Por Zolan Kanno-Youngs, Judson Jones y Derrick Bryson Taylor
Zolan Kanno-Youngs reportó desde Ciudad de México, Judson Jones, meteorólogo y reportero del Times, desde Atlanta, y Derrick Bryson Taylor, desde Londres.
El huracán Otis irrumpió en la costa suroeste de México a primera hora del miércoles, conmocionando a los pronosticadores del tiempo al emerger como una de las tormentas de categoría 5 más potentes en azotar la región y crear lo que un experto calificó de “escenario de pesadilla” para una costa turística muy popular.
Al principio, pocos meteorólogos pensaron que la tormenta tropical tocaría tierra como un huracán catastrófico. La mayoría de los modelos no predijeron que la tormenta se intensificaría sobre el océano Pacífico, lo que llevó a los pronosticadores a creer que sería como mucho un huracán débil.
Pero se fortaleció con notable rapidez, y el martes por la noche los meteorólogos y las autoridades mexicanas se apresuraban a advertir a los residentes de su potencial de destrucción.
El huracán tocó tierra a la 1 a. m. del miércoles, hora local, lo que provocó fuertes lluvias, inundaciones y deslaves en los estados de Guerrero y Oaxaca y dejó sin electricidad a más de medio millón de residentes. La tormenta tocó tierra con vientos sostenidos de 265 kilómetros por hora; apenas un día antes, Otis llevó vientos de 104 kilómetros por hora.
Las comunicaciones se cortaron casi por completo en el popular destino turístico de Acapulco, una gran ciudad portuaria con más de 852.000 habitantes que el Centro Nacional de Huracanes de EE. UU. advirtió que se encontraba en “una situación extremadamente grave”. Los residentes dijeron que los potentes vientos arrancaron los tejados de los edificios y sacudieron hoteles abarrotados.
“Pocas veces, según los registros, se desarrolla así un huracán tan pronto y con tanta fuerza”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia de prensa matutina, añadiendo que se habían enviado fuerzas armadas al estado de Guerrero.
No estaba claro si Otis había causado muertos o heridos en la región, que sufrió importantes apagones. Pero el huracán “tuvo un comportamiento atípico”, dijo López Obrador, que se dirigía a Acapulco el miércoles por la tarde. “Esto no pasaba en décadas”.
Otis se degradó a huracán de categoría 1 a su paso por el estado de Guerrero el miércoles por la mañana, sin embargo ocasionó “lluvias extraordinarias”, descargando más de 25 centímetros en todo el estado, según la Comisión Nacional del Agua de México.
Eso fue particularmente amenazador para la gente que vive en las colinas y barrancos alrededor de la bahía de Acapulco, que son susceptibles a los deslaves.
“Este huracán pasó directamente por encima de la ciudad de Acapulco. No es una buena noticia”, dijo Daniel Swain, científico del clima de la Universidad de California en Los Ángeles. “Sucedió en el peor momento posible porque hubo poco aviso”.
En medio del huracán estaba atrapado David Hall, de 34 años, quien viajó a Acapulco el martes desde Colima, una ciudad ubicada a unos 480 kilómetros de distancia. Hall, que trabaja en ventas y estaba en Acapulco para asistir a una convención minera, dijo que el hotel en el que se alojaba, el Princess Mundo Imperial, se había balanceado con los fuertes vientos, haciéndole sentir como si estuviera experimentando un “pequeño terremoto”.
“Es un panorama muy apocalíptico”, dijo en una entrevista telefónica.
Hall grabó un video en el que se ve a cientos de personas hacinadas en un gran salón de reuniones; algunas estaban charlando entre ellas, mientras que otras estaban tiradas en el suelo.
“El viento era tan fuerte, había mucho ruido”, dijo Hall. “Fue aterrador. El viento era muy muy rápido”.
Ahora que lo peor de la tormenta había pasado y el tiempo se calmaba, Hall dijo que esperaba poder salir la ciudad.
“Necesito encontrar la manera de volver con mi familia”, dijo. “Era un viaje de trabajo y se convirtió en una situación realmente mala”.
Los residentes del estado de Guerrero se enfrentan al reto de reconstruir su comunidad, una tarea que se ha hecho más difícil después de que López Obrador disolviera el Fondo de Desastres Naturales de México, un fondo de dinero federal destinado para ayudar en situaciones de emergencia.
La medida formaba parte del impulso de López Obrador a los recortes presupuestarios en todo el gobierno federal.
En el pasado, el fondo fue considerado como uno de los medios más eficaces del mundo para prestar ayuda en caso de catástrofe, según Alejandro del Valle, economista de la Universidad Estatal de Georgia. La ayuda aceleraba la recuperación económica tras una catástrofe, según descubrieron Del Valle y sus colegas, y restablecía rápidamente el acceso a los servicios sanitarios, lo que disminuía el número de muertes y aliviaba los retrasos en la prestación de ayuda en caso de catástrofe.
Por ley, el fondo recibía el 0,4 por ciento del presupuesto federal anual de México, y si el dinero no se gastaba pasaba al año siguiente. Ahora el país ya no dispone de un porcentaje regulado del presupuesto federal destinado a la ayuda en caso de catástrofes. En vez de eso, el presupuesto se revisa cada año y fluctúa en función de otras prioridades.
