Por Jairo Ruiz Clavijo
Un millón de muertos puso el pueblo en la revolución mexicana en 10 años de guerra, para que finalmente los jefes militares se apropiaron de las mejores tierras y los mejores negocios. Ellos comparten el poder con doctores desplumadores de indios y políticos de alquiler que llaman a Obregón el Lenin mexicano.
En el camino de la reconciliación, todo se arregla mediante contratos de obras públicas y nombramientos. El Presidente Álvaro Obregón lo define con una frase que hizo carrera: No hay general que resista un cañonazo de cincuenta mil pesos
Menos Villa, a él no queda mas remedio que matarlo. El general Calles contactó con el coronel Lara para asesinar a Villa; le ofreció cincuenta mil pesos y el ascenso al grado de general.
El 20 de julio de 1923, cuando se dirigía a una fiesta familiar en Parral, desde su hacienda que dotó de escuelas, hospitales y hasta teléfono doce hombres lo acribillan, entre ellos el gringo Handal, quien lo decapita, para llevarle el dantesco trofeo al rey de la prensa, William Randolph Hearst, quien pagó cinco mil dólares por la cabeza de Villa.
(Wikipedia)
Jairo Ruiz Clavijo