama antioqueña Amparo Jaramillo en la Parroquia Nuestra Señora de La Candelaria, en Medellín.
Dice el tocayo que “El mérito no es mío, y, valga la aclaración, es todo del juicioso líder cívico don Ricardo Olano Estrada, que recogió en sus memorias los detalles de ese incidente en un diario de su vida desde 1918 hasta 1947, y allí cuenta con pelos y señales cómo fue el asunto de ese matrimonio, y yo lo único que hice fue replicar el cuento para los lectores de mi libro. Ahora te toca el turno, y, entonces, yo replico, tú replicas y nosotros replicamos para que esos detalles de la historia menor no se pierdan en la memoria colectiva”.
Y agrega: “Por cierto que al padre Germán Montoya Arbeláez le tocó celebrar veinte años después otro matrimonio de sacristía de bastante interés, cuando la consagrada bolerista mejicana María Luisa Landín, de paso por la ciudad, se enamoró del locutor barranquillero Juan Eugenio Cañavera y se casaron en la Parroquia Nuestra Señora de La Candelaria, en Medellín. Los padrinos de bodas fueron Lucho Bermúdez y Matilde Díaz. Ese matrimonio no duró mucho por culpa de las calaveradas de Cañavera, y por culpa de las landinadas de María Luisa. Es que esos matrimonios de farándula tienen tres enemigos muy poderosos, que son el Mundo, el Demonio y la Carne. Esos tres acaban con cualquier matrimonio”.
Doña María Luisa vendió por cargas los discos que grabó para la RCA Víctor. Recordamos, entre otros temas: Amor perdido, Miseria, Canta canta, Desdichadamente, Vuelve otra vez, Qué tal te fue, Que te vaya bien, Verdad amarga, Ven ven, Permíteme, Todavía no me muero, Nada pido, Canción del alma, Jamás jamás, Al fin solos, Será por eso, Corazón, Mis ojos me denuncian, Por eso te perdono, Malos pensamientos, Hay que saber perder, Sé muy bien que vendrás, Desgracia, A dónde irán, Amor ciego, Déjame en paz, Tu felicidad, Aunque tengas razón, Mi último refugio, Escándalo, La mano de Dios, Somos diferentes, Una y otra vez, Nunca más, El tiempo lo dirá, Conozco a los dos, Ahora, Mal negocio, Dos almas, Nosotros dos.
La apostilla: Una mañana cualquiera telefoneó a Radio Visión un oyente a pedir que no se hablara más del matrimonio de doña María Luisa Landín y de Cañavera, porque ese matrimonio había pasado a mejor vida.