Por Julián Escobar
A escasas semanas de completar un año de racionamientos en la capital del país, no hay soluciones a la vista. La gran mayoría de impedimentos radica en la diferencia entre las reglas de juego que tiene el departamento de Cundinamarca y su autoridad ambiental la cual es la Corporación Autónoma Regional – CAR y la Alcaldía de Bogotá con su Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá – EAAB, además de muy malas decisiones tomadas por alcaldías anteriores que hoy son irreversibles. Esto, sumado a retrasos en el plan maestro de embalses hacen que haya serios cuestionamientos a la lógica de la oferta, ya que al mismo tiempo la demanda se ha expandido a varios municipios con pocos ápices de sensatez al haberlo planteado.
El racionamiento vino de forma preventiva ante un fenómeno del Niño fuerte, luego de cuatro años de un fenómeno de la Niña moderado. No se ahorró en momentos de abundancia, tampoco se hicieron obras y ahora se ha hecho un racionamiento que ha traído consecuencias inesperadas tales como: tubos rotos por el efecto de golpe de ariete, daños en sectores donde luego de un día de racionamiento el agua se tarda en llegar y constantes enfrentamientos entre capitalinos por temas de obras en copropiedades donde se requiere el uso de agua. Pocos se han olvidado de que no se hicieron las obras en épocas de lluvia y que de tener tres embalses más, Chingaza no tendría la presión que tiene ahora. Hay que recordar que desde 2019, algunos medios como La Silla Vacía venían advirtiendo de que la oferta era insuficiente para tanta demanda que ahora se extendió a municipios vecinos. Hoy el total del agua de Chía y Cajicá dependen de la EAAB, así como otros pueblos sabaneros también compra a Bogotá en menor medida el líquido preciado.
Para conocer los pasos a seguir por parte del gobierno local, se instauró un derecho de petición a la EAAB para conocer las campañas actuales de ahorro y lo que está por venir. En la respuesta, por un lado se informó que la Alcaldía Mayor de Bogotá viene adelantando mediante el decreto 334 del 28 de septiembre de 2024 unas directrices para el buen uso del agua en el distrito, buscando mayor uso de técnicas de limpieza en seco en Transmilenio y en ciertas entidades, así como la modernización de equipos que utilicen agua. Esto último se ve difícil que ocurra ya que los planes de desarrollo tanto del gobierno Galán como de Alcaldías Locales se aprobaron ya hace tiempo y hacer un contrato para modernización de temas de grifos, sanitarios, entre otros, es difícil de ubicar en varios de los planes leídos. De igual forma, el lavado en seco en buses de sistema masivo es cuestionable ya que al ser usados por millones de ciudadanos diariamente, se necesita una limpieza profunda. Por otro lado, es limitado el poder de la EAAB para vigilar el consumo por sí sola como entidad ya que no tiene capacidad de sancionar o multar a derrochadores de agua. Ya este tema radica en otras instituciones.
Los titulares y los datos también ayudan a la desinformación. En meses pasados circuló un estudio con datos del 2020 del SDP, donde se afirmaba que los estratos 5 y 6 eran los que consumían más agua en la ciudad. Este estudio fue hecho por un ciudadano de nombre Alejandro Peláez. Sin embargo, en el derecho de petición, afirma la EAAB que las zonas con menor reducción en consumo son Tunjuelito y San Cristóbal, zonas con poca presencia de viviendas de estratos altos. De igual forma, si bien menciona algunas localidades con viviendas de estratos altos como Usaquén, apunta más a que se ha exhortado al buen uso de los tanques de reserva y no a afirmar que estas sean zonas con mayor consumo. Cabe recordar que localidades como Usaquén son variopintas y tienen estratos que van desde el 1 al 6. Es así como no es posible definir con estudios distintos dónde se centra el mayor consumo de la ciudad. Estas afirmaciones son peligrosas ya que, al ingresar a las redes de la Alcaldía Mayor de Bogotá, algunos ciudadanos que comentan las fotos relacionadas con el racionamiento responsabilizan a ciertos grupos poblacionales bien sea por: estrato, nacionalidad o región de ser los culpables de la prolongación de un racionamiento cuyo origen es la falta de lluvias y la poca infraestructura.
El plan a largo plazo tampoco convence al leerlo. Algunas opiniones del sector de servicios públicos han hablado de que el problema de Colombia no es la falta de agua, sino de que está lloviendo donde no se puede aprovechar tales como zonas selváticas, sobre el mar o en algunos lugares de los llanos orientales donde no se puede almacenar. Al tener embalses en zonas como Lloró en Chocó, seguramente no habría problemas de abastecimiento para ciertas regiones si se pudieran conectar y aprovechar. Según la respuesta de la EAAB, la siembra de árboles que este año suman 39,000 con corte a la respuesta del derecho de petición, es la parte más clave de la solución. Se habla de que se comprarán 2,342 hectáreas no para crear embalses sino para proteger las fuentes hídricas. Es distinto ya que no se habla de potabilización o de aprovechamiento, ni de lugares específicos. Finalmente se habla de campañas de sensibilización que, con el consumo actual por encima de 16 metros cúbicos por segundo, muy por encima de la meta 15 metros cúbicos de la alcaldía, no se pueden catalogar como efectivas.