En los próximos días y semanas, los científicos también evaluarán por qué sus modelos de previsión no pudieron predecir la potencia que alcanzaría Otis.
Los pronosticadores del tiempo utilizan varias herramientas para crear una previsión meteorológica, no apenas modelos informáticos. Por eso los meteorólogos suelen decir que un modelo informático no es un pronóstico; los pronosticadores crean los pronósticos, les gusta decir.
También utilizan datos de satélite y normas climatológicas para ayudar a formar sus predicciones. Utilizan imágenes de satélite para ayudar a estimar la velocidad prevista de los vientos y envían aviones cazahuracanes a las tormentas para recoger datos en tiempo real.
Herramientas globales como un modelo de previsión meteorológica estadounidense y una versión europea no siempre han predicho con fiabilidad la rápida intensificación de las tormentas. Se han desarrollado nuevos modelos centrados específicamente en los huracanes y este año han demostrado su utilidad, incluida la predicción de la rápida intensificación del huracán Idalia mucho antes de que esa tormenta llegara a Florida, lo que les dio más tiempo para prepararse a los habitantes del estado.
Sin emabrgo, como ocurrió con Otis, las herramientas no son infalibles. El resultado es un “escenario de pesadilla”, escribió Eric Blake, meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes, en un pronóstico emitido el martes por la noche, cuando la tormenta se acercaba al sur de México y la intensidad se hacía evidente.
La tormenta comenzó a formarse el domingo por la mañana, primero como depresión tropical. En ese momento, los modelos informáticos no mostraban muchas señales de preocupación.
Los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes de EE. UU. dijeron esa mañana que era posible un “ligero fortalecimiento” durante los días siguientes. El domingo por la tarde, los modelos informáticos de previsión seguían sin mostrar gran cosa.
El lunes por la tarde, los modelos empezaron a indicar que la tormenta podría convertirse en huracán y los meteorólogos creían que, dada la abundante humedad de la zona y las cálidas temperaturas del océano, la tormenta se fortalecería gradualmente.
El lunes por la tarde, con Otis todavía como tormenta tropical, las imágenes de satélite revelaron lo que los meteorólogos denominan una estructura de bajo nivel, una señal habitual de que la tormenta podría intensificarse con rapidez. Pero los modelos seguían sin mostrarlo, por lo que los expertos continuaron pronosticando que la tormenta se convertiría en un huracán débil.
Incluso cuando Otis era todavía una tormenta tropical, había pruebas suficientes para que el gobierno de México emitiera una alerta que indicaba una tormenta más fuerte de lo que predecían los modelos informáticos.
El martes por la tarde, un avión cazahuracanes sobrevoló el ojo de la tormenta y comprobó que su intensidad era mucho mayor de lo que sugerían las estimaciones por satélite.
Esa tarde, con la tormenta claramente enfilada hacia Acapulco, el centro de huracanes emitió un inusual aviso especial. “La rápida intensificación observada hoy temprano ha continuado”, escribieron los meteorólogos. “No se prevé que el entorno cambie mucho antes de tocar tierra y no hay indicios de que esta intensificación explosiva vaya a detenerse”.
Por esas mismas fechas, la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, publicó una alarmante advertencia en Facebook. “Si tu casa es segura: no salgas en absoluto”, dijo, y añadió que “si tu casa está en riesgo: Acude YA a un refugio”.
El miércoles, bajo una lluvia constante en Chilpancingo, la capital de Guerrero, los bomberos vadeaban aguas marrones, mientras las autoridades iluminaban con linternas los edificios astillados.
El miércoles por la tarde, Otis ya no era un huracán y sus restos atravesaban el accidentado terreno del sur de México.
Pero en los lugares arrasados por la tormenta, el alcance de la destrucción aún no se había hecho patente.
“Estoy más que nada resignada”, dijo Priscila Villicaña, de 31 años, una abogada cuya familia vive en Acapulco. Hablando por teléfono desde Monterrey, México, Villicaña dijo que alrededor de la 1:30 a. m. había tenido noticias de los vecinos de sus padres, quienes dijeron que los fuertes vientos habían arrancado los techos de los edificios y rompieron las ventanas en el centro de Acapulco, una zona que, según ella, no suele inundarse.
“No me puedo imaginar lo que haya pasado después”, dijo.
Emiliano Rodríguez Mega y Elda Cantú colaboraron con reportería desde Ciudad de México; María Avilés desde Chilpancingo, México, John Yoon desde Seúl y Eduardo Medina desde Nueva York.
Zolan Kanno-Youngs es corresponsal en la Casa Blanca y cubre una serie de temas nacionales e internacionales en la Casa Blanca de Biden, incluyendo la seguridad nacional y el extremismo. Se incorporó al Times en 2019 como corresponsal de seguridad nacional. Más de Zolan Kanno-Youngs
Judson Jones es meteorólogo y reportero del Times, y cubre los fenómenos climáticos extremos en todo el mundo. Más de Judson Jones
Derrick Bryson Taylor es reportero de información general. Anteriormente trabajó en PageSix.com del New York Post y en la revista Essence. Más de Derrick Bryson Taylor