Por Gabriel Ortiz
Tal vez se le fue la mano, le sobraron consejeros, hubo delirio y arrebato o exceso de expresividad, para que el presidente Petro se enfrascara en otro balconazo.
Difícil de entender la excitación que lo llevó a olvidarse de la moderación que recomendaba el expresidente Washington a dirigentes y gobernantes.
El calentamiento impulsa mal a los dirigentes, porque los lleva a acudir a inesperadas crisis que tocan a sus más fieles, necesarios y cercanos colaboradores. Con nublada visión y entendimiento acuden a auditorios dóciles, para lanzar ideas y conceptos reprimidos durante años.
El jefe del Estado abrió los ventanales de su despacho para una multitud aglomerada en la Plaza de Armas de la Casa de Nariño. Tenía mucho que decir a sus electores y simpatizantes, que entre complacidos y contrariados, esperaban mucho más del gobernante.
Petro tenía que jugársela toda en este segundo “balconazo”. Estaba henchido y pleno de elogios y agradecimientos de su nuevo gabinete, al que había posesionado horas antes.
Su salida debía tener plena fortaleza, contundencia y persuasión para motivar a la concurrencia. Debía rezar y pecar para recibir los primeros aplausos, vítores y ovaciones. Como quiera que la palabra democracia es apetecida, la utilizó para indicar que ella no se puede entregar, razón por la cual su agenda debe ser revolucionaria, como exigieron los millones que por él votaron.
“Esta sociedad quiere un cambio y así lo pidió en las elecciones. La gente está exigiendo su derecho a la protesta. Salir a la calle, no significa violencia, pero produce cambios”, afirmó.
Explicó a renglón seguido las reformas a la salud, laboral y pensional, cosa que aprovechó para echarle un vainazo al director del liberalismo, Cesar Gaviria, a quien tildó de ser el defensor de los dueños de los bancos y del dinero actitud que, según él, rechaza sus propios seguidores. “Están indignados”, dijo.
Defendió su política agraria y la consideró fundamental para el desarrollo del campo, sin necesidad de acudir a la expropiación, porque se comprarán las tierras improductivas a precio comercial. Eso ya está en la ley”.
Petro se sintió tan cómodo, como en su añorada curul, que le servía para fustigar y denunciar con mucha fortuna a sus adversarios.
Va a gobernar horas extras, para que le signifique una reelección durante su mandato, aunque desestimó el montaje de una reforma constitucional, que sus oponentes dijeron incluiría la elección de presidente.
Al parecer fueron menos los respaldos a su balconazo que las críticas de todos los sectores. Los tres partidos que eran gobierno, anochecieron independientes y en una especie de oposición: reformas fallidas. Los gremios le pidieron prudencia, se produjo una incertidumbre general, la economía se resintió -ya sin Ocampo- el plan de desarrollo se averió, la Andi dijo que crecerá la polarización y el desorden, muchos negocios han quedado en suspenso, porque no se puede jugar con candela.
Total: el balconazo ha perdido su estructura y hasta el dólar le dijo: “Petro moderación”.
BLANCO: La AMI se unió para celebrar el día de la Libertad de Prensa.
NEGRO: La guerrilla vacunó las comunicaciones del campo.