Colombia ¿Esto es una democracia?

Vista exterior. You Tube

Funcionarios públicos, empresarios, políticos, congresistas, magistrados y jueces elegidos para corromper un sistema de gobierno atribuido al poder del pueblo, integran la “democracia representativa” de Colombia.

Los colombianos votan y los elegidos olvidan a sus electores para cumplir los compromisos con las elites empresariales, financieras y sociales que apoyaron sus campañas.

Lo que la gente conoce y no puede hacer nada es que los «elegidos» toman los presupuestos públicos como botín compartido con los particulares en contratación de obras irregularmente ejecutadas no solo en sus valores y materiales o que jamás fueron ejecutadas.

¿Es democracia la transferencia de las decisiones nacionales a directivos de empresas e instituciones estatales que no fueron elegidos para privilegiar regiones, atender apetitos particulares o políticos en la definición y sueldos de la nómina burocrática, la contratación y la prestación de servicios públicos? 

En la Constitución Nacional Colombia tiene un marco jurídico democrático y PARTICIPATIVO que en verdad no ha significado que se tenga en cuenta el aporte de la gente en la búsqueda y definición del orden social justo que invoca la carta.

Es en esta democracia donde más escándalos de corrupción se han puesto al descubierto en los últimos 50 años y particularmente desde cuando empresarios, congresistas, jueces, negociantes ordinarios y funcionarios públicos decidieron emular y hasta superar los lujos de los narcotraficantes y así lo muestran los medios de comunicación: contratistas de obras que no se hacen, reparten algo con los funcionarios que los contratan y se quedan con la plata, magistrados que aceptan invitaciones a eventos de dudosa financiación o compran tierras arrebatadas por el militarismo a los campesinos; las emergencias y calamidades públicas atendidas con supuesta diligencia gubernamental en cuya atención aparecen los funcionarios encargados de repartirse las ayudas, contratar servicios, obras y asistencia social que no llegan a los damnificados.

Esta es la democracia que usa los impuestos para comprar la aprobación de leyes que hagan realidad los sueños de las élites de concentrar cada día más riqueza, según se ha visto recientemente en medios de la televisión, la prensa, la radio y los medios virtuales serios.

En Colombia hay una relativa libertad de prensa, de información y de expresión, pero no es democratico que la libertad de vigilar y denunciar los abusos de poder y corrupción esté solamente en manos de los periodistas que en ocasiones acorralan, juzgan y condenan a los entrevistados, en una actitud de suplantación de las autoridades competentes, mientras la opinión de la gente sigue por fuera.

Veamos la historia reciente y presente: En la primera década de este siglo la mitad del congreso fue a parar a la cárcel, algunos en el confort de sus hogares, por sus vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico que financiaba masacres en todo el país.

En la siguiente década fueron miembros del poder judicial los que deshonraron la majestad de la justicia con millonarias propinas de los delincuentes de cuello blanco y congresistas (representantes del pueblo) por sentencias, preclusiones y nulidades en los juicios que les seguían.

En la presente década los colores azul y rojo que simbolizaron la alternancia del poder de la democracia representativa de los últimos 100 años comparten la democratización de la corrupción con partidos emergentes aliados en el Pacto Histórico, el Partido Verde con el trasfondo de movimientos derivados de los partidos tradicionales como Cambio Radical (rojo liberal) y el Centro Democrático (azul conservador mezclado con el rosado de los liberales tibios).

Los colombianos votan para elegir Presidente de la República y funcionarios de elección popular que ya elegidos no los representan porque como lo afirmó el expresidente uruguayo José Mujica, “es que la gente decide muy poca cosa y eso de reducir la democracia a votar cada cuatro o cinco años, es ridículo…es una debilidad institucional enorme…”

Colombia, una democracia representativa, no participativa, porque a la gente la dejan afuera.

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