La falta de reglas claras también influye. Los acuíferos que alimentan Bogotá salvo el complejo alrededor de La Regadera quedan en su totalidad en predios de Cundinamarca. La CAR maneja agendas distintas ya que se enfoca en otros territorios. El distrito debería comprar enormes cantidades de tierras y crear complejos ambiciosos como el que hay en Chingaza. La CAR entonces entraría en la discusión por los riesgos que puede haber sobre municipios en otros lugares que al ver su agua llevada para Bogotá alzarán su voz de protesta a menos de que haya un plan concertado que a este momento no existe.
Todo esto lleva a una conclusión y es que gran parte del problema es no haber cumplido el Plan Maestro de Abastecimiento. Este surge a partir de una consultoría bajo el número No. 1-02-25500-1318-2013, la cual se puede concluir, nunca se cumplió. Hubo ciertos temas que avanzaron como la ampliación de Tibitoc, la cual el gobierno distrital ha mostrado como la solución más cercana por su avance que aliviaría la problemática que hay en Chingaza. Sin embargo, otras como las obras de la Ptar Canoas desde donde se ha planteado la inyección de agua reciclada al sistema de Bogotá o la más reciente de utilizar las estaciones del Metro de Bogotá para almacenar agua y de las cuales no se sabe cuánto podrán inyectar al acueducto, están a varios años de distancia. Es importante recordar que el famoso embalse de La Playa el cual estaría ubicado en Chingaza, no se hizo durante la primera mitad de la década del 2010 debido a que, según el alcalde de esa época, Gustavo Petro, sólo les interesaba a los constructores de la Sabana de Bogotá, mientras al mismo tiempo promovió la venta de agua en bloque a los municipios aledaños. Es así como el consumo se disparó mientras la oferta fue estática.
– Bogotá era una zona inundada llena de corrientes, riachuelos y fuentes, pero no tenía acueducto. El primer acueducto fue el Chorro de Padilla y se recogía con vasijas el agua que de allí salía. Había varias inundaciones y en la montaña cerca a Monserrate se hacía una purificación muy incipiente. Hubiera sido mejor hacer la ciudad en otro lado para conservar el agua y la capa vegetal que es excelente. Incluso en el reinado de Juana La Loca, se estudió en que Bogotá fuera similar a Venecia por sus humedales-. Explica Alberto Abello, quien es historiador.
Bogotá ha sido una ciudad que ha venido destruyendo sus cuerpos hídricos, lo que hoy agrava la crisis. Los lagos Gaitán y San Cristóbal, los humedales Montevideo, Bonanza y El Dorado o las innumerables quebradas secadas en los cerros orientales producto de las urbanizaciones y la construcción excesiva son ejemplo de esto. La EAAB no mencionó nada en estos aspectos ya fuera para conservación o aprovechamiento de las fuentes hídricas dentro de la ciudad. Es contradictorio que las soluciones para el problema de agua no vengan de una ciudad que tuvo abundantes ríos, sino de cuerpos hídricos lejanos ya que los locales están deteriorados. Demuestra este poco cuidado la falta de armonía de los bogotanos con su entorno donde poco importa destrozarlo por ganar unos escasos metros cuadrados de tierra. Pasar de haber sido una ciudad que tuvo el potencial de ser similar a Venecia a tener ahora escasez de agua es casi impensable y a medida que el clima comience a ser más seco en los Andes colombianos, va a haber problemas en el desarrollo de las ciudades andinas.
La situación actual tiene entonces un desafío para el gobierno bogotano. Los grandes proyectos de la ciudad han sido producto de varias alcaldías consecutivas donde: una lo piensa y adjudica, otra lo construye y una al final lo termina. La ciudad debe evitar entonces que el día de mañana un alcalde regrese con el pensamiento de no hacer embalses porque sólo benefician a unos pocos y ofrezca vender cantidades imposibles de agua en bloque a municipios cercanos. Es pedirle demasiado a la naturaleza. Es así como el alcalde Carlos Fernando Galán debe hacer un plan ambicioso y blindarse contra personajes que puedan hacerle daño a la oferta hídrica de la ciudad, como ocurrió con Chingaza 2.
– Si a alguien se le puede destacar por su visión en temas de agua es a Carlos Albán Holguín. Fue la persona que hizo más por el acueducto de Bogotá en el siglo XX. Hizo unas obras extraordinarias que son las que le han permitido tener agua en Bogotá. Estructuralmente el sistema Chingaza está muy bien hecho y si no, estaríamos limitados a lavarnos los dientes porque más de diez millones de habitantes necesitan una cantidad exorbitante de agua. Lo criticaron bastante y se burlaban diciendo que entonces deberíamos usar baldes para recolectar agua lluvia-. Explica Alberto Abello, sobre los hombres como Carlos Albán que le han dado seguridad hídrica a Bogotá.
Lo cierto es que la Alcaldía actual debe hacer unos esfuerzos fuertes por iniciar la hoja de ruta que tendrá que seguir Bogotá en varios temas, priorizando los temas de agua y emular así a sus antecesores como Albán Holguín. La ciudad fue construida en un terreno que de antaño fue un lago, se secaron varios cuerpos hídricos, humedales y así se le dio paso a la selva de cemento que hoy se llama Bogotá. Errores graves como vender agua en bloque sin pensar en ampliar la oferta tienen en racionamiento a Bogotá. Ya la realidad es una y es necesario que las autoridades no le den largas a la crisis.
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