Si no lo hubiera leído en la prensa hace muchos meses, habría sido esta semana otra víctima de los falsos policías.
Fue en la carrera séptima con calle 127. Esperaba para atravesar la avenida a una cita médica cercana. Un automóvil de color plateado, marca Chevrolet, se acercó al andén. Un hombre trigueño de pelo muy corto, venía en el asiento del acompañante del chofer, bajó el vidrio y mostró algo que parecía un carné de la policía y dijo «amigo, estamos en un operativo de seguridad. Colabórenos, muéstreme sus documentos».
Como ya había leído lo del truco del supuesto «operativo de seguridad» y que las personas «caen» porque efectivamente entregan sus documentos y los supuestos policías proceden a una requisa, que es para despojar de sus pertenencias a las víctimas, lo que hice señalarlos con el dedo, decirle al tipo «no señor» y gritar fuerte » ATRACADORES» y atravesar corriendo hacia el otro lado de la avenida.
Observé que no me siguieron de inmediato. Siguieron lentamente su recorrido en sentido sur-norte, seguramente buscando otra víctima.
Estos delincuentes que se movilizan en automóviles actúan desde hace varios días cerca a las unidades médicas de la Fundación Santafé, laboratorios, servicios odontológicos y oficinas de EPS entre las calles 116 y 126, según informaron empleados del sector.
Uno de ellos contó que a un paciente extranjero que no habla español, le mostraron el supuesto carné y lo esposaron a una de las manijas del carro para despojarlo de su dinero, pasaporte y otras pertenencias.
Los agentes secretos de la policía no exhiben carnés.
Pero, a propósito, ¿en dónde están los policías?
Desde que llegó el gobierno del presidente Gustavo Petro con la orden de respetar los derechos humanos, los policías no volvieron a capturar ladrones, ni atracadores sin orden de captura emitida por las autoridades. Los delincuentes, en cambio, les pegan, les quitan las armas y los asustan.
Los policías más valientes están escoltando a los funcionarios del gobierno, a los congresistas, a los miembros de las altas cortes de justicia y a los delincuentes de cuello blanco.
Los que pagan los impuestos no tienen a quién reclamar. Los órganos de control están ocupados en hacer nada.
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