Por Gabriel Ortiz
Cada día nos sumergimos en las más detestables formas de los delitos que conozca el mundo. De todas partes, de todos los núcleos perversos aparecen amenazas contra una nación y su población.
Se llegó a pensar que sólo el narcotráfico nos golpeaba y nos envilecía, pero a este flagelo se le adelantaron quienes manejaban la cosa pública. Estos se contaminaron rápidamente de narcos que ya habían introducido su producción de estupefacientes en varios países del mundo, incluyendo Estados Unidos.
Allí, grupos de delincuentes colombianos habían penetrado su frontera sur y otros puntos cardinales, para crear bandas de delincuentes que empezaron robando carros y asaltando gente. Las autoridades los detenían y así ingresaban a las más temidas escuelas del crimen. Al salir de las cárceles se dedicaban a conformar mercados de marihuana y coca en barriadas de grandes ciudades.
A tan lucrativo negocio ingresaron poderosos negociantes norteamericanos, que fomentaron y conformaron las más tenebrosas redes de productores en América Latina. Las bandas que surtían el mercado al menudeo, los gringos que manejaron la cosa en terreno norteamericano y los Escobares y los Rodríguez, conformaron el más grande y satánico conglomerado que hoy malogra al mundo.
En ese entonces, años sesenta, nadie llegó a pensar en el poderío de semejante tráfico, sus ramificaciones y sus redes. Era imposible imaginar que unas hojas de cannabis o coca, mezcladas con sustancias non sanctas, y enviadas a través de redes pérfidas y crueles manejaría el mundo.
Hoy cada día aparece un nuevo estupefaciente que pone en jaque a la humanidad. Por allá en los años 1995, el entonces presidente Bill Clinton, le dijo a la Asamblea de las Naciones Unidas, que empezaba a florecer una nueva droga: Fentanilo y narró como ya empezaban a morir centenares de norteamericanos al año por su uso. Con esas palabras el mundo empezó a abrir sus ojos frente a lo que venía. Pero lo que está ocurriendo, es que son millares quienes los cierran. En Méjico el presidente Amlo, niega que existan laboratorios produciendo fentanilo que envían a los Estados Unidos. En Colombia Petro ya lo advirtió y al parecer lo combatirá.
Es probable que esto ocurra en nuestro territorio, porque ya hay quienes ingresan a este negocio, que infortunadamente se presta para producirlo porque es un medicamento quirúrgico.
A esta hora las autoridades colombianas no han iniciado una agresiva campaña para combatir el uso de la nueva sustancia que asesina a sus consumidores, como tampoco lo han hecho con el resto de los estupefacientes que destruyen nuestra juventud.
Esta es la triste realidad de un negocio que será imposible controlar y menos prohibir, porque en él, hay una extensa sociedad que se lucra sin control. Políticos, gobernantes, autoridades, grupos guerrilleros, paramilitares y una corrupta población, nunca saldrán de semejante perversión.
BLANCO: La inflación está bajo el 12 por ciento. ¿Cuándo se reducirán los intereses?
NEGRO: Ecopetrol está pagando los “platos rotos de la Reforma Tributaria”.