Los idílicos destinos vacacionales pueden convertirse en un verdadero infierno como el vivido en algunas islas griegas y Sicilia este verano debido a los incendios o, simplemente, por las extremas olas de calor, como las cuatro que han golpeado ya este verano a muchas partes de España. Ambos fenómenos —los fuegos y las olas de calor— forman parte del catálogo de desastres vinculados a un cambio climático desencadenado por el ser humano con su dependencia de los combustibles fósiles. La crisis climática amenaza la salud de la población y las economías nacionales. Y en el caso del turismo, donde Europa se juega muchísimo (es la región más visitada del planeta y el sector mueve alrededor de dos billones de euros cada año), los pronósticos apuntan a importantes impactos y a la reducción de las visitas en algunas zonas a medida que avance el calentamiento global. Pero, ¿los daños serán homogéneos en toda Europa? No. Habrá ganadores y perdedores y el sur del continente es el que peor pronostico afronta, según un análisis elaborado por el Joint Research Centre (JRC), el grupo de científicos que se encarga de asesorar e investigar para la Comisión Europea.
“La política de la UE tiene como objetivo mantener el estatus de Europa como destino turístico líder”, explican en su informe estos expertos, entre los que figuran los analistas españoles David García-León y Juan Carlos Ciscar. El estudio del JRC, titulado Impacto regional del cambio climático en la demanda turística europea, busca ofrecer una aproximación a cómo pueden evolucionar las visitas a los distintos destinos en función del nivel de calentamiento al que se llegue. En todos los escenarios, hay ocho regiones españolas que están entre las más perjudicadas en la reducción del número de pernoctaciones. Son Baleares, Murcia, la Comunidad Valenciana, Extremadura, Andalucía, Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Cataluña. Además, España en su conjunto es tras Chipre, Grecia y Portugal el país europeo que más visitantes perderá.
El calentamiento global está rondando ya los 1,2 grados Celsius. Esto significa que la temperatura media superficial de todo el planeta es 1,2 grados más cálida que en la era preindustrial, es decir, antes de que el ser humano se enganchara a la quema de los combustibles fósiles y se dispararán las emisiones de gases de efecto invernadero. Mientras la economía mundial continúe emitiendo, el calentamiento seguirá aumentando, ya que los gases se acumulan en la atmósfera y permanecen ahí durante décadas o siglos. En su estudio, el JRC plantea cuatro escenarios de aumento de la temperatura: dos optimistas (que el calentamiento se quede en 1,5 o 2 grados) y dos pesimistas (que se alcancen los 3 o los 4 grados).
La región griega de las islas Jónicas —golpeadas este verano por los incendios— sería la más perjudicada por ese escenario de calentamiento de 4 grados, con una reducción de las pernoctaciones del 9,1%. Le siguen las islas griegas del norte del mar Egeo (-9%), las del sur del Egeo (-8,6%) y Chipre (-8,2%). El quinto puesto lo ocupa Baleares y el séptimo la Región de Murcia.
El estudio analiza los efectos en 267 regiones europeas. En 50 —fundamentalmente, las ubicadas más al sur en el continente— es donde se pronostican pérdidas de turistas en ese escenario de 4 grados de calentamiento. En el extremo contrario, en 53 regiones se adelantan aumentos considerables de las pernoctaciones, por encima del 5%. La que se vería mas beneficiada es Gales Occidental, en el Reino Unido, donde se producirían incrementos de casi el 16%.
“Encontramos un claro patrón norte-sur en los cambios en la demanda turística, con regiones del norte que se benefician del cambio climático y regiones del sur que enfrentan reducciones significativas en la demanda turística”, explica el informe. “Ese patrón es más agudo para escenarios de niveles de calentamiento más altos”, se añade.
Para realizar su análisis, los expertos del JRC han preparado una evaluación histórica que estima la relación estadística entre las pernoctaciones, el denominado índice de clima turístico (que se centra el confort vinculado a las condiciones meteorológicas) y otras variables económicas. También se tiene en cuenta el tipo de destino, si es urbano, costero, naturaleza, montaña nevada, rural o mixto. Y a partir de esos datos pronostican cómo evolucionará la demanda turística por meses y las variaciones en las pernoctaciones.
Cumplir el Acuerdo de París
Respecto a la demanda mensual, se esperan cambios en “los patrones de estacionalidad del turismo”. “Se prevé que las regiones costeras del norte de Europa registren un aumento significativo de la demanda durante los meses de verano y principios de otoño, mientras que se espera que las regiones costeras del sur pierdan turistas durante el verano, especialmente en los escenarios climáticos más cálidos”, explican los autores. Respecto a la demanda turística en general, el impacto climático es positivo en todos los escenarios de calentamiento, con un aumento proyectado de la demanda en el conjunto europeo de entre el 0,35% y el 1,58% dependiendo del escenario. “Pero los resultados agregados ocultan un alto grado de heterogeneidad entre las regiones”, advierten los autores del informe, que apunta a esa diferencia norte-sur.
Por países, Chipre (con una reducción de hasta el 8,28% de la demanda turística en el peor de los escenarios de calentamiento) es el país que peor sale parado. Le siguen Grecia (-7,26%), Portugal (-3,31%) y España, con una caída del 3,14% si se llega a los 4 grados.
Pero dentro de España la situación también es heterogénea. Y también habrá ganadores y perdedores. Las regiones más beneficiadas en el aumento de las pernoctaciones son Cantabria, Asturias y Galicia. Si se llega a un calentamiento de 4 grados, la demanda turística aumentaría un 7,2%, 4,2% y 3,1% respectivamente en estas autonomías.
Pero ese es el peor de los escenarios, que supondría un incumplimiento del Acuerdo de París, el tratado climático firmado en 2015 y que obliga a los países firmantes a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta hacerlas casi desaparecer a partir de la segunda mitad del siglo. Este pacto establece como objetivo dejar el calentamiento por debajo de los 2 grados y, en la medida de lo posible, por debajo de 1,5. Ese es el límite de seguridad que ha fijado la ciencia. Que se cumplía con lo acordado en París sería también una buena noticia para el sector turístico español. En el escenario de un incremento de solo 1,5 grados, el estudio del JRC pronostica una reducción solo del 0,31% de la demanda turística en España; en el de 2 grados, la bajada sería del 0,4%, lejos del 3,14% previsto si se llega a los 4 grados.