MOUTAZ ALI
Eran las dos y media de la madrugada del 11 de septiembre cuando los habitantes de Derna, al este de Libia, oyeron el estruendo de una explosión que hizo temblar las calles. Las dos represas cercanas acababan de colapsar debido a las fuertes lluvias provocadas por el temporal Daniel y en media hora el agua arrasó esta ciudad costera. Los habitantes cuentan, aún conmocionados, que los torrentes cubrieron las calles de la urbe, destruyeron grandes edificios residenciales y arrastraron hacia el mar casas y a sus habitantes que estaban dentro. Centenares de personas murieron en muy poco tiempo. Las estimaciones aún no oficiales de las autoridades locales hacen pensar en varios miles de fallecidos y al menos 10.000 desaparecidos en toda Libia. Y parece que Derna concentra gran parte de esta calamidad.
El “mar arroja constantemente decenas de cadáveres”, explicó este miércoles por teléfono a la agencia Reuters el ministro de Aviación Civil y miembro del comité de emergencia del Gobierno que controla el este de Libia, Hichem Abu Chkiouat, que visitó brevemente Derna. “Hemos contado más de 5.300 muertos hasta ahora, y es probable que la cifra aumente significativamente e incluso pueda duplicarse porque el número de desaparecidos es también de miles”, añadió, refiriéndose al balance de víctimas de esta región del este de Libia.
Las comunicaciones telefónicas con Derna también son difíciles desde el martes, pero los testimonios que llegan desde esta localidad de algo más de 100.000 habitantes son desoladores: familias enteras arrastradas por el agua, cadáveres flotando o alineándose en hospitales y morgues improvisadas, miles de personas sin un techo bajo el que cobijarse…
“La corriente de agua no cesaba y seguía invadiendo las calles y tumbando las casas. Cuando salió el sol, muchas calles estaban destrozadas”, dijo, en una conversación telefónica, Amira Zaatut, una superviviente de 45 años. Varios miembros del clan familiar, adultos y niños, han muerto, afirma esta mujer, que insiste en que ningún equipo de rescate ha conseguido entrar en la ciudad hasta el momento y que los ciudadanos hacen ímprobos esfuerzos por ayudarse unos a otros.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU, solo en Derna, se han visto desplazadas al menos 30.000 personas. Tariq Kharaz, portavoz de las autoridades del este de Libia, dijo que se habían recuperado 3.200 cadáveres en esta región. El Gobierno local admite que no tiene la experiencia necesaria para hacer frente a las consecuencias de una catástrofe semejante. “Se necesitan equipos que las autoridades libias no pueden proporcionar, como helicópteros”, ha suplicado en un vídeo el teniente de alcalde de la localidad, Abdulmonem Algaithi, apelando a la ayuda internacional y declarando que la ciudad era una zona catastrófica.
La situación política interna merma además su capacidad de reacción, ya que el país lleva más de una década sumido en la inestabilidad y actualmente está política y administrativamente dividido en dos gobiernos rivales, uno con sede en el este y el otro, reconocido por la comunidad internacional, en la capital, Trípoli. Esta escisión, sumada a la violencia, las milicias o la corrupción reinante, hace que el país tenga unas infraestructuras y servicios incapaces ni de anticipar ni de hacer frente a un desastre natural de este tamaño.
“Vi a niños llorando mientras eran arrastrados por el agua y pedí a Dios que recibiera sus almas y pusiera fin a su sufrimiento”, escribió en su blog Sundus Shwib, una habitante de Derna, desde el hospital en el que se encuentra ingresada. “Tengo los huesos rotos y por un momento creí morir, pero terminé en un lugar donde el agua cubría poco”, explicó. “He visto a familiares, amigos queridos y vecinos fallecer delante de mis ojos y en este momento ya no me interesa seguir viviendo”, agregó.
En declaraciones a la televisión local Al Masar TV, otro superviviente de Derna, llamado Nabil Azuz, de unos 60 años, contó que su único hijo y él se vieron acorralados por el agua en cuestión de minutos. “Empezamos a luchar con el agua mientras mi hijo intentaba empujarme fuera de las habitaciones, que se estaban inundando. Lo logró, pero él se quedó atascado en una puerta y no volví a verle. Lo último que me dijo fue: ‘Perdóname padre”, recuerda, entre sollozos, en el hospital local al que fue trasladado.
Según el político Abu Chkiouat, miembro del comité de emergencia del Gobierno que controla el este de Libia, “el 25% de la ciudad había desaparecido”. “Hay cadáveres por todas partes: en el mar, en los valles, bajo los edificios”, agregó.
Las autoridades médicas de la ciudad de Tubruk, a unos 100 kilómetros de Derna, informaron de que su morgue ya no podía recibir más cadáveres. El primer ministro, Abdelhamid Al Dabeiba, admitió durante una reunión de emergencia del Gobierno, celebrada el martes, que ni los cementerios de la ciudad ni los de las ciudades vecinas tenían capacidad para enterrar al enorme número de fallecidos, por lo que ha pedido a su departamento que encuentre una solución urgente a este problema.
Por el momento, Derna parece enfrentarse en solitario a su destino. El único medio de comunicación online que opera desde el interior de la ciudad, Derna Zoom, ha declarado que ningún equipo de rescate había conseguido entrar en la localidad hasta el martes por la tarde, debido a que los accesos por tierra estaban impracticables. Solo se han visto dos helicópteros ―enviados por la Compañía Nacional de Petróleo libia (NOC), según el medio de comunicación local mencionado― intentando recoger cadáveres en al agua, a la deriva.
El responsable de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, anunció el martes una ayuda para Libia de 10 millones de dólares (unos 9,3 millones de euros). En el caso específico de Derna, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU en Libia ha anunciado su movilización para prestar asistencia a los ciudadanos de la urbe, en coordinación con las autoridades locales. Equipos de rescate procedentes de Turquía ya han llegado al este de Libia, según las autoridades locales, y países como Argelia, Egipto, Italia, Qatar o Túnez han ofrecido asimismo su ayuda. Francia, por ejemplo, va a enviar un hospital de campaña y unos 50 militares y civiles capaces de atender a 500 personas al día, informaron sus autoridades.